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Viriato y Numancia

El fin de la conquista romana de Hispania

en Cultura Celta/Historia por
El fin de la conquista romana de Hispania: Las Guerras Cántabras (29-19 a.C.)

El fin de la conquista romana de Hispania: Las Guerras Cántabras
(29-19 a.C.)

Las Guerras Cántabras son el último episodio de la conquista romana de Hispania. Y junto con las guerras de Viriato y de Numancia, el episodio más épico y representativo de la tradición guerrera de la Hispania céltica. No podía faltar así en La Forja y la Espada.

 

Recogemos de este modo con un breve repaso dicha guerra, y completamos también así nuestra serie de artículos sobre las luchas de nuestros antepasados contra Roma…

*

Los cántabros y los astures vivieron fundamentalmente al margen de la agitada situación del resto de Hispania, durante los casi dos siglos de lucha y conquista romana. Cierto es que participaron desde el principio como mercenarios y auxiliares en las diversas guerras que se fueron sucediendo en el solar hispano, pero siempre y en todo caso manteniendo su independencia y sin sufrir el avance de las legiones romanas en su propio territorio. Sin embargo, llegado el poder de Roma a la línea del Duero y la zona de la actual Galicia, en el noroeste, a las minas y riquezas de dicho territorio, era cuestión de tiempo que la amenaza de las razzias cántabras (como anteriormente ocurrió las razzias lusitanas) propiciará la intervención de Roma.

Asegurar la línea del Duero y las minas del noroeste de Hispania, será así la intención principal que parecerá vislumbrarse en las campañas romanas en Asturias y Cantabria; más tendentes a frenar la belicosidad indígena, que a establecer allí un verdadero foco de colonización y romanización. Cosa que si ocurrió en la Bética, el valle del Ebro o el Levante.

-La guerra comenzó 15 años después de la muerte de Cesar (29 a.C.) y dos años después de la batalla de Actium (31 a.C.). Y será dirigida en un primer momento por Statilio Tauro, legado de Augusto en Hispania. Los primeros enfrentamientos implicarán todavía a algunas tribus vacceas aún reticentes a Roma, y por supuesto a astures y cántabros. Y tras una primera victoria inicial romana, los vacceos ahora sí, no volverán a sublevarse. Circunscribiéndose entonces la lucha al centro-norte y noroeste de Hispania. La capital de los astures será tomada en este momento (la actual Astorga) y en ella quedará acampada la correspondiente guarnición.

Siendo derrotados en los llanos de la meseta norte, los hispanos se retirarán entonces a sus montañas…

-Para el año siguiente (28 a.C.) es enviado a Hispania Calvisio Sabino, que contendrá en los bordes de la Meseta a astures y cántabros, concediéndosele el triunfo al volver a Roma.

Lo mismo hará un año después (27 a.C.) su sucesor Sexto Apuleyo. Lo que supondrá establecer en torno a Astorga, un área de dominación segura para Roma, con un punto de fuerza al norte del Duero, a los pies mismos de las montañas de la cornisa cantábrica.

Del 26 al 24 a.C.-Augusto en Cantabria

-Llegado el 26 a.C. y en vista del afianzamiento de Astorga para las fuerzas romanas, el propio Augusto ira a Hispania. Desembarcando en Tarraco (en Tarragona) y dirigiéndose directamente hacia territorio cántabro-astur, dispuesto a ponerse él mismo al frente de la lucha contra los “bárbaros” y entrar con sus legiones, en las tierras de los últimos hispanos “libres”…

La campaña sin embargo se complicará mucho y se hará durísima para los romanos, que deben luchar contra unos pueblos cuya vida era fundamentalmente las armas y la guerra, y contra una geografía terriblemente abrupta, intrincada y carente de vías de comunicación, uniéndose a todo ello un clima inhóspito, con abundante nieve en las montañas y constantes lluvias….

Los cántabros y astures conocerán por el contrario el terreno y se moverán cómodamente en él, y del mismo modo estarán hechos al clima y el paisaje, lo que les ayudará a realizar una intensa y efectiva guerra de guerrillas. Para más inri, el frente de campaña será amplísimo, extendiéndose a lo largo de 400 kilómetros. Esto en una zona que no destacará precisamente por proveer de demasiados recursos a las tropas romanas.

Augusto contemplará la situación no sin preocupación, y llevará hasta Hispania, frente a cántabros, astures y galaicos, a nada menos que siete legiones, haciéndose acompañar de una importante intendencia para disponer de víveres traídos de otros lugares. El frente de guerra se dividió en tres campamentos: Segisamo; frente a los principales promotores de la guerra, los cántabros, y cuartel personal de Augusto. Asturica (Astorga); frente a los Astures y ubicado más al oeste. Punto fuerte de Roma frente a la cornisa cantábrica. Y Bracara; frente a los galaicos y límite occidental del frente de guerra. Finalmente y desde el otro lado de las montañas, encontraremos también Portus Blendius, en el actual Suances, que servirá de punto de abastecimiento desde la costa cantábrica.

Las mismas líneas de penetración que encontramos actualmente en la cornisa cantábrica, serán las que trazará Roma para adentrarse en territorio cántabro-astur. Siendo durante dos años, que Augusto dirigirá personalmente la campaña. A pie de las montañas pero también desde Tarraco, lo que favorecerá a la ciudad, que erigirá estatuas en su honor para el culto al Emperador. Allí mientras planeé la guerra contra los cántabros, será donde lea los primeros versos de la Eneida…

Contra los cántabros se llevará a cabo una inmensa operación militar que a modo de pinza, tratará de asfixiarlos en sus mismas montañas. Desde el sur por tierra, y desde el norte por mar, los romanos avanzarán hacia el interior del territorio bárbaro dividiendo su acción en tres cuerpos, que irán haciendo huir a los cántabros a su paso, los cuales se emboscaran y hostigarán a los romanos con una insistente guerra de guerrillas; obligando a Roma en muchas ocasiones a casi cazarlos, como si de una batida de lobos se tratara…

La dinámica de la campaña, a base de guerrillas y persecuciones, unido a lo accidentado de la geografía y lo incómodo del clima, llevará a Augusto a caer enfermo, agotado por las calamidades y dureza de la guerra. Destacándose aquí la anécdota referida por Schulten a partir de una cita de Dión Casio (56, 43, 3) sobre un jefe cántabro, de nombre Corocotta, al que Augusto habría puesto precio a su cabeza y que enterado de la recompensa que se ofrecía por él, fue en persona al campamento de Augusto a cobrarla. Augusto maravillado del valor y la “desfachatez” del bárbaro, no solo le dio su recompensa, sino que además le dejo marchar sin apresarlo….

En cualquier caso, el “primer emperador de Roma”, fatigado y enfermo por la dureza de la campaña, volverá a Tarraco a sanar de las penurias de la guerra. Mientras en el frente, continuarán las hostilidades y los cántabros lucharán contra los romanos en Aracillum, cerca de la actual Reinosa; dándose allí un correoso enfrentamiento entre ambas fuerzas por el dominio de este enclave. Los asaltos y asedios se sucederán y desde el norte en Portus Victoriae (Santander) y desde el sur en Segisamos, los romanos irán acorralando a los bárbaros hasta tomarles finalmente la plaza de Aracillum, pero también la de Amaya, sitiándolos después en el Monte Cildá y el Monte Bernorio. Es de estos asedios y luchas que después las fuentes clásicas y como hemos visto en capítulos anteriores, señalarán el heroísmo fanático de los cántabros, que matan a sus hijos antes que entregarlos a Roma o que mientras son crucificados, cantan himnos de victoria…

En la misma línea y en el ámbito galaico tendremos el asedio de Mons Medullius al norte de Lugo, donde los sitiados viendo imposible la salvación, se quitarán ellos mismos la vida tras un gran banquete (Floro, II, 33, 50); siendo entonces que desde ese mismo punto los romanos, establecerán una base en el centro de Galicia. Dejando allí una guarnición y quedando la franja occidental del frente de guerra a partir de ese momento, mayormente pacificada.

-Son así entre el 26 y el 24 a.C. dos años de campaña continuada que si bien supusieron innumerables fatigas para los romanos, también fueron durísimos para los bárbaros que en algunas áreas, como el centro-noroeste de Galicia y tras el suicidio colectivo de Mons Medullius, depondrán su beligerancia definitivamente.

Sin embargo los dos años de campaña no serán suficientes y las fuerzas cántabras no quedarán agotadas, del mismo modo que los astures, que durante el 26 a.C. habían permanecido al margen de las luchas contra Roma, se alzarán en armas al año siguiente lo que obligará a los romanos a tomarles por asedio la ciudad de Lancia, en la actual Villasabariego. Lo que aún debilitando su resistencia, no impedirá que la insurrección astur se reproduzca en los años siguientes.

Del 24 al 19 a.C.-La última resistencia hispana a la conquista romana.

-Tras dos años de campaña Augusto abandonará Hispania queriendo creer que la guerra está concluida. Sin embargo, en cuanto haya marchado de las costas de Tarraco, los cántabros volverán a las armas reproduciéndose los asaltos y las guerrillas por todo el centro-norte Peninsular, incluyéndose tanto el área cántabra como el área de los astures. Para los cuales, no parecerá servir el simple hecho de tomarles las ciudades, pues se refugiaban en el monte y en las aldeas y desde allí volvían de inmediato al ataque.

El caso de los cántabros será si cabe más llamativo, pues vendidos muchos de ellos como esclavos en la Galia, matarán a sus amos y armándose de nuevo, volverá a su tierra para continuar la guerra…

Frente a tal situación, lo prolongado de la guerra, así como el empecinamiento de los bárbaros, Augusto tomará la decisión de enviar al mando de las operaciones contra los cántabros y los astures a uno de sus mejores hombres: Agrippa.

Este parecerá recibir órdenes de llevar la represión hasta genocidio si fuera necesario…

Agrippa llegará a Hispania el año 19 a.C. dispuesto a llevar la guerra hasta el paroxismo, convirtiendo la ofensiva en el norte Peninsular en una verdadera guerra de aniquilación. Persiguiendo sin tregua a los bárbaros hasta en sus más recónditos “escondrijos”, como si de una cacería de alimañas se tratase. La guerra traerá numerosas bajas para ambos bandos pero la despiadada represión de Agrippa, terminará por laminar la resistencia bárbara, que quedará totalmente desbaratada. Dándose de nuevo e incluso con mayor intensidad el fenómeno del heroísmo fanático de los cántabros, que impresionará a los propios romanos que no podrán sino señalar cómo éstos, no aceptarán bajo ningún concepto la pérdida de la libertad, prefiriendo la muerte a la esclavitud: Cantabrum indoctum iuga ferre nostra (Horacio, Carm, II, 6, 2).

La guerra concluirá posiblemente, con el mayor baño de sangre de la conquista romana de Hispania y en él, quedará testimonio tanto del coraje hispano, como de la fría determinación romana.

-Augusto para pagar a los veteranos de guerra hará acuñar moneda y los licenciará otorgándoles propiedades en Mérida y Zaragoza. Terminaba una de las más terribles guerras de la Historia de Roma y con ella, concluía la pacificación de Hispania y su inclusión al completo en la órbita romana. Casi 200 años de avance lento y fatigoso sobre unos pueblos y un territorio que andando el tiempo, se convertirá posiblemente, en la provincia más romanizada del Imperio. Si bien esta romanización no será homogénea, manteniéndose hasta el Bajo Imperio amplias áreas del territorio Peninsular (mayormente la franja norte), con un limitado nivel de romanización.

-En conclusión, las guerras cántabras fueron la última etapa de la conquista romana de Hispania y en ella los cántabros, se cubrirán como actores de un último acto de resistencia heroica, con toda la gloria guerrera que cabe esperar para un pueblo noble y valeroso. El fin de las guerras cántabras fue así “el fin de la Hispania Bárbara y Prerromana” y el comienzo definitivo de la Hispania romana, una nueva etapa histórica de la que todavía hoy, somos herederos…

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Doscientos años de conquista romana de Hispania…

 

Aquellos fueron nuestros antepasados. Desde el punto de vista genético somos fundamentalmente descendientes de ellos[1]. Y esto independientemente de nuestras diferencias regionales y del propio recorrido histórico de España. Léase aquí Roma, la cristianización, los godos, la invasión islámica y la Reconquista, el Imperio y la conquista de América… Siendo así que a través de dicho y arduo recorrido, en gran medida no hemos dejado de ser las mismas gentes, la misma sangre…

Tengamos entonces en la memoria la Hispania prerromana. Quizás podamos aprender algo de quiénes somos y a partir de ahí, de qué debemos hacer y cómo debemos convivir…

 

[1] Tal como hemos señalado en la nota a pie de página número 14 del capítulo 1, los estudios genéticos llevados a cabo por la universidad de Oxford y dirigidos por el catedrático de genética humana Brian Skyes, indican que el ADN de los españoles del siglo XXI, viene caracterizado por el halogrupo R1B, con una media del 72% para el conjunto de España. Dicho “marcador genético” sería compartido por todos los españoles, sean de una región u otra, y estaría asociado a las primerísimas y más antiguas poblaciones del oeste de Europa, de época paleolítica. Matriz genética de pueblos posteriores como celtas e íberos. De tal manera, que la “huella genética” de los pueblos prerromanos de Hispania, seguiría siendo así aún a día de hoy, la huella principal de los españoles del siglo XXI. Huella que por otra parte, nos emparentaría con las gentes de Gales, Escocia e Irlanda, y en general, con los pueblos del oeste de Europa.

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LA CONQUISTA ROMANA DE HISPANIA: VIRIATO Y NUMANCIA

Su división en pequeños estados y su orgullo local no les permitía unirse en un lazo común, lo que les privaba de fuerza suficiente para repeler conjuntamente una agresión venida de fuera. Así pues, si hubieran logrado juntar sus armas uniéndose en una confederación potente, los romanos no hubieran llegado nunca a dominar sus tierras… De hecho los romanos, venciendo una a una todas la tribus de Hispania, tardaron en todo caso mucho tiempo, unos doscientos años, en poner finalmente Hispania bajo su poder.

Estrabón. III, 4, 5

Bandas guerreras, saqueos y ciudades asediadas, “druidas” predicando el alzamiento contra Roma, traiciones y engaños, resistencias heroicas frente a enemigos implacables, generales derrotados, líderes admirables, elefantes cargando contra los muros de Numancia y cónsules romanos derrotados frente a las armas de Viriato…

 

La conquista romana de Hispania duró dos siglos y supone uno de los episodios más fascinantes y sugestivos de nuestra historia. La propia saga de Roma avanzará al compás de las guerras que lleva a cabo en Hispania y aquellos belicosos hispanos, tendrán finalmente en Roma y a pesar de la lucha a brazo partido que llevaron a cabo contra ella, el molde el que su sangre y espíritu quedará conformado.

 

Los pueblos y gentes de España no pueden saber de sí mismos sin saber de la “Hispania Bárbara” de íberos, celtíberos, lusitanos, cántabros o vettones. Tampoco pueden saber de sí mismos sin saber de Roma y de cómo ésta, a costa de un esfuerzo formidable de doscientos años, llegó a integrar a nuestros ancestros en su Imperio.

 

Saber quiénes somos y conocer nuestra historia, pasará así indefectiblemente por conocer la Conquista Romana de Hispania. De ahí en gran medida venimos, su olvido no es falta sino contra nosotros mismos…

 

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  • La conquista romana de Hispania comenzará al albur de la Segunda Guerra Púnica, entre Cartago y Roma. En torno al 218 a.C. y con la presencia del cartaginés Amílcar y su hijo Aníbal en Hispania, para hacer de ésta base de operaciones del rearme de Cartago frente a Roma. La conquista cartaginesa de Arsa (la actual Sagunto), ciudad íbera bajo la protección de Roma, será el detonante de la guerra y tras ésta y una vez derrotado Aníbal, Hispania se convertirá en el nuevo objetivo de Roma.

  • Entre el año 205 a.C. y el 195 a.C. se lleva así a cabo una primera etapa de la conquista de Hispania, tratándose de asegurar para Roma y fundamentalmente, los territorios de la Península que anteriormente estuvieron en la órbita de Cartago. Es en este periodo cuando se documentan las campañas de Catón en la Celtiberia (por primera vez un romano frente a Numancia) y la rebelión ilergete de Indíbil y Mandonio. Treinta mil infantes y cuatro mil jinetes ibéricos se enfrentan a los romanos en el entorno del río Ebro. La victoria fue sin embargo romana y la derrota indígena estrepitosa, y los propios Indíbil y Mandonio murieron heroicamente en batalla. La conquista romana de Hispania daba comienzo así con la épica de los grandes episodios históricos…

  • Durante los siguientes 15 años (entre el 194 y el 179 a.C.), Roma tratará de estabilizar las fronteras uniendo la Hispania Citerior y Ulterior a través del interior Peninsular. Es en este periodo cuando Roma conquista Toledo a los carpetanos y hace preso a su rey Hilerno. También cuando por primera vez se enfrenta realmente a los celtíberos. Con ocasión especialmente reseñable en el 179 a.C. Con Tiberio Sempronio Graco haciendo frente a un ejército celtibérico de más de treinta mil hombres en el entorno del Moncayo (a decir de los epigramas de Marcial la “montaña sagrada” de la Celtiberia).

La victoria sin embargo volvió a ser romana y ésta trajo el periodo de paz más largo para Hispania desde el desembargo de Amílcar en nuestra tierra. En un ya lejano 240 a.C.

  • Durante más de veinte años (entre el 178 y el 154 a.C.) Hispania no conoció nuevos alzamientos ni conflictos y en el futuro, cuando se reanuden las guerras, los propios hispanos apelarán a los tratados de paz firmados con Graco, buscando poner fin al enfrentamiento armado. Los romanos en cualquier caso habían conseguido cumplir el plan que trazó Catón para Hispania; apoderándose de las zonas que anteriormente estuvieron bajo influencia cartaginesa, y asegurando las fronteras mediante inclusión del interior Peninsular a costa de carpetanos y celtíberos lusones, lobetanos y olcades.

  • Llegado sin embargo el año 154 a.C. comenzará de nuevo la guerra en Hispania. Lusitanos en la Ulterior y celtíberos en la Citerior se alzan en armas en la que será quizás la guerra más ardua de Roma en nuestra tierra. Veinte años en los que la figura de Viriato en el ámbito lusitano, y la ciudad de Numancia en el ámbito celtibérico, generarán reveses tremendos para Roma. Hasta el punto de que sendos ejércitos consulares enviados contra Viriato y contra Numancia, serán respectivamente derrotados por lusitanos y celtíberos. A estos veinte años de guerras en los que Roma mordió el polvo en diversas ocasiones y frente a nuestros antepasados, hemos dedicado nuestros siete capítulos de esta serie. Allí recogemos pormenorizadamente los pormenores de esta guerra.

Roma finalmente se impuso a Viriato y a Numancia, bien lo sabemos todos, pero no estará de más recordar la gesta de los guerreros hispanos frente al ejército más poderoso del Mundo…

  • Tras estos veinte años de guerras (154-133 a.C.) Hispania vivirá otra época de paz que se prolongará hasta el año 113 a.C. Son años en los que Roma se dedicará a desarrollar su poder administrativo en Hispania, enviando una comisión senatorial de diez miembros, que llevará a cabo un plan para el aprovechamiento sistemático y racional de las posibilidades agrícolas, ganaderas, mineras y comerciales de Hispania.

Esta nueva situación de una Hispania pacificada, fuente de riquezas y solar de expansión para la nobleza terrateniente romana, coincidirá con las crisis sociales en Roma, semilla de las futuras guerras civiles. Guerras que repercutirán también en Hispania, y que finalmente provocarán el desmantelamiento de la República, y la llegada del Imperio.

Este periodo será también el de la llegada de emigrantes itálicos a Hispania. Emigrantes que asentándose principalmente en la Bética, configurarán uno de los pilares de la futura aristocracia provincial, favoreciendo el desarrollo de una honda romanización en el sur Peninsular.

Si señalar que durante este tiempo, concretamente entre el 123 y el 121 a.C., se conquistarán las islas Baleares. Conquista que se llevará acabo alegando como excusa el carácter de refugio de piratas que tenían las islas.

  • Llegado en todo caso el año 113 a.C. lusitanos y celtíberos volverán a las armas otra vez, y de nuevo las guerras “celtibérico-lusitanas”, se convertirán en una preocupación para los gobernadores romanos.

En este caso y por un lado, tendremos de nuevo los recurrentes saqueos lusitanos sobre la Turdetania, a modo de razzias; y por otro, la rebelión de unos celtíberos que viendo cómo los temibles cimbrios, llegados del norte Europa, entraban en la Celtiberia y los romanos huían espantados, toman ellos mismos las armas y derrotan a los “bárbaros del norte” (año 104 a.C.).

Por desgracia es un periodo escasamente documentado, si bien cabe destacar la presencia de nuevo de un ejército consular en la Celtiberia (año 98 a.C.), en una campaña que se prolongará cinco años.

Por su parte, las rapiñas lusitanas se sucederán años tras año aún a pesar de las represalias romanas, y será también necesario un ejército consular que entre los años 96 y 93 a.C., se adentrará en la Lusitania y conseguirá poner fin a las bandas de saqueadores.

  • Entre los años 92-82 a.C. encontraremos un nuevo periodo de paz que se prolongará esta vez diez años, si bien llegado el 82 a.C. Hispania entrará en un largo y agotador periodo de conflictividad. Esta vez sin embargo, no tanto alzándose en armas contra Roma, como participando como actor interesado en las Guerras Civiles de ésta. Son primero las Guerras Sertorianas, desarrolladas en el solar hispano e instigadas por los propios lusitanos. Y después las guerras de César contra Pompeyo, con clientelas celtíberas y en general hispanas en ambos bandos. Dándose aquí el episodio épico de la batalla de Munda, en el año 45 a.C.

  • Un periodo que se alargará entre el 82 y el 45 a.C. y el que se intercalarán épocas de relativa paz, en las que encontraremos sin embargo, los últimos alzamientos vacceos, y la significativa campaña del propio Julio César contra los lusitanos, en el año 61 a.C. Campaña con la que se pondrá fin definitivamente a la rebeldía lusitana y en la que César, llegará a sitiar una suerte de monte sangrado de la Lusitania, consagrado a “Hermes”. Entiéndase aquí que dicho “Hermes”, no será sino la interpretatio romana de una divinidad indígena, de la que no nos llega su verdadero nombre.

  • Finalizada la parte hispana de la guerra entre César y Pompeyo, y tras un periodo durísimo en que se han sumado los diez años de las Guerras Sertorianas, las campañas de César en Hispania, las últimas insurrecciones vacceas, y la lucha contra los pompeyanos, Hispania parecerá estar agotada… Siendo así que se vivirá un largo periodo de paz que esta vez se prolongará entre el 43 y el 29 a.C. Siendo ese último año cuando estallará el episodio final de la conquista romana de Hispania, las Guerras Cántabras, que se prolongarán diez años y que serán verdaderamente “la batalla final” de la Hispania “bárbara”, frente a las legiones de Roma.

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Doscientos años y muchos acontecimientos, batallas, anécdotas y personajes… Nosotros humildemente en nuestro blog queremos homenajear esa época de nuestra historia acercándonos al episodio quizás más significativo de la resistencia indígena: las guerras de Viriato y de Numancia.

Guerras recogidas en siete capítulos sucesivos en los que con un cronograma como guía, podremos seguir año a año los pormenores de una lucha tan heroica como trágica.

Aquellos fueron nuestros antepasados. Básicamente los españoles de hoy día y más allá de nuestras diferencias regionales, somos descendientes genéticos de ellos. Tengámoslos entonces en la memoria. Quizás podamos aprender algo de quiénes somos y a partir de ahí, de qué debemos hacer…

Viriato y Numancia VII: La caída de Numancia

en Cultura Celta/Historia por
La conquista romana de Hispania Viriato y Numancia

LA CAÍDA DE NUMANCIA

La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia. Parte VII

-Último Capítulo-

Con la caída de Numancia concluye quizás la fase más dura y complicada de la conquista romana de Hispania. 20 años de guerras consecutivas tanto en la Hispania Ulterior como en la Citerior contra lusitanos y celtíberos respectivamente. Siendo arrastrados en esta lucha otros pueblos hispanos como los vetones, los vacceos, los galaicos o los turdetanos. 20 años en los que tanto Numancia como los lusitanos, estos últimos gracias a su “campeón” Viriato, consiguieron resistir y vencer a los ejércitos de Roma e incluso obtener de sendos cónsules derrotados, el reconocimiento de su independencia.

 

Pero la “voluntad de poder” de Roma siempre fue superior a la de todos sus adversarios y de mano de un frio, ambicioso y duro Escipión, Numancia se enfrentará a su dramático final. Un final que al igual que el de Viriato, será digno de toda una epopeya o de una gran producción cinematográfica. Un momento épico y conmovedor de nuestra historia y de la vida de nuestros ancestros que merece la pena conocerse y ponerse en valor. El propio Cervantes así lo sintió y recogió en su obra literaria y nosotros humildemente lo homenajeamos a través de este blog…

 

134 a.C.-

*La situación de independencia de Numancia terminó por ser insostenible para el senado romano, que tiene desde hace 20 años en la pequeña ciudad celtibérica, un antagonista formidable que una y otra vez doblega su orgullo. Se convencen así de que es imprescindible enviar un hombre fuerte a Hispania a poner fin a la “insolencia” de los celtíberos. El más apropiado para tal labor será Escipión. Destructor de Cartago en la Tercera Guerra Púnica y veterano de las guerras de Hispania con prestigio entre los indígenas, al haberse enfrentado 17 años antes y en duelo singular, al “campeón guerrero” de la ciudad vaccea de Intercatia. En este sentido era la persona ideal para el cargo: General victorioso de valor contrastado, de larga carrera militar y conocedor del carácter y dificultad de la lucha contra los celtíberos. Sin embargo, la legislación romana prohibía hacer procónsul a una misma persona en un plazo inferior a diez años, y este impedimento legal dificultaba la elección de Escipión que había sido procónsul durante la Tercera Guerra Púnica. En todo caso, la situación en Numancia se había convertido en algo tan problemático y generador de descrédito para el senado, que excepcionalmente se suspenderá dicha ley, y por procedimiento extraordinario (extra ordinem), se le designará procónsul de la Hispania Citerior. Aun así y en previsión del poder cada vez más creciente de Escipión y de los generales victoriosos respecto del senado (recordemos años después lo que supondrá Julio César), no se le concedió ejército ni se le permitió hacer levas, debiendo arreglarse con el ejercito acampado en Hispania y los propios aliados y voluntarios que lograse atraer a su expedición. Contando aquí con que Escipión, “legendario” destructor de Cartago, preparaba entonces un fabuloso ejército personal lleno de aliados llegados de todas partes, digno del estado mayor de un mismísimo Alejandro Magno…

Debemos tener en cuenta, que en África y el Mediterráneo oriental, Escipión era considerado por muchos un líder de prestigio digno de la mayor admiración, y para otros era cuando menos, un gran amigo. Recibirá así apoyos de Antíoco de Siria, Micipsa de Numidia y Átalo de Pergamo. Al tiempo que de la propia Roma, se le unirán un nutrido grupo de leales entre los que figurará lo más selecto de la sociedad romana: Cayo Mario, futuro vencedor de cimbros y teutones; Cayo Graco, hermano y futuro continuador de la obra de Tiberio Graco (hijos del Tiberio Graco que hizo campaña en Hispania en el 179 a. C.); Yugurta, futuro rey de Numidia y azote de Roma durante la guerra que lleva su nombre; el poeta Lucilio, los escritores Rutilio y Asellio, y el historiador y genio táctico en asedios Polibio. En definitiva, tal como hemos dicho, un estado mayor “digno de un Rey”. Con sus más allegados y relevantes apoyos formará también la que llamará “compañía de los amigos”, cohors amicorum, y con este flamante ejército desembarcará en Hispania, dispuesto a someter la pequeña pero indomable ciudad de Numancia…

Una vez en Hispania, su primer objetivo fue disciplinar y devolver la moral a las tropas romanas acantonadas en la Citerior. Las cuales, tras tantos años de derrotas, humillaciones y tres últimos años de inactividad, habían caído en la más indigna de las molicies. Así según Apiano (Iber. 85) llegado al campamento romano lo primero que fue “expulsar a todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y sacrificadores, a quienes los soldados, al haberse vuelto temerosos a causa de los reveses, solían consultar continuamente”. Imponiendo seguidamente una disciplina a rajatabla tanto en el régimen alimenticio, como en la forma de vida. Muchos detalles de esta disciplina nos han llegado; como prohibir dormir en nada que no fuera un jergón de paja, siendo el propio Escipión el primero en dar ejemplo; limitar la alimentación a carne hervida y asada, obligar a ir a pie en todas las marchas, no consintiendo a ningún soldado ir subido en las mulas de carga; prohibir que los soldados se ayudasen unos a otros en darse baños, ungüentos o masajes, o tratar a la tropa sin piedad para los casos de debilidad, con duros castigos de azotes con varas de sarmiento. Comentando según sus propias palabras que “aquellos generales que eran severos y estrictos con sus tropas eran útiles para los suyos, mientras que los relajados y amigos de las concesiones, lo eran para los enemigos (Apiano. Iber. 85).

Según la leyenda Escipión se vistió con el negro y áspero sagum de los celtíberos mientras duró la campaña, y al ser preguntado por aquellos negros y bárbaros ropajes, al parecer respondió que vestía así en señal de luto por la ignominia de los soldados que le habían tocado en suerte… En cualquier caso Escipión consiguió volver la tropa a la disciplina, y los mantuvo ocupados en diversos entrenamientos de cava de zanjas, levantamiento de muros y empalizadas, marchas en formación y recogida de aprovisionamiento. Aún así este primer año de campaña Escipión no atacará Numancia, y se limitará a entrenar el ejército y foguearlo en acciones puntuales contra puntos de abastecimiento de la ciudad celtibérica, aldeas amigas de los numantinos, y algunas escaramuzas con los vacceos cerca de Palentia. En general al igual que sus predecesores, antes de marchar sobre Numancia, cargó contra los alrededores con vista a destruir sus posibles suministros y evitar la llegada de ningún auxilio desde el exterior a la ciudad. Llegado el invierno, Escipión no se alejará de la zona y lo pasará en el entorno de Numancia, donde recibirá la llegada de Yugurta y sus doce elefantes y arqueros y honderos. Escipión ya estaba preparado para la guerra, y con cerca de 30000 hombres se disponía a poner fin al problema numantino rindiendo por hambre la ciudad. Consideraba en este sentido “que era más conveniente no trabar combate con hombres que luchaban por desesperación, sino conquistarlos por hambre después de haberlos sitiado” (Apiano. Iber. 90).

133 a.C.-

*Comenzó el sitio a la ciudad rebelde, y en una sola noche los bien entrenados soldados de Escipión levantarán un primer parapeto provisional que les servirá después para construir la circunvalación definitiva que cerrará la ciudad por todos lados, con siete campamentos rodeándola. En menos de un mes se levanto una segunda línea consistente en un profundo foso con terraplén y empalizada, y detrás de ésta se elevó un muro de tres metros de altura, cuatro de ancho, y nueve kilómetros de longitud. Éste muro dispondrá de cerca de trescientas torres y estará jalonado por los siete campamentos anteriormente mencionados. En la actual colina del Castillejo construirá Escipión su propio campamento y parapeto de observación. Numancia había quedado estrangulada, e incluso los ríos que la rodeaban, el Duero y el Merdancho, quedaron inhabilitados para buceadores o barcazas mediante un sistema de maderos erizados de garfios y entrelazados con cadenas que hacían imposible su tránsito. Los siete campamentos se comunicaban entre sí por un sistema de banderas y luces nocturnas, que permitían acudir en defensa de un punto del cerco en el caso de ser atacado; lo que unido a las barreras de empalizadas, foso, terraplén, segunda empalizada, muralla y tropas romanas, hizo imposible para los numantinos romper el cerco. Aún así Retógenes, líder numantino, apodado Caraunio y veterano de las guerras celtibéricas (ya se enfrentó a Roma en el 143 a.C. en la campaña de Metelo), conseguirá romper el cerco “una noche sombría” (Apiano. Iber. 94) y acompañado de cinco leales y otros tantos caballos, correrá a pedir ayuda a las ciudades cercanas. Ciudades con la que según Apiano (Iber. 94) tenían lazos de parentesco. La ayuda les llegará de la ciudad de Lutia, centro de cierta opulencia situado de Numancia a trescientos estadios (Ap. Iber. 94). Los jóvenes de Lutia se pusieron así del lado de Retógenes, pero los ancianos de la ciudad, temerosos de Escipión, acudieron en secreto a darle noticia de lo que estaba ocurriendo. Éste marchó de inmediato contra la ciudad celtibérica exigiendo la entrega de los conspiradores. En principio los ancianos se negaron, pero frente a las amenazas de Escipión de arrasar la ciudad hasta los cimientos se le hará entrega de los jóvenes rebeldes hasta un número de 400, a los que Escipión castigará cortándoles las manos. Al amanecer del día siguiente Escipión ya estaba de vuelta en su campamento y las esperanzas de Numancia, se agotaban…

La situación comenzó a ser desesperante en el interior de la ciudad arévaca y vistas las circunstancias a las que estaban siendo empujados, los Numantinos encabezados por un líder de nombre Avaro, acudieron a Escipión a solicitarle una salida pacífica y condiciones moderadas de rendición: “Avaro habló con énfasis sobre la opción y el valor de los numantinos y añadió que ni siquiera ahora estaban equivocados, al haber sufrido tantos males por sus hijos, sus mujeres y la libertad de la patria” y añadió “Oh Escipión, es especialmente digno que tú, un hombre colmado de tantas virtudes, perdones a este pueblo ardiente y valeroso y que nos ofrezcas condiciones más humanas que nuestros presentes males (…) que ya no está en nuestras manos sino es las tuyas o bien recibir la ciudad si ordenas algo moderado, o desdeñarla para destruirla en combate” (Apiano. Iber. 95). Escipión se mostrará sin embargo inflexible y exigirá la entrega total de todas las armas. Pedir la entrega de las armas, al igual que ocurrió en las negociaciones de Viriato con Lepido, suponía atentar contra las más altas concepciones de la mentalidad indígena, que parece cifrar en la posibilidad de empuñar un arma, la posibilidad de seguir sintiéndose libres y dueños de su destino (“los caballos y las armas les son más queridos que su propia vida” Trogo Pompeyo 44, 2, 3.) En consecuencia, las condiciones no fueron aceptadas y los numantinos, locos de desesperación, asesinaron a Avaro al comunicarles éste la decisión de Escipión. Tan trágico episodio nos mostrará cómo llegado este punto, en el interior de Numancia, la desesperación era absoluta, y cómo según el propio Apiano (Iber.95), los numantinos ya ni siquiera confiaban unos en otros. Pues el asesinato de Avaro, parece ser que respondió a la sospecha de que Avaro había obtenido de Escipión, su propia seguridad personal.

Finalmente el horror final llegó a Numancia de mano del hambre y tal fue la carestía, que se vieron obligados a comerse a los muertos, y en una vuelta de tuerca aún más siniestra, a practicar el canibalismo, comiéndose los más fuertes a los más débiles (Apiano. Iber. 96).

Destruido el espíritu de la ciudad, con una población posiblemente llegado este punto enfrentada, debilitada y desesperanzada, se decidió ya sin otra posibilidad la rendición frente a Roma. Escipión ordenará entonces que se le entreguen las armas un día en un determinado punto. Y que al día siguiente la población se entregue en otro. Sin embargo los numantinos dejarán pasar un día más antes de entregarse, pues la mayoría de ellos “aspiraban a la libertad y deseaban quitarse la vida ellos mismos” antes que caer en la esclavitud. Solicitarán así a Escipión un día más para poder suicidarse (Apiano. Iber. 96). “Tan grande era el valor y el amor a la libertad en esta ciudad bárbara y pequeña” (Apiano. Iber. 97)…

Nos encontramos aquí y al igual que ocurrió en el asedio de Sagunto, con un caso de suicidio colectivo y renuncia a la vida sino es en libertad e independencia. El mismo caso que ya hemos recogido en capítulos anteriores en la campaña de Bruto en Galicia, y que volveremos a encontrar más adelante en el asedio de Calagurris y en las guerras Cántabras. Una resistencia heroica y lucha desesperada, y un suicidio final antes que aceptar la pérdida de la libertad. La vida no es entendida así como un fin en sí mismo, y sin la posibilidad de ser dueños de su propio destino, muchos de los indígenas preferirán morir. Es en este punto donde se recogerá la muerte de Retogenes y sus leales, muerte que ejemplificará de manera épica y notoria la ética heroica y agonística de los pueblos de la Hispania prerromana:

“Retógenes, jefe numantino, rendida ya la ciudad, ordenó a sus hombres luchar a muerte por parejas frente a una gran hoguera mientras él observaba con su espada clavada en el suelo. Los vencedores, tras arrojar los cuerpos de los compañeros muertos al fuego, dirigieron sus armas contra ellos mismos y también se arrojaron al fuego. Finalmente Retógenes también se clavó su propia espada y acto seguido se arrojó al fuego con el resto de sus camaradas”

Floro 1, 34, 11.

 

*

Al tercer día, los últimos supervivientes se entregaron a Escipión, y aquí el dramatismo es tal que creemos que lo mejor es dejar hablar al propio Apiano: “penosos de ver y completamente transformados en su aspecto, con los cuerpos sucios y llenos de pelos, uñas y mugre, despidiendo un hedor insoportable, con ropa igual de mugrienta y no menos fétida. A la vista de sus enemigos parecían dignos de compasión por esta circunstancia, pero sus miradas eran terribles, pues todavía en ellas se veía la expresión de la cólera, del dolor, del esfuerzo, y de la conciencia de haberse devorado mutuamente” (Iber. 97).

Escipión eligió cincuenta de ellos para sus “fastos triunfales” en Roma, vendió el resto como esclavos, se ganó el apodo del “Numantino” (Apiano. Iber. 98) y repartió la ciudad entre los pueblos vecinos, mayormente pelendones, pero también arévacos. Roma finalmente había vencido…

Concluía de este modo la Guerra de Numancia, de manera tan trágica como épica, igual que pocos años antes terminó también la guerra de Viriato, y si bien ni mucho menos concluía aquí la conquista romana de Hispania, estos 20 años de saqueos, campañas, victorias, derrotas, asedios, paces, traiciones, valor y heroísmo, dejaban en la memoria uno de los capítulos más impresionantes y sugestivos de la Historia de España.

*

Desde un lejano 154 a.C. y los primeros saqueos lusitanos en la Ulterior, hasta el 133 a.C. y la rendición agónica de Numancia, se sucedieron así veinte años de guerras contra lusitanos y celtiberos, en la Ulterior y Citerior respectivamente, con dos epicentros diferenciados para cada uno de los escenarios: Por un lado Viriato en el caso lusitano. Y por otro Numancia en el caso celtibérico.

Para el caso lusitano y cómo hemos podido comprobar a lo largo de esta serie, el conflicto irradiará a otros pueblos prerromanos incluyendo a vettones, turdetanos, galaicos y diversas tribus y gentes del área Ulterior y la submeseta sur, como pudieran ser los carpetanos. Estando el origen del conflicto vinculado a las constantes razzias de los lusitanos sobre el sur Peninsular, al parecer en diversos casos, en connivencia con algunas ciudades y facciones turdetanas, que ven en la acción de los lusitanos, una oportunidad de sacudirse el yugo romano. Al mismo tiempo la deslealtad de los gobernadores romanos a su palabra y a sus pactos (recordemos a Galba), así como una muy posible necesidad de expansión territorial de los lusitanos, terminarán por configurar el cóctel explosivo del que surgirán las guerras lusitanas y la figura de Viriato.

Por otra parte y para el caso de Numancia, el origen del conflicto parecerá surgir de un territorio (el celtibérico), que cortado en dos por la frontera romana, da lugar a que Numancia, ubicada más allá de dicha frontera, se convierta en referencia, refugio y bastión desde el que luchar por la independencia celtibérica frente a Roma. El hecho de que la guerra numantina comience con el conflicto de las murallas de Segeda, en territorio celtibérico pero dentro de la frontera romana en la Hispania Citerior, así como el hecho de que irradie constantemente al territorio vacceo, área celtibérica lejana a las fronteras de Roma en la Península, nos pone en la pista del alcance ideológico que pudo suponer la resistencia a la ocupación romana, para el conjunto de los pueblos celtibéricos.

Es aquí que no estará de más señalar la relación que desde el 154 a.C. se dará entre las acciones de los lusitanos en la Ulterior, y las de los celtíberos en la Citerior, invitando los primeros a alzarse contra Roma a los segundos, en una muestra de conciencia de alteridad de ambos pueblos, respecto del invasor romano. El caso de Viriato incitando a los celtiberos a liberarse del yugo romano es el más claro ejemplo al respecto: “Viriato incitó a los arévacos, titos y belos, que eran tribus especialmente belicosas, a la defección de los romanos. Y éstos iniciaron otra guerra por su propia cuenta, la que llaman numantina debido a una de sus ciudades, y que se convirtió en un conflicto largo y penoso para los romanos” (Apiano. Iber. 66).

Uno y otro conflicto van así de la mano y estarán en cierta medida relacionados. Implicando entorno suyo toda una serie de pueblos, unos ajenos a Roma; caso de lusitanos, vetones, galaicos, arévacos, vacceos o cántabros. Y otros ya en áreas sometidas a Roma y divididos en rebeldes y pro romanos, caso de turdetanos, carpetanos, belos, titos o lusones. Unos y otros poniéndonos en la pista tanto de la solidaridad y colaboración entre ellos, como en la pista del choque entre los que se avenían a la conquista romana y los que la enfrentaban.

En cualquier caso la derrota de Viriato y de Numancia supuso el definitivo sometimiento de la Celtiberia, la Beturia y la Turdetania; así como la apertura del expansionismo romano a la Lusitania (incluyendo también aquí el territorio vetón), Galicia y las llanuras vacceas de la Celtiberia más occidental. Todos ellos territorios hasta ahora mayormente ajenos al poder de Roma y que a partir de este momento, quedarán al alcance directo de su expansión.

Dicha expansión y como todo en la conquista Romana de Hispania, será igualmente cosa ardua y complicada, y tras un periodo de paz bastante extenso de casi 20 años, la guerra volverá a los territorio de Lusitania y Celtiberia.

En esta ocasión, dará la impresión de que la generación que oyó contar desde niño la historia de la resistencia heroica de Numancia, o que creció oyendo leyendas y cánticos sobre las gestas de Viriato, tomará ahora las armas y se enfrentara a Roma; dando lugar a un nuevo periodo de guerras que si bien mal conocido y documentado, se prolongará otra vez en un extensísimo periodo de casi veinte años. Destacándose aquí la reanudación de las razzias lusitanas sobre el sur Peninsular un año sí y otro también, y la derrota a manos de los celtíberos de los “terribles cimbrios”, que habiendo entrado en Hispania para someterla a saqueo y depredación, llegados a la Celtiberia, encontraron en arévacos y pelendones, la horma de su zapato…

Posteriormente y tras otro periodo de paz de alrededor de diez años, aún quedarán ánimos entre celtíberos y lusitanos para tomar de nuevo las armas, si bien ahora implicándose en las guerras civiles de la República. Primero en la correosa y dura guerra Sertoriana, y posteriormente en las luchas de Pompeyo y César. Debiendo recalcarse aquí las batallas de Ilerda y de Munda, ambas acaecidas en Hispania.

*

Tras las guerras civiles, Hispania quedará agotada de tantos enfrentamientos y luchas y celtíberos y lusitanos ahora sí, quedarán definitivamente pacificados, viviéndose años de recuperación y sobre todo de consolidación del fenómeno de lo hispano-romano. El interior de Hispania se abría así a la romanización y era ya solo al norte, en tierras de cántabros y astures, que se mantenía la amenaza “bárbara”…

Serán las “Guerras Cántabras”, último episodio de la conquista romana de Hispania, entre el 29 y el 19 a.C. Diez años de dura guerra con el mismísimo emperador Augusto adentrándose en las fragosidades de la Cornisa Cantábrica…   Otro capítulo más de la apasionante de la Historia de España que por ahora, dejaremos para otra ocasión…

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Viriato y Numancia VI: Numancia derrota a Roma

en Cultura Celta/Historia por
Casco moncayo - Horcas Caudinas

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La Conquista Romana de Hispania: Viriato y Numancia. Parte VI

Tras la muerte de Viriato Roma se adentrará en el noroeste de Hispania. En las tierras de los galaicos. Allá se enfrentará a los brácaros y se vivirán episodios de gran dramatismo y heroicidad debido al carácter indómito de este remoto pueblo de los confines de Hispania.

 

Al mismo tiempo Roma tratará de poner fin a la rebeldía de Numancia enviando un ejército consular contra la pequeña ciudad celtibérica. El resultado será el de una de las derrotas más estrepitosas y vergonzosas de la historia de Roma. Numancia se proclamará vencedora y al igual que hizo anteriormente Viriato cuando derrotó al ejército consular de Serviliano, ofrecerá un acuerdo de paz en el que ser reconocida como “amiga libre e independiente de Roma”.

 

La victoria de Numancia hará virar entonces a los ambiciosos gobernadores romanos hacía el interior de la Meseta y el pueblo vacceo. Donde de nuevo y en esta ocasión en el asedio de Palentia, los romanos encontrarán en los duros celtíberos, la horma de su zapato…  

 

 

137 a.C.-

*Concluida la guerra de Viriato en el 138 a.C. el sucesor de Cepión en la Hispania Ulterior, el procónsul Décimo Junio Bruto, en gran medida como efecto colateral de la guerra contra los lusitanos, emprenderá una campaña contra los galaicos y el noroeste Peninsular.

Los pueblos galaicos habían guarecido a Viriato durante su huida de Cepión, formaban parte de un mundo ideológico y cultural similar al de Viriato, y posiblemente algunos de ellos se habían integrado también como miembros de su ejército. En este sentido y a decir de Apiano (Iber. 71), tras la muerte de Viriato y durante el 137 a.C. numerosas partidas de bandidos procedentes del territorio galaico se dejaron caer por territorios de la Lusitania y el sur Peninsular. La situación se hacía complicada para el procónsul, tanto por la movilidad de estas bandas y su número, como por la extensión del territorio abarcado  (desde el Betís hasta el Limia, pasando por el Tajo y el Duero). Esto le llevará a decidirse por atacar directamente las ciudades de procedencia de los saqueadores. Tratando de provocarles la necesidad de volver a sus hogares para defenderlos.

En su campaña por el noroeste Bruto cruzará la Lusitania saqueando todo a su paso y llegado al río Letes cruzará al otro lado, continuando su campaña por territorios hasta ese momento desconocidos para Roma[1]. Alcanzará así el corazón del territorio galaico luchando contra los brácaros en el torno del río Nimio, dándose épicos momentos de heroísmo, con las mujeres armadas luchando junto a los hombres, muriendo sin replegarse, dar la espalda o proferir gritos o lamentos, y en el caso de las mujeres capturadas, dándose muerte ellas a sí mismas y a sus hijos antes que aceptar el cautiverio (Apiano. Iber. 72).

[1] Aquí se contará una anécdota muy interesante (Estrab. III. 153)… Este río Letes del noroeste de Hispania, era confundido por los romanos con el legendario río Lete. Río de los confines del Mundo y en los entornos del Hades que al cruzarlo, provocaba en los mortales el olvido de quienes eran y cuál era su lugar de procedencia, perdiendo para siempre la memoria. El propio Décimo Junio Bruto pondrá fin al miedo supersticioso que paralizaba a sus hombres cruzando él mismo el río y llamándolos entonces por su nombre. Éstos, viendo que su general mantenía la memoria cruzarán también al otro lado (Plin. H.N. IV. 22 s. 35) Adentrándose a partir de ahí en el interior de Galicia.

La campaña de Bruto concluirá con la toma de Talabriga (ciudad galaica que tras aliarse con Roma después se rebelará),  y supondrá una primera vía de penetración de Roma en el noroeste Peninsular así como un primer contacto con los pueblos del norte de Hispania. No volviendo a aparecer “Galicia” en los planes de Roma hasta la campaña de Julio Cesar  del 61 a.C. (originada también en un conflicto con bandas de saqueadores lusitanos). Más adelante y ya con las Guerras Cántabras Galicia se incorporará definitivamente a Roma, si bien como todo el norte y noroeste Peninsular, con un grado medio y bajo de romanización.

*En definitiva, tras la guerra contra Viriato, los romanos como reflujo de ésta, atacarán Galicia, de la que probablemente surgen parte de las bandas de saqueadores que genéricamente Roma denomina lusitanos. Término que parecen referir para los romanos todo el mundo de la cultura castreña del centro-oeste y noroeste Peninsular. Algo parecido ocurrirá con la cultura meseteña a la que genéricamente designa como celtibérica. El fenómeno se vuelve a repetir en el último tramo de la conquista romana de Hispania, donde Roma englobará genéricamente como cántabro y astur, a todo lo referente a los pueblos en armas del norte Peninsular.

Por otra parte, tenemos que entender, que todos estos pueblos: lusitanos, vetones, galaicos,  cántabros, astures… serían pueblos de una celticidad arcaica que  usando la terminología de Almagro-Gorbea (1993 y 1995), podremos denominar “indoeuropea protocéltica”. Ese arcaísmo y por ende alteridad respecto de la celticidad más plena de los pueblos del interior de Hispania, parece ser reconocida por los  propios romanos no solo con esas generalizaciones que hemos señalado, sino también con la insistencia de las fuentes clásicas en afirmar el carácter más bárbaro y atrasado de los pueblos del norte y noroeste Peninsular.

  Del mismo modo, esa celticidad “más plena” que encontramos en la Meseta (y con esto queremos decir más afín a los modelos de celticidad que podemos encontrar en las Galias), no dejará de ser una celticidad genuinamente hispánica, dotada de características específicas propiamente celtibéricas. Destacando el hecho de que se dé impregnada de aportaciones culturales y étnicas del mundo ibérico. De ahí la terminología “celtiberos”, tanto como celtas de Iberia, como celtas “iberizados”. Siendo el ejemplo más claro de esto último, el uso del alfabeto ibérico por parte de los celtíberos.

En este orden de cosas y entre los cántabros, Peralta Labrador (2000) encuentra sobre un fondo protocéltico, desarrollos culturales posteriores derivados de la influencia del mundo celtibérico de la Meseta. Estas zonas de conexión entre un mundo y otro, de una misma raíz indoeuropea pero diferente nivel de celticidad, debieron crear un panorama muy heterogéneo con diversos grados y modelos más o menos arcaicos de dicha celticidad. Modelos que en cierta medida y como hemos indicado, parecerán poder recogerse en las propias fuentes clásicas.

*Pacificada la Hispania Ulterior, Roma tenía ahora las manos libres para centrarse en la Citerior, en la que cómo hemos podido ver en anteriores capítulos, los celtíberos, soliviantados por los éxitos de Viriato y las predicaciones de Olíndico, se habían alzando en armas de nuevo y desde el 143 a.C.  estaban poniendo las cosas muy difíciles a Roma…

*

*En la Hispania Citerior, mientras Bruto atacaba a los Galaicos, Roma enviaba un nuevo procónsul de nombre Cayo Mancino. El gobierno de Mancino en la Citerior supondrá un desastre antológico para las armas de Roma, siendo comparado y recordado por los romanos como un episodio tan vergonzoso como el legendario capítulo de las Horcas Caudinas[2].

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[2] El episodio de las Horcas Caudinas, acaecido en el 321 a.C., supuso uno de los momentos más humillantes de la historia de Roma, y siempre fue recordado así como ejemplo moralizante para la ciudadanía romana:   En el año 321 a. de C. y en las luchas de Roma contra los samnitas,  un ejército romano intentó pasar los Apeninos por un estrecho desfiladero cercano a la ciudad de Caudio conocido como de las Horcas Caudinas. Los samnitas cortaron la salida del desfiladero con rocas y árboles y rodeando a los romanos, los metieron en una ratonera de la que para salir con vida, tuvieron que aceptar unas condiciones humillantes de rendición.

Los soldados romanos fueron desarmados y obligados a vestir únicamente con una túnica, debiendo pasar inclinados uno en uno por debajo de una lanza horizontal dispuesta sobre otras dos clavadas en el suelo. Desde entonces el propio dicho de “hacer pasar bajo las Horcas Caudinas” hará referencia a tener que pasar por unas condiciones de rendición humillantes.

Roma volvía así a atacar Numancia, esta vez con todos los efectivos de un ejército consular en lo que parece una campaña, para acabar definitivamente con el problema de la rebeldía numantina.

Mancino se dirigió directamente contra Numancia. Frente a la ciudad arévaca levantará un cerco, pero las salidas de los numantinos le provocarán numerosas bajas y finamente se verá obligado a replegarse sobre su campamento. Allí le llegará el rumor de que vacceos y cántabros acudían en ayuda de Numancia. Asustado pasará la noche sin hogueras y tratará de huir alcanzando los restos del antiguo campamento de Nobilior (campaña del 154 a.C.). Allí será bloqueado por los celtíberos sin darle escapatoria posible. Acorralado y con las posiciones sin fortificar los celtiberos le amenazarán con acabar con todos y no dejar ni uno vivo si no se aviene a pactar unas condiciones de paz definitiva con ellos.

Importante aquí resaltar este detalle: La propuesta de los celtíberos de teniendo al ejército romano a su merced no aniquilarlo, sino ofrecer un pacto para la paz. Al igual que Viriato, una vez conseguida la victoria total sobre Roma y sobre un ejército consular, los indígenas Hispanos no pasarán a cuchillo hasta el último romano, sino que mediante un acto de buena voluntad, y un perdón de la vida de los derrotados, tratarán de llegar a un status quo de igualdad con Roma. De “amigos libres del pueblo romano”. Tal como anteriormente hizo Viriato tras derrotar el ejército de Serviliano.

De nuevo el valor de los gestos denotará su peso en la concepción ideológica indígena, y la búsqueda de la paz será entendida como reconocimiento de la independencia indígena en relación de amistad con los romanos. Mancino capituló y Numancia se proclamó vencedora (de igual manera que Viriato frente a Serviliano en el 140 a.C.). Los numantinos se llevarán los bagajes y el armamento del ejército romano como botín y como detalle anecdótico, se recogerá que los numantinos se llevarán también los libros de cuentas del questor de Mancino. Éste al enterarse, volverá sobre sus pasos hasta territorio arévaco, donde será tratado con gran referencia, devolviéndosele, no solo sus libros, sino todo lo que quisiera del botín de guerra que les habían arrebatado (de nuevo el peso de los gestos, en este caso la generosidad como valor y gesto debido del vencedor). Graco, que así se llamaba el questor, en un rasgo de piedad muy propio de algunos romanos, se llevó solo el incienso utilizado en los sacrificios públicos (Plut. Tib. Grac. IV).

Por desgracia para los numantinos el Senado no aceptará la capitulación. Mancino defenderá su postura frente al senado alegando las vidas que había salvado y argumentó que Roma en el tratado con Numancia no perdía ninguna de sus posesiones en Hispania, y que en todo caso reconocía la independencia de la ciudad arévaca, la cual además quedaba como amiga de Roma. Para el senado las explicaciones de Mancino no fueron suficientes, y obligaron a Mancino a rendirse personalmente y entregarse él mismo a los numantinos, pues ellos, el Senado, no reconocía ninguna capitulación frente a Numancia. Mancino será llevado desnudo y atado frente a la ciudad arévaca y allí será abandonado a su suerte… Los celtíberos, en un rasgo de nobleza y dignidad, no lo aceptarán e ignorarán a Mancino, siendo devuelto llegada la noche al campamento romano. Mancino fue expulsado del Senado y retirada la ciudadanía romana. Más tarde llegó a recuperarla llegando a ser pretor. Al final de sus días se costeo una estatua en la que aparecía desnudo recordando el lamentable suceso…. (Plinio, NH. XXXIV. 18)

*Roma rechazó la capitulación de Mancino, pero al igual que con la falsa paz de Quinto Pomeyo, Numancia a pesar de no conseguir con sus victorias y buena voluntad una paz definitiva y un reconocimiento de su independencia, si obtendrá unos años de estabilidad sin conflictos directos con Roma. Así durante casi tres años consecutivos, los siguientes gobernadores de la Hispania Citerior no atacarán el territorio arévaco, que se habrá ganado un merecido respeto. Solo cuando una ambicioso Escipión consiga hacerse cónsul y organice su propio ejército, Numancia volverá a enfrentarse con Roma…

*Merece la pena destacar aquí cómo, en las guerras de Roma contra lusitanos y celtíberos, Viriato en el 140 a.C. y tres años después Numancia, consiguen derrotar respectivamente al ejército que se ha enviado contra ellos obteniendo una capitulación del procónsul que lo dirige. Y en ambos casos, pudiendo aniquilar al ejército romano, ofrecen sin embargo y con un acto de buena voluntad, un pacto de paz que les permita vivir en independencia y como amigos libres de Roma.

Obviamente este interesante paralelismo entre dos áreas y pueblos diferentes de la Hispania céltica y rebeldes ambos frente a Roma, nos estará dando claves de su universo ideológico. De su manera de entender la guerra y la victoria.

*

Ese mismo año de la derrota de Mancino, Emilio Lépido será enviado a la Hispania Citerior para sustituirle. No atacará a Numancia pero sí se lanzará sobre el territorio vacceo a saquearlo y obtener botín, haciéndose acompañar del gobernador de la Hispania Ulterior, Décimo Junio Bruto, quien regresaba en ese momento de su campaña victoriosa contra los Galaicos.

El senado hará gestiones para evitar esta campaña de saqueo deliberado del territorio Vacceo, pero el ambicioso Lépido, igual que anteriormente hizo Lúculo, no atenderá a razones, y atacará la capital vaccea de Palentia. Pondrá sitio a la ciudad, pero la situación se complicará progresivamente, con una ciudad que se niega a rendirse, que trata de impedir en lo posible el avituallamiento romano, y que consigue que la sombra del hambre se cierna sobre el campamento de Lépido y Bruto. Finalmente es condiciones muy precarias, Lépido tuvo que levantar el asedio en plena noche, pero percatados los vacceos, saldrán tras él causándole muchas bajas y obligándole a abandonar a heridos y enfermos. Debido a su desobediencia y lo desastroso de su campaña contra los vacceos, Lépido fue destituido y multado por el Senado.

136 a.C.-

*A Lepido le seguirá en el gobierno de la Hispania Citerior, Furio Filón, que entregará a Mancino a los numantinos, y que tampoco se atreverá a atacar la ciudad arévaca, contentándose con saquear las cosechas vacceas.

135 a.C.-

*El sucesor de Furio, Calpurnio Pisón, hará el mismo papel que el anterior. No afrontará el problema numantino, y tras saquear el territorio vacceo del que obtendrá escaso botín, invernará en la Carpetania (suponemos en Toledo o en Complutum, en la actual Alcalá de Henares).

*Desde el 137 a.C. Numancia permanece en paz, y tras dos años consecutivos robando grano a los vacceos el ejército romano en la Hispania Citerior, se debilitará y abandonará. En este estado de indisciplina lo encontrará Escipión cuando llegue a Hispania dispuesto a rendir la pequeña ciudad arévaca

*

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Viriato y Numancia V: El fin de Viriato

en Cultura Celta/Historia por
La Conquista Romana de Hispania: Viriato y Numancia.20 años de guerras

La Conquista Romana de Hispania: 20 años de guerras

La Muerte de Viriato y el fin de la resistencia lusitana 

La conquista romana de Hispania duró cerca de doscientos años. Dos siglos en los que a lo largo de un arduo proceso los pueblos célticos, ibéricos y celtibéricos pasaron a formar parte de Roma. Durante ese tiempo se sucedieron grandes episodios históricos así como grandes momentos de épica y heroísmo: la Segunda Guerra Púnica, las Guerras Celtibéricas y Lusitanas, las Guerras Sertorianas, la Guerra de César y Pompeyo, las Guerras Cántabras… Y quizás en todo este proceso y como paradigma de la resistencia indígena a la conquista romana, las luchas de Viriato y de Numancia. Lusitanos y Celtíberos frente a los invasores romanos de mano respectivamente, de un líder guerrero y de una ciudad, tan pequeña como indomable…

 

En este quinto episodio de nuestra crónica sobre “Las guerras de Viriato y de Numancia”, llegamos quizás a uno de los momentos más trágicos y conmovedores de las luchas contra Roma en la península Ibérica: Viriato se encontrará con que Roma no acepta los términos de la paz e independencia que ha conseguido con sus victorias, y la guerra se reanudará con renovado ahínco y determinación. Perseguido hasta los confines de Hispania y obligado a tomar decisiones tan duras como dolorosas, Viriato finalmente se avendrá a un nuevo intento de negociación. Siendo entonces que la vileza de Roma así como la bajeza humana, se unirán en una traición digna de una obra shakesperiana…

 

La presente crónica no pretende ser exhaustiva o académica y si bien se elabora desde el rigor, su vocación es fundamentalmente divulgativa. En este sentido y en orden a facilitar la lectura recogeremos al final de cada parte las fuentes bibliográficas pero no las trasladamos al texto más que puntualmente.

 

*

139 a.C.-

*Tal como vimos en el anterior capítulo, Viriato había conseguido con su victoria sobre el ejército consular de Serviliano, el reconocimiento de su independencia así como el status de “amigo del pueblo de Roma”. Sin embargo, poco iba a durar el pacto de paz y la alianza entre romanos y lusitanos, pues el propio hermano de Serviliano, Cepión Máximo Emiliano, repudiará los tratados firmados con Viriato, y hostigará al senado hasta conseguir de éste la ruptura del pacto y la reanudación de la guerra.

Llegado a Hispania como nuevo procónsul y con un renovado ejército, hará la guerra abiertamente y sin remisión, atacando y tomando en primer lugar la ciudad de Erisana (posiblemente la actual Azuaga, en Bajadoz), aliada de Viriato durante años y escenario en el que Serviliano, había cosechado su estrepitosa derrota. Seguidamente Cepión, con fuerzas mucho mayores que las que en ese momento disponía Viriato, saldrá en su persecución.

Aquí hay que pensar, que tras el tratado de paz que Viriato consigue así como tras su reconocimiento como amigo de Roma, su ejército habría sido en gran medida desmovilizado. Los largos años de guerra y fatigas, la victoria sobre Serviliano, y la aparente paz e independencia conseguida, habría movido al grueso de sus hombres y por decirlo así, a “volver a sus casas”.

Es así que llegado Cepión, con un nuevo ejército consular y decidido a reanudar la guerra, a Viriato no le habría quedado otra opción que huir…

Viriato huirá a través de la Carpetania destruyendo todo a su paso y buscará refugio entre los vetones, posiblemente en su “santuario” y base de operaciones del la actual sierra de San Vicente. Desde allí y haciendo gala de nuevo de su astucia, conseguirá engañar a Cepión, al que hará creer que se disponía a entablar batalla campal con él, para sin embargo y mediante una hábil maniobra, escapar “con menosprecio y tan rápidamente que ni siquiera pudieron darse cuenta sus perseguidores, de hacia dónde había salido huyendo” (Apiano. Iber. 70).

Viriato escapará entonces más al norte, refugiándose entre los galaicos, siendo que hasta allí lo perseguirá Cepión, asolando a su paso los campos de éstos y de los vetones. Lo apurado de la situación y la persecución de Cepión incluso hasta territorio galaico, moverá a Viriato a buscar algún tipo de negociación, ejerciendo de mediador el gobernador de la Hispania Citerior, Pompilio Lenas. En la negociación los romanos exigirán a Viriato la entrega de rehenes y desertores, y se entenderá aquí que esos desertores, no serán sino antiguos soldados auxiliares y aliados hispanos de Roma, avenidos a abandonar las filas de ésta para a unirse al ejército de Viriato y luchar con él, contra sus antiguos amos.

Viriato, en lo que quizás pudo ser su gran error, accederá a las solicitudes de los romanos, ejecutando eso sí él mismo y previamente, a algunos de estos desertores. Por decirlo así, prefiriendo matarlos él, antes de que los matasen los propios romanos. Nos podemos imaginar aquí lo traumático del episodio, tanto para Viriato como para sus hombres, en lo que debió ser uno de los momentos más bajos para todos ellos…

Cabe señalar también aquí, cómo entre los desertores ejecutados por Viriato, estará su propio suegro, Astoplas, antigua aliado de Roma que tras el matrimonio de su hija con el rebelde lusitano, se unió a las filas de éste.

Astoplas debía pertenecer a algún tipo de élite terrateniente favorecida por los romanos en el sudoeste de la Península, y destaca la anécdota de las riquezas de las que hizo gala en las bodas de su hija con Viriato, y de cómo éste, manifestó su indiferencia hacia la riqueza puramente material de su suegro:

“Cuando con motivo de su matrimonio se exhibieron copas de oro y toda clase de vestidos y lujosos bordados, (Viriato) apoyado en su lanza los contemplaba sin ningún signo de admiración o sorpresa, sino que mostraba más bien un sentimiento de desdén (….) dejando caer muchas observaciones sobre (…) la necedad de enorgullecernos de los dones inestables de la fortuna”

Diodoro de Sicilia XXXIII, 7, 1-2.

 

Cepión en todo caso, no quedará satisfecho con el sacrificio de los desertores y exigirá una vez resuelto éste asunto, la entrega incondicional de las armas. Esto obviamente supuso demasiado para Viriato, las armas eran el símbolo de su condición guerrera, su libertad y su dignidad, y la entrega de las mismas era algo por lo que ningún caso estaba dispuesto a pasar. Recordemos aquí las fuentes romanas al hablar de los pueblos hispanos y su relación con las armas, los caballos o la guerra:

“Les era preferible morir luchando con gloria a que sus cuerpos desnudados de sus armas fueran entregados a la más abyecta esclavitud”

Diodoro de Sicilia, V 33, 25.

“Los caballos y las armas le son más queridos que su propia vida”

Trogo Pompeyo 44, 2, 3.

Viriato romperá así las negociaciones y marchará de nuevo a esconderse a las montañas y zonas más salvajes y abruptas, suponemos del noroeste y oeste de Hispania. La información a partir de aquí es bastante confusa pero parecerá que Cepión no cejará en su persecución y que Viriato, de nuevo mediante su astucia y técnica de guerrillas, conseguirá ir escapando si bien posiblemente cada vez más aislado y debilitado.

Finalmente ese mismo año, y regresado al que había sido su santuario y guarida durante todos estos años de guerra (el “Monte de Venus” en la actual sierra de san Vicente de Toledo), Viriato se enfrentará de nuevo a los romanos. Tras sucesivos choques en los que Viriato no termina de ser derrotado, pero en los que tampoco logra poner fin a la “caza al hombre” a la que se ha visto sometido, Viriato se decide a pasar de nuevo a las negociaciones.

Según Apiano (Iber. 74), Viriato envió a negociar con Cepión a “los más leales de sus amigos: Audax, Ditalcón y Minuro”.

Naturales de la Bética, concretamente de Urso (Osuna), los tres parece que pudieran ser antiguos auxiliares hispanos del ejército romano en la Turdetania, que al inicio de las guerras de Viriato, habrían abandonado las filas romanas para unirse a las tropas del rebelde lusitano. Cosa que por otra parte debió darse con cierta profusión en muchas áreas de la Hispania Ulterior.

En todo caso, la épica y tragedia de la historia de Viriato alcanza aquí uno de sus momentos más dramáticos, pues por motivos que se nos escapan pero en los que seguro estuvo presente la entrega de desertores a Cepión en la anterior negociación, Audax, Ditalcón y Minuro, serán “corrompidos” por Cepión y traicionarán a Viriato matándolo mientras dormía ( Apiano. Iber. 74).

Apiano lo cuenta así: “corrompidos por Cepión mediante grandes dádivas le prometieron que darían muerte a Viriato. Y lo asesinaron de este modo: Viriato solía dormir poco a causa de sus preocupaciones y esfuerzos, y la mayor parte de las veces descansaba armado, para que al despertarse estuviera dispuesto inmediatamente a todo. Así pues, sus amigos podían visitarle durante la noche. A causa de esta costumbre, Audax y sus secuaces y después de vigilarle, pudieron entrar en su tienda en el primer sueño, como si en efecto algo importante urgiera comunicarle, aprovechando entonces para degollarle. Como estaba protegido por la armadura no era posible matarle por otra parte del cuerpo. A causa de lo certero de la herida pudieron escapar hasta Cepión sin que nadie se diera cuenta de lo ocurrido (…) Los sirvientes de Viriato y el resto del ejército, cuando llegó el día y pensando que todavía descansaba, se sorprendieron por lo inhabitual de su sueño, hasta que algunos se dieron cuenta de que aunque armado yacía cadáver (…) lo que les dolió de manera más especial fue no poder encontrar a quienes lo habían hecho (Iber. 74).

La tragedia se consumaba y tanto los traidores como el propio Cepión, dejaban su nombre grabado en los anales de la indignidad y la vergüenza. En este sentido el propio senado de Roma se avergonzó de lo ocurrido y rechazó la acción como indigna, negando el triunfo a Cepión.

* Viriato fue honrado por sus hombres con un auténtico funeral guerrero digno de héroe homérico, unas extraordinarias exequias que las propias fuentes romanas no pueden sino detenerse a detallar: “Tras haber adornado a Viriato del modo más espléndido le prendieron fuego sobre lo alto de una pira funeraria y le inmolaron numerosas víctimas. Por secciones la infantería y la caballería marcharon alrededor del cadáver mientras entonaban cánticos al modo bárbaro para después sentarse todos en torno a él hasta que el fuego se extinguió. Una vez concluido el ceremonial iniciaron un certamen de combates singulares sobre su tumba” (Apiano, Iber. 75).

Obviamente, la información que se nos da aquí sobre el universo de creencias del mundo prerromano en Hispania en riquísima. Trasluciéndose toda una concepción épica, heroica y guerrera de la vida, la muerte, el mérito y la ejemplaridad, que no puede sino hacer eco tanto con el mundo que Homero retrata en su Iliada (recordemos los funerales de Patroclo), como con el mundo que se recoge en las sagas vikingas y la antigua Escandinavia. De igual manera, un universo análogo de creencias éticas, estéticas y espirituales en torno a la figura del guerrero y el ideal del héroe, podrá encontrarse en los cantares de gesta del medievo europeo. De Roldan al Cid, de los Nibelungos a la muerte del rey Arturo. Evidentemente en este caso, todo ello recogido con las correspondientes vestiduras del cristianismo medieval.

Dará la impresión en este sentido, que desde la lejana Edad del Bronce y pasando por las culturas bárbaras de la Edad del Hierro, hasta llegar a la Edad Media, una misma idea de fondo se habría mantenido viva entre los pueblos europeos. Una idea que hace de los valores heroicos y guerreros, un puntal fundamental de su concepción del mundo.

Por otra parte, es de suponer que el funeral de Viriato se habría llevado a cabo en algún lugar de la actual sierra de san Vicente, en la provincia de Toledo. Sierra donde se encontraba ese “monte de Venus” que sirvió de refugio y “cuartel de invierno” a Viriato, durante sus ocho años de guerra contra Roma. También lugar donde tuvo sus últimos enfrentamientos con Cepión.

Por desgracia, no tenemos todavía información arqueológica al respecto, pero sería interesantísimo poder encontrar los posibles restos del funeral, léase aquí víctimas, cremaciones, armas, etc…

Cabe destacar los elogios de los propios autores romanos a la figura de Viriato. Elogios a través de los cuales se traslucirá no ya la admiración para con el enemigo vencido, si no también la ejemplaridad de éste para con el ideal de virtus de la propia Roma:

Viriato consiguió que durante los ocho años que duró su guerra contra Roma, un ejército constituido de elementos diversos nunca se le rebelara y siempre fuera sumiso y resuelto a la hora del peligro. Fue el que más dotes de mando tuvo entre los bárbaros, y el más atrevido ante todo y por delante de todos, y el más presto y generoso en el reparto del botín. Pues nunca aceptó tomar una parte mayor aunque continuamente se le animase a ello, e incluso lo que tomaba se lo entregaba a quienes más se habían destacado en la lucha”.

Apiano. Iberia. 75.

“Viriato estaba satisfecho con cualquier comida que tuviese y cualquier bebida le satisfacía; la mayor parte de su vida la paso al raso y estaba satisfecho con lo que la naturaleza le daba. En consecuencia, era indiferente al calor o al frió (…) satisfacía todas sus necesidades con cualquier cosa que encontrase a mano como si fuese la mejor (…) llevaba adelante la guerra no por la búsqueda de ganancias personales, o de poder, o movido por la ira, sino por el placer de las hazañas de la guerra en sí misma; pues se consideraba a la vez amante de la guerra y señor de la guerra”

Dión Casio XXII, 73, 1-4.

 

“Viriato consideraba la autosuficiencia su mayor riqueza, la libertad su patria, y la supremacía derivada del valor su más segura posesión”

Diodoro de Sicilia, XXXIII; 7, 3.

“Viriato en el reparto del botín nunca tomaba una parte mejor que la de sus compañeros y de lo que tomaba, le obsequiaba a los soldados que más se lo merecían o más lo necesitaban”

Diodoro de Sicilia, XXXIII 33, 21.

*Ese mismo año de la muerte de Viriato, el gobernador de la Hispania Citerior, Pompilio Lenas, no se atreverá atacar a Numancia y la concederá un breve descanso que durará lo que su gobierno. Sin embargo esto no le impedirá saquear los territorios vacceos para impedir los aprovisionamientos de grano de la ciudad arévaca, y saquear el territorio Lusón, del que en todo caso y al parecer, no conseguirá obtener botín. Por otro lado y cómo ya hemos visto, en vista de su inoperancia en la Citerior, servirá como negociador en la Ulterior en la guerra contra Viriato.

Esta misma línea de actuación la mantendrá al año siguiente, no llegándonos información alguna de nuevos enfrentamientos con Numancia.

En este sentido, a pesar de esas malas artes de Pompeyo que hemos podido ver en el anterior capítulo, los numantinos conseguirán dos años de relativa paz. Quizás en parte porque el senado mientras resuelve el litigio “Numancia vs Pompeyo”, o una vez resuelto éste, no estima oportuna una gran campaña contra Numancia. Quizás también porque ni hay efectivos suficientes ni preparados, como para reanudar la guerra en toda regla, contra la pequeña pero indomable ciudad arévaca.

138 a.C.-

*Muerto Viriato, los lusitanos nombran un sucesor en la persona de Taútalo, y al año siguiente, harán campaña tratando de saquear la actual Cartagena. Cepión los derrotará al cruzar los lusitanos el Betís y Taútalo, muy inferior al romano, se entregará con su ejército a Cepión, con la esperanza de ser reconocidos como súbditos de Roma. Cepión les arrebatará las armas y su sucesor Décimo Junio Bruto, los repartirá tierras reasentándolos en Valentia (no la de la costa levantina si no en el actual Portugal).

Era el fin de la guerra de Viriato, iniciada en el 147 a.C. y concluida nueve años después en el 138 a.C. Un conflicto que a su vez se remontaba a mucho antes y a las razzias lusitanas en la Hispania Ulterior y la Turdetania. Razzias que habrían comenzado en el 154 a.C., que ya se habían dado en momento tan temprano de la presencia romana en Hispania como el 195 a.C., y que suponían uno de los rasgos característicos de las luchas de Roma contra los lusitanos.

Posteriormente los lusitanos volverán al tablero de las luchas de Roma en Hispania con las Guerras Sertorianas (78-72 a.C.). Esta vez una guerra civil romana trasladada a la península en la que los lusitanos, jugarán un papel fundamental. Constituyéndose parte importante del ejército sertoriano, así como haciendo del “rebelde romano”, líder de la “disidencia” hispana frente a los mandatos del senado de Roma.

Finalmente será en el 61 a.C. y de mano del propio Julio César, que se dará el “último acto” de las luchas de Roma contra los lusitanos. Esta vez con el legendario general romano gobernando en sus años de juventud la Hispania Ulterior, y haciendo campaña contra los lusitanos, en reprimenda de nuevo a los saqueos y razzias de éstos. César los perseguirá y sitiará en torno al llamado “Monte de Hermes” (la actual sierra de la Estrella y posible “montaña sagrada” para el mundo lusitano), continuando después su persecución contra los últimos rebeldes lusitanos hasta Galicia y posiblemente el entorno de la actual Ría de Vigo y las Islas Cíes. Allí doblegará los últimos rescoldos de la resistencia lusitana.

Desde el año 195 a.C. al 60 a.C. un larguísimo periodo de guerras y enfrentamientos en el que los lusitanos, acompañados en muchas ocasiones por vetones y galaicos, y durante las guerras de Viriato, por rebeldes antiromanos de la Turdetania y la Carpetania, se constituirán como unos de los enemigos más formidables y pertinaces de la historia de Roma. Un pueblo hispano entonces del que sabiendo que está en nuestras raíces, podemos estar orgullosos de su espíritu guerrero e indomable independencia. Teniéndolo presente como enseñanza y ejemplo de nuestro pasado, para la formación del carácter de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

*

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Viriato y Numancia IV: El triunfo de Viriato

en Cultura Celta/Historia por
La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia. Parte IV

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La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia. Parte IV

-Triunfa Viriato. Muere Olíndico. Y falsa paz en Numancia-

La conquista romana de Hispania duró cerca de doscientos años. Dos siglos en los que a lo largo de un arduo proceso los pueblos célticos, ibéricos y celtibéricos pasaron a formar parte de Roma. Durante ese tiempo se sucedieron grandes episodios históricos así como grandes momentos de épica y heroísmo: la Segunda Guerra Púnica, las Guerras Celtibéricas y Lusitanas, las Guerras Sertorianas, la Guerra de César y Pompeyo, las Guerras Cántabras… Y quizás en todo este proceso y como paradigma de la resistencia indígena a la conquista romana, las luchas de Viriato y de Numancia. Lusitanos y Celtíberos frente a los invasores romanos de mano respectivamente, de un líder guerrero y de una ciudad, tan pequeña como indomable…

 

En este cuarto episodio de nuestra crónica sobre “Las guerras de Viriato y de Numancia”, nos encontraremos con la “peculiar” y heroica muerte de Olíndico, líder ideológico y espiritual de los celtíberos. También con el triunfo de Viriato frente al cónsul romano enviado a Hispania ex profeso para acabar con él. Dos episodios auténticamente cinematográficos.

 

Por su parte Numancia, tendrá que vérselas de nuevo con los engaños y abusos de los “gobernadores” romanos…

La presente crónica no pretende ser exhaustiva o académica y si bien se elabora desde el rigor, su vocación es fundamentalmente divulgativa. En este sentido y en orden a facilitar la lectura recogeremos al final de cada parte las fuentes bibliográficas pero no las trasladamos al texto más que puntualmente.

*

143 a.C. –

*Llegado Metelo y su ejército consular a la Hispania Citerior, lo primero que hará será tomar la ciudad celtibérica de Centóbriga. Estando todavía frente a dicha ciudad recibirá el ataque en plena noche y en su propia tienda, del “druida o profeta” celtibérico Olíndico, que había conseguido introducirse en el campamento romano en solitario con su lanza de plata, y que apunto estará de acabar con la vida del procónsul, siendo reducido y muerto en el último momento por la guardia de éste. La guerra comenzaba como un siniestro presagio: el ataque audaz y sorpresivo del “oráculo” de los celtiberos al cónsul de Roma y en el propio campamento romano. Cabrá preguntarse en este sentido, hasta qué punto la guerra pudiera estar enardecida por el elemento religioso en el bando celtibérico, pues una suerte de “druida” había predicado la guerra contra Roma durante los años de la paz de Marcelo, y ahora ese mismo “profeta” y en el mismo momento de la reanudación de las hostilidades, se colaba en solitario hasta el corazón del campamento romano y trataba de atentar contra la vida del cónsul… En todo caso Metelo conseguirá tomar Centóbriga no volviendo a actuar ya hasta el año siguiente.

142-141 a.C. –  

*En el año 142 a.C. no se registrarán actividades militares dignas de mención en la Hispania Ulterior, y Viriato se afianzará en sus posiciones. Pero llegado el 141, Roma enviará una poderosa ofensiva de casi 20000 hombres y 10 elefantes, dispuesta a poner fin terminantemente con el guerrillero lusitano.

*Mientras en la Citerior y tras la toma de Centobriga el año anterior, Metelo tomará la ciudad de Contrebia, de los celtíberos lusones, consiguiendo tras la caída de ésta y mediante una hábil labor diplomática, la adhesión de diversas tribus celtibéricas y ciudades. Es éste orden de cosas habrá que destacar a un jefe celtibérico de nombre Retógenes, que siendo originario de Centóbriga, se habría pasado al bando romano tras la caída de ésta, y que participando en el asedio de Contrebia, tuvo que ver como sus propios hijos eran dispuestos por los asediados como escudos humanos en las murallas, frente a las catapultas romanas. La decisión “humanitaria” de Metelo de no atacar en ese caso por respeto a su aliado, provocó la simpatía de muchos celtiberos hacia el cónsul romano, que a partir de ese momento se pusieron en disposición de pactar con él. Tenemos así un ejemplo claro de la sensibilidad celtibérica a la política de gestos, y de nuevo el valor del carisma personal del individuo, en la concepción de las lealtades y pactos de los celtíberos. Por otra parte, debemos suponer que este Retógenes, es el mismo que más adelante quedará como último jefe de Numancia. Pasando así y cómo podemos comprobar, por un primer momento de enfrentamiento con Roma en la defensa de Centóbriga, un segundo momento de alianza con Roma tras la caída de dicha ciudad, y más adelante un tercer momento de volver a enfrentarse con Roma, esta vez en la defensa de Numancia.

En cualquier caso y finalmente Contrebia será tomada, no sin dificultad…

En un primer momento Metelo sufrirá de hecho la defección de cinco cohortes romanas que se negarán a atacar la ciudad, pero demostrando una astucia y capacidad de improvisación sin igual, aprovechará la huida de parte de sus tropas para el fingimiento de una retirada general y el subsiguiente levantamiento del cerco. Engañados los celtíberos por la trampa de Metelo, abrirán las puertas de su ciudad saliendo a hostigar su retirada, momento que aprovechará Metelo para darse la vuelta por sorpresa y atacar, consiguiendo entonces desbaratar al ejército celtibérico, entrar en Contrebia, y ahora sí, tomar la ciudad.

Tomadas Centóbriga y Contrebia, capitales respectivas de belos y titos por un lado, y lusones por otro, Metelo marchará ahora hacia Numancia, la capital arévaca, independiente, insurrecta y fronteriza con Roma en Hispania, cabeza y refugio de las rebeliones celtibéricas desde el conflicto de Segeda.

Como ya hicieron sus predecesores, antes de atacar la ciudad, Metelo saqueará los graneros vacceos, pero cuando ya haya quedado todo dispuesto para enfilar contra Numancia, concluirá el plazo de su mandato, debiendo volver a Roma a rendir cuentas. Metelo y Numancia no llegaban así a enfrentarse, pero la guerra celtibérica, con las capitales de belos, titos y lusones sometidas, se convertía ya en una campaña contra Numancia…

141-140 a. C-

*En la Hispania Ulterior, el nuevo y poderoso ejército romano, a las ordenes del cónsul Fabio Máximo Serviliano, se enfrentará con Viriato en batalla campal en los alrededores de Tucci (la actual Martos en Jaén) cargando éste contra Fabio con seis mil hombres y el “tumulto y griterío propio de los bárbaros, y con el cabello largo que suelen agitar en las guerras ante los enemigos para infundirles pavor” (Apiano. Iber. 67) (posiblemente estamos aquí frente algún tipo de escenografía guerrera tendente tanto a amedrentar al enemigo, como a despertar el “furor guerrero” en el ejército bárbaro). Fabio resistirá sin arredrarse el primer choque, y rechazará a Viriato sin que éste hubiera conseguido desbaratar las filas romanas. Llegados entonces los apoyos de Libia, Fabio se anticipará ahora a Viriato y le atacará haciéndose acompañar de diez elefantes y trescientos jinetes. Viriato es entonces puesto en fuga y se ve obligado a abandonar Tucci. Los romanos lo perseguirán envalentonados por su retirada, y el propio desorden de la persecución, será hábilmente aprovechado por Viriato, que se revolverá contra los romanos cargando contra ellos sorpresivamente, lo que le permitirá acabar con la vida de cerca de tres mil soldados y atacar el mismísimo campamento romano, donde se vivirían momentos de pánico y donde solo el valor y la firmeza de los mandos, unido a la llegada de la noche, evitará el desastre… Fabio Máximo Serviliano se replegará entonces hacia Tucci y Viriato, tras hostigarle en sucesivos rifirrafes, pero también y ciertamente muy debilitado, se retirará finalmente al interior de la Meseta, posiblemente a la actual sierra de San Vicente en Toledo.

El cónsul romano, libre por el momento la Ulterior de la presencia de Viriato, se dedicará entonces a castigar y perseguir a los aliados de Viriato en la Ulterior. Según Apiano, hasta cinco ciudades “colaboracionistas” con el líder lusitano, serán arrasadas por Fabio Máximo Serviliano (Apiano. Iber. 68). Castigada la Hispania sometida pero afecta al poder lusitano, Serviliano volverá a perseguir a Viriato y se adentrará en el interior la Lusitania. En su camino por el interior peninsular será atacado sorpresivamente por dos jefes bandidos y su ejército de diez mil hombres. No sabemos si estos bandidos actúan por libre, o en connivencia con Viriato, pero obviamente y de hacer caso a las fuentes, no suponían una fuerza menor (diez mil hombres), debiendo resaltarse también los nombres de ambos líderes bandidos: Curio y Apuleyo. Parecen nombres romanos y cabe plantearse, si no serían dos desertores del ejército romano avenidos a vivir entre los bárbaros.

El ataque bandido sembró la confusión entre los romanos y Serviliano perdió en un primer momento sus impedimentas, rehaciéndose después y persiguiendo a los bandidos, de los que recuperará el botín y acabará con la vida de Curio. El ataque bandido en cualquier caso frenó el avance romano hacia el interior de la Lusitania y Serviliano, se vio obligado a dar media vuelta y tornar a la Ulterior, donde volverá a reprender a los posibles aliados de Viriato. Castigó así las ciudades de Tucci, Astigi y Obúlcola, en la zona de la Bética, apresando también a otro jefe de bandidos llamado Connoba (la presencia de estas partidas de bandidos actuando por libre incluso en territorio romano, nos conduce a pensar no solo en la situación de desgobierno que las continuadas guerras en Hispania podrían haber generado, sino en el carácter peculiar de la tradición guerrera de la Hispania prerromana, con campañas estacionales de saqueo y razzia por parte de algunos pueblos del interior peninsular).

*Llegado el año siguiente, Fabio Máximo Serviliano volvió a internarse en la Lusitania, poniendo esta vez en asedio la ciudad de Erisana (quizás Azuaga, en Badajoz), aliada de Viriato desde hacía tiempo. Viriato y sus hombres conseguirán sin embargo infiltrarse por la noche en la ciudad sin que los romanos se percaten, y llegada la mañana, saldrán a la carga contra ellos, que en ese momento se encontraban en plenas tareas de fortalecimiento del sitio. Sorprendidos, los romanos emprenderán la huida, y puestos en fuga, Viriato conseguirá acorralarlos “en un lugar escarpado” (Apiano. Iber. 69), poniendo al ejército consular y al propio Serviliano contra las cuerdas. Llegado ese momento y teniendo en sus manos al ejército enviado por Roma para derrotarle, Viriato, en lugar de aniquilarlo, aprovechará su victoria para establecer condiciones de paz. Obteniendo de Serviliano la retirada del ejército romano de la Lusitania, y el reconocimiento de la independencia de los territorios bajo su control. Siendo proclamado amicus populi Romani y reconociéndose “a todos los que se encontraban bajo su mando, la posesión de la tierras que ocupaban” (Apiano. Iber. 69).

*Viriato derrotaba así finalmente al ejército consular de Serviliano, enviado a posta para acabar con él, y teniéndolo en sus manos, no lo pasaba a cuchillo, sino que desde la posición de fuerza de su triunfo, negociaba para encontrar una salida pacífica. Viriato conseguía de esto modo y por sus victorias, que Roma le reconociese la independencia de su gente y de sus tierras, y al tiempo les ofrecía su amistad y colaboración como amigo del pueblo romano. El propio Apiano reconocerá la posibilidad de haberse dado por concluida “la guerra más dificultosa”, por un acto de buena disposición del rebelde lusitano (Ibíd. 69). Y ciertamente conmoverá el ánimo ver cómo Viriato consiguió vencer a los ejércitos de Roma enviados contra él, y llegado el momento de su victoria más definitiva, se preste a encontrar una manera de ser reconocido como libre e independiente. Por desgracia y cómo veremos más adelante, la palabra del cónsul romano de poco le sirvió al gran líder lusitano…

*Mientras todo esto ocurría en la Hispania Ulterior, en la Citerior era enviado un nuevo gobernador a luchar contra los celtíberos rebeldes de Numancia.

Quinto Pompeyo Aulo se dirigirá directamente contra Numancia, con 30000 infantes y 2000 jinetes, continuando la campaña anterior de su predecesor. Sin embargo, la pequeña ciudad celtibérica no se lo puso fácil, y tras algunos reveses en diversas escaramuzas con la caballería numantina, Pompeyo se retirará decidiéndose entonces a atacar Termancia (Montejo de Tiermes, en Soria), ciudad también arévaca y más vulnerable. Pero aquí tampoco tendrá suerte Pompeyo y tras sufrir diversos descalabros y pasar alguna situación realmente apurada (Apiano. Iber. 77), decidirá retirarse a invernar a Valentia, no sin antes y en parte para lavar cara de ese primer año de derrotas, perseguir y apresar a un bandido de nombre Tangino que estaba saqueando la Sedetania (territorio íbero de la margen derecha del Ebro en la actual Zaragoza). Sin embargo, “tan grande era el coraje de estos bandidos” (Ibíd. 77), que ninguno de ellos quiso soportar la esclavitud, de tal modo que algunos se dieron muerte ellos mismos, otros mataron a quienes los habían comprado, y otros llegaron incluso a abrir una brecha para hundir el barco que los trasportaba.

*De nuevo una partida de bandidos, como ya hemos visto otras, esta vez en la margen derecha del Ebro y no sabemos si originarios de la propia Celtiberia, o de alguna otra zona próxima como pueda ser Vasconia o Vardulia. Todos siguiendo en cualquier caso a un jefe, y todos quitándose la vida antes que renunciar a su condición de hombres libres. Bandidos que parecen actuar por su cuenta, sin referencia concreta al poder y presencia de Roma en Hispania, y que saquean los territorios de otros pueblos hispanos, en este caso de los sedetanos.

Una pauta de comportamiento guerrero que se dará en toda la Hispania Céltica, que parecerá ser generalizada en la Lusitania, y que se configura como uno de los rasgos más peculiares de las luchas de Roma contra los hispanos.

*Un año después de la pobre campaña de Quinto Pompeyo en la Celtiberia, el cónsul volverá a la carga y en el 140 a.C. tratará de cercar Numancia y rendirla por hambre. Para ello intentará rodear la ciudad con un canal, pero los hostigamientos por sorpresa de los numantinos, dice Apiano (Iber. 78) “sin trompetas”, impedirán llevar a cabo tal obra, provocando a su vez numerosas bajas en el bando romano. Llegarán también justo en ese momento y desde Roma, tropas de remplazo para el ejército de Quinto Pompeyo (tenía soldados en su ejército que llevaban seis años combatiendo en la Celtiberia), pero los recién llegados, sin experiencia y sin entrenar todavía, serán de poca ayuda para el general romano. Más aún cuando algunos de ellos, no acostumbrados al clima y aguas del altiplano soriano, enfermarán y morirán durante el invierno.

Para más inri, Pompeyo perderá también a los auxiliares hispánicos de su ejército, cuyo tiempo de enrolamiento concluía y podían volver a sus lugares de origen. Siendo estas tropas originarias de Hispania e incluso a veces de la propia Celtiberia, su ayuda era fundamental…

Encontrándose así con un ejército debilitado, mal entrenado e inexperto, cayó sobre el campamento romano el invierno de la Meseta, y entonces el frió, las penurias, y los ocasionales hostigamientos de los celtíberos, provocaron aún más bajas y mayor debilidad. Resultando una campaña aún más pobre en resultados que la del año anterior.

Llegada la primavera, y antes de que el nuevo gobernador llegará a la Hispania Citerior, Pompeyo buscará, aunque sea para lavar su “hoja de servicios” en Hispania, firmar algún tipo de acuerdo de paz con los celtiberos. Éstos, cansados ya de tanta guerra, aceptarán la oferta del romano… pero las intenciones de Pompeyo no eran honestas y básicamente, pretendía sacar algo de botín tras dos años de derrotas y miserias, evitando tener que enfrentarse de nuevo con los numantinos. Los pactos se hicieron así sin consentimiento del senado de Roma y llegado el nuevo gobernador, Pompeyo negará frente a éste haber hecho ningún pacto con los numantinos, aún cuando guardo para sí los talentos de plata que pidió a cambio de la paz. Pompilio Lenas, que así se llamaba el nuevo gobernador enviado por Roma a la Celtiberia, remitió a los litigantes al senado, pero cuando se llevó a cabo el juicio en Roma, los numantinos y Pompeyo se contradecían, siendo entonces que el senado, consideró oportuno continuar la guerra contra Numancia…

Pompeyo se quedó el beneficio de su falsa paz, y los numantinos tras haber entregado bienes y rehenes, no recibieron de Roma más que la decisión firme de continuar la guerra…

*Destacar que aquí tenemos ya la segunda embajada celtibérica enviada a Roma a negociar condiciones de paz, anteriormente en tiempos de Marcelo también fue enviada otra. Dos embajadas y la segunda con falsedad por parte de Roma.

No podemos sino fantasear con los celtíberos que viajaron a Roma desde Numancia para asistir al litigio y frente al senado, y quizás las sensaciones encontradas que les debió producir aquel viaje…

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-2010: Armas de la antigua Iberia. De Tartessos a Numancia. La Esfera de los Libros. Madrid.

  • Rodríguez Martín, G. 2009: “Las guerras Lusitanas”. Historia militar de España- Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 224-234.
  • Roldán Hervás, J. M. 1974: Hispania y el Ejército romano. Universidad de Salamanca. Salamanca.

-1997a: “Los Hispanos en el ejército Romano”. La guerra en la Antigüedad. Ministerio de Defensa. Madrid: 299-310.

-1997b: “El ejército romano republicano y alto imperial”. La guerra en la Antigüedad. Ministerio de Defensa. Madrid: 281-297.

-1997c: “El ejército romano en Hispania”. La guerra en la Antigüedad. Ministerio de Defensa. Madrid: 323-331.

  • Salinas Frías, M. 1986: Conquista y romanización de la Celtiberia. Universidad de Salamanca. Museo Numantino de Soria. Salamanca.
  • Sánchez Moreno, E. 1981: “Las incursiones de lusitanos en la Hispania Ulterior durante el siglo II antes de nuestra era”. Bracara Augusta, 35: 355-366.
  • Santos Yanguas, N. 2009: “Sertorio ¿un romano contra Roma en la crisis de la República? En G. Urso (ed.), Ordine e sovversione nel mondo greco e romano. Atti del convegna internazionale Cividale del Friuli. Pisa: 177-192.
  • Santos Yanguas, N. y Montero Honorato, Mª. P. 1983: “Viriato y las guerras Lusitanas”. Bracara Augusta, 37: 153-181.

Fuentes Clásicas:

Apiano. Historia de Iberia y Aníbal. Gómez Espelosín. Alianza Editorial. Madrid 1993. Claudio Eliano. Sobre la naturaleza de los animales. José Vara Donado. Akal. Madrid

1989.

Diodoro de Sicilia. Biblioteca Histórica, I-III. Parreu Alasá. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 2001.

Dion Casio. Historia de Roma I-XXXV. Domingo Plácido. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 2004.

Estrabón. Geografía, III-IV. García Ramón y García Blanco. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1992.

Floro Lucio Anneo. Epitome de la Historia de Tito Livio. Hinojo Andrés y Moreno Ferrero. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 2000.

Julio César. Cometarios a las Guerras de las Galias. José Joaquín Caerols. Alianza editorial. Madrid 2002.

Justino/Pompeyo Trogo. Epitome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo. José Castro. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1995.

Marcial. Epigramas. José Guillén y Fidel Argudo. Institución Fernando el Católico. Zaragoza 2003.

Orosio. Historias contra los paganos. Juan Fernández de Heredia. Prensas universitarias de Zaragoza. Zaragoza 2008.

Plinio el Viejo. Historia Natural II-VI. Antonio Fontán, Ana María Moure Casas e Ignacio García. Biblioteca Clásica Grados. Madrid 2000.

Historia Natural XII-XVI. Ana María Moure Casas. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 2010.

Polibio. Historias I, II, III. Balasch Recort. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1983. Plutarco. Vidas paralelas VI: Sertorio-Eúmenes. Jorge Bergua Caveto. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 2007.

Salustio. La concepción de la Historia en Salustio. Traducción obras menores (Historias). Santos Yaguas. Universidad de Oviedo. Oviedo 1997.

Suetonio. Vida de los Césares. Agudo Cubas. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1992.

Tácito. Germania. Requejo. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1981.

Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación, XXXI-XXXV, XXXVI, XL. Villar

Vidal. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1983.

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Viriato y Numancia III: Un Guerrero y un Druida

en Cultura Celta/Historia por
Aparece Viriato y los celtíberos se alzan de nuevo en armas

La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia Parte III.

Entre el 154 y el 133 a.C.

-20 años de guerras-

Parte III: Aparece Viriato y los celtíberos se alzan de nuevo en armas.

La conquista romana de Hispania duró cerca de doscientos años. Dos siglos en los que a lo largo de un arduo proceso los pueblos célticos, ibéricos y celtibéricos pasaron a formar parte de Roma. Durante ese tiempo se sucedieron grandes episodios históricos así como grandes momentos de épica y heroísmo: la Segunda Guerra Púnica, las Guerras Celtibéricas y Lusitanas, las Guerras Sertorianas, la Guerra de César y Pompeyo, las Guerras Cántabras… Y quizás en todo este proceso y como paradigma de la resistencia indígena a la conquista romana, las luchas de Viriato y de Numancia. Lusitanos y Celtíberos frente a los invasores romanos de mano respectivamente, de un líder guerrero y de una ciudad, tan pequeña como indomable…

Es verdad que también tuvimos unas Guerras Cántabras. Guerras en las que las armas de Roma sufrieron hasta la extenuación para conseguir la victoria y en las que incluso el propio Augusto, sufrió en sus carnes la dureza y resistencia de los montañeses. Pero quizás porque la guerra de Viriato y la guerra de Numancia son en gran medida contemporáneas, y porque queríamos hacer una suerte de cronograma que recogiese año a año cómo se sucedieron los acontecimientos, nos hemos centrado en Viriato y Numancia.

Ojalá más adelante tengamos también tiempo para hacer lo mismo con las Guerras Cántabras…

La presente crónica no pretende ser exhaustiva o académica y si bien se elabora desde el rigor su vocación es fundamentalmente divulgativa. En este sentido y en orden a facilitar la lectura recogeremos al final de cada parte las fuentes bibliográficas pero no las trasladamos al texto más que puntualmente.

*

Parte III: Aparece Viriato y los celtíberos se alzan de nuevo en armas.

Entre el 150 y el 147 a. C.-

*En el 151 a.C. se abre un paréntesis en este periodo de las guerras celtibérico-lusitanas[1]. Un año antes Marcelo había conseguido reconducir a los celtiberos a la paz de Graco del 179 a.C. respetándose a su vez la independencia de Numancia. Ese mismo año Lúculo y Galba, a pesar de sus lamentables acciones en la Citerior y la Ulterior, cosecharán escasos tres años de paz. Paz que no será sino la preparación de un conflicto mayor capitaneado por uno de los supervivientes de la traición de Galba: Viriato. Líder Lusitano sin cuya mención sería imposible estudiar la resistencia hispana a la invasión romana.

*En la Citerior, entre los celtíberos, la paz de Marcelo se mantendrá durante cierto tiempo, llegando incluso en un principio a prestar auxilio a los romanos en sus luchas contra Viriato. Sin embargo, los éxitos continuados de éste y la acción subversiva de algunos sectores insurrectos del mundo celtibérico, terminarán por desencadenar de nuevo la guerra en lo que serían uno de los capítulos más difíciles para las armas romanas en Hispania: la conquista de Numancia.

147 a. C.-

*En la Hispania Ulterior aparece Viriato.

Viriato se nos presenta en las fuentes como el “buen salvaje”, hecho a sí mismo en la vía, de marcada simbología iniciática, del “pastor-cazador-guerrero”. Víctima de la traición romana y superviviente a la misma tras la matanza de Galba en el 152 a.C., cuando aparezca frente a Roma, aparecerá ya formado en principios y convicciones propios de un liderazgo basado en la independencia, la austeridad, el valor y la justicia. Las fuentes romanas insistirán especialmente en éste punto, haciendo de Viriato la imagen viva de un héroe “estoico”, ejemplo de virtud y hombría de bien. Cabría preguntarse hasta qué punto los cronistas romanos no aprovecharán el dificultoso y humillante episodio de Roma frente a Viriato, para utilizarlo como modelo moralizante y educador entre sus compatriotas. Sin embargo, esto no deberá dejarnos de hacer pensar que en cualquiera de los casos, Viriato nunca hubiera podido ser modelo de héroe, si realmente en él no se hubieran dado cualidades de líder militar y hombre de alma noble y grande.

*En el 147 a.C. los lusitanos vuelven a aparecer en la Ulterior saqueando la Turdetania en un numero de 10000 hombres. Les hará frente el legado Cayo Vetilio, que conseguirá derrotarlos en un primer choque reduciéndolos y cercándolos, y empujándolos a una situación apurada. Los lusitanos se avienen entonces a parlamentar y ofrecen la entrega de las armas y el sometimiento a Roma a cambio de tierras cultivables. Estando el pacto a punto de cerrarse surgirá Viriato de entre el ejército lusitano recordando las traiciones de Roma en el pasado, y reclamando la fidelidad de los hombres a su persona y la negativa a perder la esperanza de salvación y victoria, si están dispuestos a obedecerle (da la impresión de que Viriato mediante esta alocución se gana el mando y pasa de un puesto de subalterno de cierta importancia, al de verdadero líder del grupo guerrero. Lo que a su vez nos puede informar de la organización interna de estos grupos).

Viriato hizo dispersarse del modo más desorganizado posible a la mayor parte del ejército lusitano, citándolos después en Tribola (posiblemente en la Beturia) y él mismo, con sólo mil hombres escogidos y todos a caballo, se quedo frente a Vetilio dispuesto a entablar combate. El romano, temiendo dispersar a sus hombres persiguiendo a los lusitanos desperdigados a toda velocidad por todas partes, se dirigió contra Viriato. Éste, se replegó y atacó sucesivamente utilizando sus caballos, más veloces y ágiles que los romanos, hostigándolo constantemente con continuos picotazos y huidas, y haciendo discurrir todo ese día en la misma llanura. Llegada la noche, saldrá huyendo por caminos poco frecuentados hasta Tribola, no pudiendo seguirle la pesada tropa romana, que tampoco conocerá los senderos usados por Viriato. Llegado a Tribola Viriato es recibido como un campeón capaz de salvar un ejército en una situación desesperada. Su victoria se difundirá “entre los bárbaros” y un gran número procedente de todas partes acudirá a unírsele en su ejército (Apiano. Iber. 62). El líder Viriato acababa de surgir…

*Vetilio por su parte le seguirá hasta Tribola, pero en el camino Viriato le emboscará desde un bosquecillo próximo empujándolo hasta un barranco cercano. La derrota romana fue total, y el propio Vetilio perdió la vida al no ser reconocido por un guerrero de Viriato, que ha decir de Apiano, sólo vio en él un anciano obeso indigno de otra cosa que no fuera la muerte (Apiano. Iber. 63). Los supervivientes huyeron al valle del Betis y se refugiaron en Carteia. Siendo entonces cuando para frenar a Viriato pidieron ayuda a los celtiberos, solicitando a los belos y titos 5000 hombres para que fueran enviados contra el líder lusitano. Viriato los derrotó completamente hasta el punto de no dejar escapar vivo a ninguno de ellos. El cuestor, ahora al cargo de la situación, no le quedará otra opción que mantenerse en tensa calma en Carteia y esperar en compañía de sus tropas supervivientes, a la llegada de alguna ayuda de Roma…

*Derrotados los romanos, Viriato y sus hombres devastaron sin limitación ni temor alguno las tierras que más les convenían. Siendo saqueadas la Turdetania y la Carpetania, de la que dice Apiano es un “país fértil” (Apiano. Iber. 64).

146 a. C.-

*Al año siguiente llegará como gobernador de la Ulterior Cayo Plaucio, que tras una primera derrota en la que el romano perdió 4000 hombres (cayó en la estrategia de Viriato de fingir retiradas para dispersar al ejército enemigo), perseguirá a Viriato hasta sus cuarteles de invierno en la actual sierra de San Vicente en la provincia de Toledo (punto estratégico entre Lusitania, Vettonia y Carpetenia, y enclave de amplias panorámicas para ver cualquier movimiento en la llanura del tramo medio del Tajo). Ansioso por resarcirse de su derrota atacará al lusitano en la misma sierra. Será vencido en una terrible masacre y deberá huir de forma desordenada hasta la Turdetania, ocupando sus cuarteles de invierno desde el mismo verano (Apiano. Iber 64). Derrotados de nuevos los romanos Viriato bajó otra vez a la Ulterior, sometiéndola a saqueo y requiriendo de los propietarios el pago de la cosecha pendiente. Arrasándoles los campos en caso de no recibirla…

El pretor de la Citerior le atacará entonces tratando de tener más suerte allá donde su par de la Ulterior había fracasado. También fue derrotado estrepitosamente y sus insignias serán paseadas entonces por todo el país como trofeo de guerra y vehículo propagandístico del poder de Viriato. Es posible que sea en éste momento cuando ataque Toledo, someta Segobriga y amplíe su ejército a costa de adeptos anti romanos de áreas ya sometidas de la meseta sur y el sur peninsular.

145 a. C.-

*Los acontecimientos en Hispania comienzan a preocupar en Roma, y en orden a poner fin al conflicto envían como gobernador a Fabio Máximo Emiliano, hermano de Escipión. Este llegará a la ulterior con 15000 infantes y 2000 jinetes, poniendo a entrenar y ejercitar sus tropas al llegar, y evitando en principio enfrentarse directamente con Viriato. El pretor de la Citerior por su parte sí buscará el choque con Viriato, y al igual que sus sucesores será derrotado. Fabio Máximo Emiliano unirá entonces sus fuerzas a las de Lelio Sapiens, sustituto del gobernador de la Citerior, y tras visitar el templo de Hércules en Gades y solicitar la protección del dios, saldrá a buscar el enfrentamiento con Viriato. La lucha será farragosa y propia de una guerra de guerrillas, con ciudades abandonadas entre llamas y fugas y persecuciones caras en hombres; y si bien el ejército romano no terminaría de salir bien parado, si conseguirá sin embargo arrebatar a Viriato algunas plazas en el sur Peninsular, volviendo éstas al control de Roma.

Entre el 144 y el 143 a. C.-

*El año anterior se había conseguido infringir algún importante revés al ejército de Viriato, y por primera vez desde que comenzará la guerra el líder lusitano había tenido que retroceder. Éste, viendo el carácter cada vez más masivo de la guerra, recorrerá la Celtiberia tratando de incitar a belos, titos y arévacos a alzarse otra vez contra Roma y mantener en armas la Hispania Citerior. En el 143 a.C. los celtiberos, en parte por Viriato, y en parte por un líder celtibérico, religioso y guerrero, de nombre Olíndico y predicador de la subversión contra Roma, se alzarán finamente en armas dando lugar a la guerra llamada numantina. Guerra en la que Roma de nuevo tendrá que hacer frente a penosos reveses y duras campañas… Un nuevo frente se abrirá así para Roma en Hispania, de nuevo en la Citerior, y de nuevo con los celtíberos y Numancia como protagonistas.

*En el 143 a.C. el pretor Quintio y el cónsul Pompeyo, serán enviados a Hispania a luchar contra Viriato. Militares mediocres Viriato los derrotará sin problemas y empujará hacia el sur, recuperando algunas de las plazas perdidas anteriormente, ocupando Tucci, en la actual jienense Martos, punto estratégico fundamental en los pasos a la Meseta. Los gobernadores se refugiarán en Corduba y sin atreverse a luchar directamente con Viriato, enviarán contra él y a modo de hostigamiento a un hispano de Itálica de nombre ya romano llamado Cayo Mario (curioso este nivel de romanización de la Turdetania que contrastará con las zonas de las Meseta y el norte Peninsular).

Viriato se erigía en cualquier caso en campeón hispano de la resistencia anti romana y la Ulterior, quedaba en gran medida al alcance de su espada…

*En la Citerior, arévacos, belos, titos y lusones, celtíberos todos ellos, cuyas tierras habían quedado cruzadas por la frontera romana o inmediatamente junto a ella, si bien se habían mantenido en paz desde los pactos con Marcelo del 152 a.C., se levantarán ahora en armas…

Como hemos explicado y recoge el propio Apiano (Iber. 66), los éxitos de Viriato soliviantarán los ánimos de los celtiberos, que si bien en principio se negaron a colaborar con Viriato e incluso enviaron tropas auxiliares a los romanos (recordemos 5000 belos y titos en el 147 a.C.), ahora se alzarán en armas y se enfrentarán otra vez a Roma. Destacar en este nuevo alzamiento celtibérico la figura de un tal Olíndico, especie de “hombre santo”, sacerdote o profeta, que recorrerá el país inflamando los ánimos de sus compatriotas contra los romanos. Portando una lanza de plata que decía haberle sido entregada por los dioses y que esgrimía como símbolo de su misión, Olíndico predicará el alzamiento celtibérico contra el yugo romano.

Más allá de la incitación de Viriato a los celtíberos para la rebelión, o del carisma “arrebatador” del predicador Olíndico, debemos pensar que detrás del nuevo levantamiento celtibérico, se encontrarán tensiones sociales que la presencia romana habría exacerbado o directamente provocado. La desesperación de los sectores sociales más desfavorecidos tras la ocupación romana, cabe suponer que los hizo más permeables tanto a las predicaciones de Olíndico, como a las llamadas a la revuelta de Viriato. Siendo así que factores sociales, religiosos y humanos, se unieron de manera endiablada para desencadenar la guerra numantina, en la que Roma deberá hacer frente a diez años de lucha correosa, pobre sin embargo en botín y riquezas.

Resaltar en cualquier caso la referencia al personaje de Olíndico, portador de una lanza de plata de origen divino, al estilo del dios Lug de la mitología céltica, y la posibilidad de estar frente a una suerte “sacerdote-profeta-guerrero”, quizás análogo al druida galo.

*Frente a la rebelión celtibérica, Roma enviará un ejército consular al mando de Metelo, campeón de las luchas de Roma en Macedonia. Metelo contará con 32000 hombres 2000 de los cuales serán efectivos de caballería, y deberá hacer frente al enemigo a través de sus centros urbanos más importantes, epicentros de poder en la Celtiberia y cuya caída, podía suponer la derrota del alzamiento celtibérico. Por otra parte, el peso de la guerra recaerá sobre los sectores más desfavorecidos de Roma, siendo sintomático que concluida esta guerra, den comienzo los conflictos sociales que conducen a la dictadura de Sila. Las Guerras Celtibéricas estarán así también en el origen de las guerras civiles romanas.

*Al mismo tiempo los lusitanos y como hemos visto, habían “vuelto a las andadas” y ahora al frente de ellos, había un auténtico líder y estratega que sistemáticamente, derrotaba a los ejércitos de Roma. Tendremos así que las victorias de Viriato, las prédicas de un misterioso y exaltado Olíndico, y el posible desencanto de los celtíberos bajo el poder de Roma, terminarán por activar de nuevo la guerra de Numancia. Guerra que supondrá que Hispania se convertirá tanto en la Ulterior como en la Citerior, en escenario de guerra abierta y sin cuartel…

BIBLIOGRAFÍA:

  • Abascal, J. M.: 1986: “La Legio VII Gemina. Balance de la investigación y perspectivas. Actas Congreso Internacional Astorga Romana (Astorga 1985) I: 317-328. Astorga

-2009ª: “El ejército romano en los siglos I-IV d.C.”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 282-288.

-2009b: “La participación hispana en los ejércitos romanos”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 289-300.

-2009c: “Los auxilia hispanos”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 301-312.

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-2009: “Las Guerras Civiles”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 235-246.

  • Blázquez Martínez, J. Mª, Montenegro, A., Roldán J. M., Mangas, J., Teja, R., Sayas, J. J., García Iglesias, L. y Arce, J. 1995: Hispania Romana. Historia de España Antigua Tomo II. Ediciones Cátedra. Historia. Serie Mayor. Madrid.
  • García Huerta, R.1997: “La guerra entre los pueblos célticos. Las fuentes literarias grecolatinas”. La guerra en la Antigüedad. Una aproximación al origen de los ejércitos en Hispania. Ministerio de Defensa. Madrid: 223-229.
  • Lorrio Alvarado, A. J. 2009: “Las Guerras Celtibéricas”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 205-223.
  • Morillo Ángel 2009: “Ejército y sociedad en la ispania romana”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 338-346.

-1995: “Guerra y paz en la España céltica. Clientes y hospites a la luz de las fuentes literarias”. Hispania Antiqua, 19: 15-36.

  • Novillo López, M. A. 2011: “La propetura cesariana en la Hispania Ulterior: La II guerra Lusitana”. Gerion 28, núm. (1): 207-221.
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-2009b: “Las guerras Cántabras”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 247-265.

-2009c: “El ejército romano en los siglos II-I a.C.”. Historia militar de España-Prehistoria y Antigüedad. Ministerio de Defensa: 267-281.

  • Pérez Vilatela, L. 1989ª: “Notas sobre la jefatura de Viriato en relación con la Ulterior”. Archivo de Prehistoria Levantina. Homenaje a D. Fletcher Valls, 19: 191-204.

-1989 b: “Procedencia geográfica de los lusitanos de las guerras del siglo II a.C. en los autores clásicos (154-139)”. Actas de VII Congreso español de Estudios Clásicos (Madrid 1987): 257-262.Madrid

  • Quesada Sanz, F. 1997ª: “Algo más que un tipo de espada. La falcata Ibérica”. La guerra en la Antigüedad. Ministerio de Defensa. Madrid: 196-205.

-1997b: “Jinetes o Caballeros: entorno al empleo del caballo en la Edad del Hierro Peninsular”. La guerra en la Antigüedad. Ministerio de Defensa. Madrid: 185-194.

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-1997c: “El ejército romano en Hispania”. La guerra en la Antigüedad. Ministerio de Defensa. Madrid: 323-331.

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  • Santos Yanguas, N. y Montero Honorato, Mª. P. 1983: “Viriato y las guerras Lusitanas”. Bracara Augusta, 37: 153-181.

Fuentes Clásicas:

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Estrabón. Geografía, III-IV. García Ramón y García Blanco. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1992.

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Salustio. La concepción de la Historia en Salustio. Traducción obras menores (Historias). Santos Yaguas. Universidad de Oviedo. Oviedo 1997.

Suetonio. Vida de los Césares. Agudo Cubas. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1992.

Tácito. Germania. Requejo. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1981.

Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación, XXXI-XXXV, XXXVI, XL. Villar

Vidal. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid 1983.

*

[1] Comenzado con el conflicto de Segeda y los saqueos lusitanos del 154 a.C. este periodo no será sino la continuación de una primera etapa vinculada a las razzias lusitanas entre el 194-185 a.C. y las primeras campañas de Roma contra los celtíberos, desde Catón en el 197 a.C. hasta Graco en el 179 a.C. Tras las guerras de Viriato y Numancia, habrá incluso una tercera etapa de guerras celtibérico-lusitanas, vinculada a las campañas contra los vacceos y la conquista definitiva de los lusitanos de mano de César. Entre la segunda etapa (la de Viriato y Numancia) y la tercera, se desarrollarán las Guerras Sertorianas, en las que también participarán lusitanos y celtíberos. Por otra parte tras la tercera etapa y el fin de las guerras celtibérico-lusitanas, celtíberos y lusitanos participarán en la guerra de César contra Pompeyo.

Viriato y Numancia I: El comienzo de una larga guerra

en Cultura Celta/Historia por
La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia Parte I.

La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia Parte I.

Entre el 154 y el 133 a.C.

-20 años de guerras-

Parte I: saqueadores lusitanos y elefantes frente a Numancia.

La conquista romana de Hispania duró cerca de doscientos años. Dos siglos en los que a lo largo de un arduo proceso los pueblos célticos, ibéricos y celtibéricos pasaron a formar parte de Roma. Durante ese tiempo se sucedieron grandes episodios históricos así como grandes momentos de épica y heroísmo: la Segunda Guerra Púnica, las Guerras Celtibéricas y Lusitanas, las Guerras Sertorianas, la Guerra de César y Pompeyo, las Guerras Cántabras… Y quizás en todo este proceso y como paradigma de la resistencia indígena a la conquista romana, las luchas de Viriato y de Numancia. Lusitanos y Celtíberos frente a los invasores romanos de mano respectivamente, de un líder guerrero y de una ciudad, tan pequeña como indomable…

 

Es verdad que también tuvimos unas Guerras Cántabras. Guerras en las que las armas de Roma sufrieron hasta la extenuación para conseguir la victoria y en las que incluso el propio Augusto, sufrió en sus carnes la dureza y resistencia de los montañeses. Pero quizás porque la guerra de Viriato y la guerra de Numancia son en gran medida contemporáneas, y porque queríamos hacer una suerte de cronograma que recogiese año a año cómo se sucedieron los acontecimientos, nos hemos centrado en Viriato y Numancia.

 

Ojalá más adelante tengamos también tiempo para hacer lo mismo con las Guerras Cántabras…

 

La presente crónica no pretende ser exhaustiva o académica y si bien se elabora desde el rigor su vocación es fundamentalmente divulgativa. En este sentido y en orden a facilitar la lectura recogeremos al final de cada parte las fuentes bibliográficas pero no las trasladamos al texto más que puntualmente.

 

*

 

Parte I: saqueadores lusitanos y elefantes frente a Numancia.

154 a.C.-

*Reaparecen los lusitanos en la Ulterior[1]:

Los lusitanos, entre el 194 a.C. y el 185 a.C., ya se habían dejado caer por la Ulterior para someterla a saqueos y robos. Al parecer en algunos de estos casos, en connivencia con algunas ciudades turdetanas que pretenden sacudirse el yugo romano, mediante la ayuda los guerreros lusitanos.

Roma en todo caso ya los había hecho frente, y desde el 185 a.C. y la campaña en el interior Peninsular en territorio lusitano y carpetano, no habíamos vuelto a tener noticias de bandas de saqueadores por la Ulterior. En el 154 a.C., treinta años después, la cosa cambia, y como premonición de lo que acabará siendo una larguísima guerra, los lusitanos vuelvan a atacar el sur Peninsular…

Al frente de los lusitanos estará un caudillo de nombre Púnico (¿con ese nombre quizás un renegado cartaginés?). El pretor de la Ulterior les hace frente ayudado por su par de la Citerior, pero es derrotado y pierde a 6000 hombres, muriendo el propio Questor de la provincia (una suerte de “gestor” que ayuda al pretor en sus labores de gobierno). Esta victoria permitió a Púnico unir en su campaña a los vettones (interesante resaltar cómo los vettones en ocasiones formarán parte de las campañas guerreras y de saqueo de los lusitanos. Así volverá a ocurrir con Viriato). Esto permitirá a Púnico planear un ataque de gran envergadura que incluirá la Beturia (en el curso inferior del Guadiana y el Guadalquivir) y que llegará hasta el mar, atacando antiguas colonias fenicias en la costa.

*Al mismo tiempo, y muy posiblemente soliviantados por las victorias lusitanas, los celtíberos que han quedado de lado romano en la frontera de la Hispania Citerior, contravendrán al senado de Roma. Belos y Titos (dos pueblos celtibéricos) decidirán reconstruir de nuevo las murallas de Segeda, destruidas en tiempos de Graco (179 a.C.) (la primera pacificación de la Celtiberia 25 años antes, obligó a los pueblos sometidos a derruir las murallas de sus ciudades). Los celtíberos, mediante un portavoz, un anciano de nombre Caccio, harán saber a los legados romanos que Segeda no contravenía el pacto cerrado con Graco, pues este prohibía hacer nuevos asentamientos y no tanto reconstruir los antiguos. Los celtíberos ratificarán así su decisión de reconstruir la muralla de Segeda y Roma, considerará rota la paz. Empezaba la guerra…

Con los lusitanos saqueando la Ulterior, y los celtiberos en la Citerior desafiando a Roma, daba comienzo uno de los periodos para las armas romanas más difíciles de su historia.

* Púnico y los lusitanos y vettones continuarán por su parte los saqueos en la Ulterior, arrasando las costas en territorio blastofenicio (básicamente las costas de la actual Málaga) y ocupando sus ciudades. Al parecer en el asedio a una de estas ciudades perderá la vida el caudillo Púnico, debido al impacto de un proyectil de honda en la cabeza. El hecho en todo caso de que estas partidas de saqueadores sean capaces de derrotar a ejércitos romanos y de asediar ciudades, nos debe llevar a pensar a que eran algo más que meras partidas de bandidos y de que realmente, nos encontraríamos frente a campañas muy organizadas y planeadas señal de instituciones y estructuras político-guerreras complejas.

153 a.C.-

*A Púnico en el mando le sucederá Caisaros, que continuará las razzias y derrotará terriblemente al nuevo pretor romano para la Ulterior. En este caso mediante una estratagema que posteriormente usará en diversas ocasiones Viriato: desbaratar la formación romana fingiendo una retirada y volviendo luego al ataque, derrotar a los romanos al obligarlos a luchar desordenadamente. Roma perderá 9000 hombres y numerosas insignias, las cuales después serán paseadas como trofeo por los lusitanos por la Celtiberia, según Apiano “a modo de burla” (Iber.56). Este detalle resultará muy interesante, pues los hispanos, ya sean lusitanos o celtíberos, aún desunidos, parecerá que con este “lucir” las insignias romanas a modo de trofeo, estarían indicando tanto la idea de Roma como enemigo común, como la idea de afinidad de fondo entre los distintos pueblos de Hispania. Es así que Estrabón hablando de los pueblos de Hispania dirá: “Su división en pequeños estados y su orgullo local no les permitía unirse en un lazo común, lo que les privaba de fuerza suficiente para repeler conjuntamente una agresión venida de fuera. Así pues, si hubieran logrado juntar sus armas uniéndose en una confederación potente, los romanos no hubieran llegado nunca a dominar sus tierras” (III.4.5).

En todo caso y en la Ulterior las armas de Roma quedaban derrotadas frente a los lusitanos y Lucio Mummio, que así se llama el gobernador romano derrotado por Caisaros, reagrupará a sus hombres en los “cuarteles de inverno”, sometiéndolos a un concienzudo entrenamiento con vistas a un futuro y nuevo enfrentamiento con los “bárbaros”…

*Mientras en la Citerior y ese mismo año, Roma decidirá cortar por lo sano con el problema de los celtíberos rebeldes de Segeda y al mando del pretor Quinto Fulvio Nobilior, enviará cuatro legiones.

*Tenemos así en este momento a ambos gobernadores romanos de Hispania luchando por un lado y en la Ulterior, contra saqueadores lusitanos provenientes de áreas ajenas al poder de Roma. Y por otro en la Citerior, haciendo frente al problema de una ciudad celtibérica (Segeda) que sometida a Roma desde el 179 a.C., vive sin embargo una independencia de facto sin atenerse a tributos, fortificando sus posiciones, y desobedeciendo a los legados del senado. Las victorias lusitanas parecerán encender la rebeldía celtibérica e Hispania después de los 25 años de paz que trajeron los acuerdos con Graco en el 179 a.C., comenzaba una época de guerras tan larga como complicada…

*Llegado Fulvio Nobilior a la Celtiberia, los segedanos, que no les había dado tiempo a concluir su muralla, huirán a territorio arévaco, en la Celtiberia interior no sometida a Roma. Allí se refugiarán en Numancia, la ciudad principal de los arévacos.

Fulvio Nobilior llevará consigo un ejército consular de 30000 hombres, dos tercios de ellos itálicos. Numancia y Roma estaban a punto de chocar…

*Los celtiberos nombrarán un caudillo de nombre Caro, “hombre belicoso” según Apiano (Iber. 45), y juntarán 20000 infantes y 5000 jinetes. El 23 de Agosto, fiesta romana de la Vulcanalia, los celtiberos caerán sobre Nobilior en emboscada mientras éste cruzaba un bosque camino de Numancia. Será un revés durísimo para los romanos. Morirán 6000 ciudadanos de Roma (no aliados itálicos, sino romanos de la misma ciudad de Roma), si bien la caballería conseguirá devolver el golpe atacando a la carrera a los celtíberos mientras éstos se retiraban, llegando a matar al propio Caro “a pesar de que sobresalía por su valor” (Iber. 45). En Roma la derrota fue considerada grave y nefasta, y ningún general romano entabló batalla voluntariamente nunca más un 23 de Agosto.

*Nobilior recompondrá su ejército y continuará hasta Numancia, acampando en la llamada Gran atalaya, en la actual localidad de Renieblas. Los celtiberos eligen ahora dos jefes; Ambón y Leucón, y Nobilior no dispuesto a recibir ningún otro revés, pedirá ayuda a Massinisa, rey de Numidia (en las actuales Argelia y parte de Marruecos). Éste le enviará 300 jinetes (tropas de élite como arqueros montados) y 10 elefantes. Nobilior atacará Numancia usando los elefantes como arma de guerra y buscando el efecto psicológico del miedo y la impresión. Los numantinos salieron así a hacer frente a Nobilior y éste entonces, abrirá sus tropas y hará cargar a los elefantes, escondidos hasta ese momento en la retaguardia. Los celtiberos, que jamás habían visto un elefante, huirán despavoridos a refugiarse en Numancia, donde les alcanzará Nobilior asaltando las murallas de la ciudad celtibérica. En el asalto los celtiberos conseguirán herir a uno de los elefantes en la cabeza con una gran piedra y el elefante presa del dolor, se revolverá entre alaridos contra los propios romanos, embistiendo contra ellos y arrastrando a los demás elefantes con él, que aplastarán todo a su paso. Aprovechando la ocasión los celtiberos cargarán contra los romanos, a los que perseguirán causando muchas bajas y matando tres elefantes. Se apoderarán de insignias y armas enemigas, y no sin pagar un alto precio en sangre, volverán victoriosos a Numancia. El casus belli de las murallas de Segeda había llevado así a las legiones de Roma frente a los numantinos, y los celtiberos luchando contra elefantes y romanos, dejaban para la posteridad un episodio y estampa, de una épica digna de una superproducción cinematográfica…

*Nobilior se retirará y tratará entonces de cortar los suministros a la ciudad que le llegaban desde la celtibérica Uxama. Pero no solo no lo conseguirá, sino que además perderá un número importante de hombres tratando de conseguir su propósito. Buscará entonces refuerzos reclutando auxiliares celtibéricos en la Celtiberia sometida de la Citerior, pero los celtíberos se ha animado con las victorias de los numantinos y todos le negarán la ayuda. A Nobilior se le echa ya el invierno encima y sin haber conseguido nada se verá obligado a pasarlo en la Gran Atalaya, donde el frío y la escasez terminarán de debilitar a sus tropas.

*Ese mismo año en la Ulterior, el pretor Mummio volverá a enfrentarse a Caisaros y sus lusitanos y vettones, consiguiendo recuperar parte de las insignias y botín perdido, si bien poco durará su alegría pues otra banda de saqueadores lusitanos, aparecerá en el sur Peninsular, esta vez asolando el actual Algarbe portugués. A la cabeza de esta nueva banda guerrera estará un caudillo de nombre Cauceno. Esta banda llegará al parecer de las estribaciones montañosas del lado norte del Tajo a su paso por la actual Cáceres (Peña de Francia, Hurdes y Sierra de Gata) y en sus razzias, alcanzarán “las Columnas de Hércules”. Los saqueadores lusitanos se animarán frente al mar a cruzar el estrecho de Gibraltar y saquearán el norte de África, asediando la ciudad de Ocila. Mummio los seguirá hasta allí con 9000 infantes y 500 jinetes, poniendo fin al asedio a Ocila y derrotando a los lusitanos. Según las fuentes cerca de 15000 de éstos morirán (Apiano. Iber. 57). Mummio repartirá el botín transportable, y el resto lo quemará en honor a las divinidades de la guerra… Al volver a Roma se le concederá el triunfo De Lusitaneis.

*Interesante resaltar aquí esta banda de saqueadores lusitanos llegados del interior Peninsular capaces de cruzar el estrecho de Gibraltar, y someter a razzia el norte de África.

*Por otro lado, a pesar de las derrotas en la Citerior, el senado no se desanimará y al año siguiente enviará a Claudio Marcelo, antiguo pretor en Hispania en el 169 a.C. y vencedor de Galos y Ligures, para poner en orden las cosas en la Celtiberia. Dos nuevos gobernadores romanos llegarán así a Hispania para tratar de poner fin al problema de las razzias lusitanas en la Ulterior y de la rebeldía celtibérica en la Citerior. Como podremos ver, a punto estuvieron de conseguirlo…

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[1] Roma divide Hispania durante la conquista en dos provincias, la Ulterior y la Citerior. Cada una con su pretor o “gobernador”. La Ulterior corresponderá a grosso modo con el sudoeste Peninsular y será el escenario fundamental de las Guerras Lusitanas. La Citerior corresponderá con el noreste Peninsular y será el escenario de las Guerras Celtibéricas. Dicho esto también a grosso modo.

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