Brynn Celli Du… “El túmulo del bosque oscuro”. En los confines de Gales, en la antigua isla de Inis Mona (hoy día Anglesey), donde quizás estuvo el mayor santurario druídico de Europa…
Hasta allá fuimos “en peregrinación”. A pasear meditabundos por los mismos lugares que visitaron los druidas celtas encontrándose con ruinas más antiguas que ellos mismos…
Lo que ya era viejo en tiempos de los celtas lo es aún más a día a hoy, y allá donde ellos creyeron encontrar ecos de una sabiduría perenne, podemos llegar nosotros ahora y atisbar un halo imperecedero, como de algo tan anterior como espiritualmente superior a cualquier ingenio moderno de la civilización contemporánea.
En lugares así parece posible encontrar regalos que son como señales…
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El Túmulo:
“Detiene entonces al caballo, y mira en todas direcciones buscando la capilla. Extrañamente, no ve nada parecido por ninguna parte, excepto una pequeña elevación (…) un montículo suave (…). Se acerca y da la vuelta alrededor del montículo, deliberando consigo mismo sobre qué puede ser. Encuentra una apertura en el extremo (…) ve que está cubierto por grandes rodales de yerba, y que es todo hueco por dentro”.
Sir Gawain y el Caballero Verde (87)
Dólmenes, cromlech, mehires… vestígios de la primera Europa. Anterior al mundo que retratan la Iliada y la Odisea y anterior a la Edad del Hierro, a los celtas, a los druidas, a los duros godos, a Roma… Tumbas erigidas con grandes rocas formando pliegues y colinas huecas en cuyo interior, se enterraron durante siglos nuestros antepasados más lejanos. Mausoleos cubiertos de manto esmeralda cuyas puertas están siempre orientadas conforme al recorrido anual del Sol. Puertas que todavía hoy estremece cruzar…
“El túmulo del Bosque Oscuro” se encuentra en los confines de Britania, del País de Gales, en la antigua Inis Mona, la “isla de los druidas”. Verde, lluviosa, a penas habitada, concentra una cantidad sorprendete de restos megalíticos a los que acompañan leyendas de añejo sabor a cuento de hadas…
Hasta allá fuimos. Buscando quizás que el paraje y su historia hicieran de espejo de nuestra alma. Para abundar en quienes somos y dar los pasos que debíamos dar, si queríamos seguir avanzando en nuestra singladura vital. Un presente nos estaba esperando allí…
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El Druida:
“Sin otro amigo amigo en los bosques y montañas que su propio caballo, ni otro compañero de viaje que Dios, llegó Sir Gawain al norte de Gales. Conservando a su izquierda la isla de Anglesey cruzó los vados de las tierras llanas junto al mar y paso después al confín de Holy Head (Cabeza Santa) (…) donde había poca gente que viviera en el temor de Dios y el amor a los Hombres”
Sir Gawain y el Caballero Verde (30)
Es Tácito quien nos informa de cómo los druidas tenían en Inis Mona, su santuario principal. Una suerte de “isla sagrada” en la que cultivaban y salvaguardaban las “esencias” de su Tradición, y desde donde predicaron el alzamiento contra Roma.
Allí donde termina la propia Inis Mona, un estrecho brazo de mar la separa de la “isla santa” de Holy Head. Verdadero confín de Gales y Anglesey.
En Holy Head y entre verdes e idílicas campiñas, se erigen menhires que parecen señalar a la montaña de “Cabeza Santa”. Mácizo granítico al borde del mar que destaca sobre el resto de la isla como su punto más elevado. También como su punto más “magnetico” y llamativo. Subir a su cumbre se impone al viajero a no ser que tenga el corazón dormido…
Desde lo alto de Holy Head se contempla a un lado el oceano y al otro la propia isla de Inis Mona y el Pais de Gales, hasta donde alcanza la vista. Una vez en la cima se tiene la sensación de estar en el lugar más sagrado de la región. En la “montaña santa” de las leyendas artúricas, también en el paraje en el que esos druidas que nos cuentan las fuentes clásicas habitaban el lugar, subian a contemplar la puesta de sol… tan espectacular hoy día como hace dos mil años…
Cae la noche y las sombras cubren Holy Head, los viajeros vuelven a su lugar de hospedaje y reflexionan sobre lo visto y experimentado durante día; sobre druidas, túmulos, montañas sagradas y mares que parecen el fin del Mundo… En su bolsillo uno de ellos, guarda un regalo que le ha sido entregado en Brynn Celli Du. Un presente que es en sí mismo un llamada y un destino…
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El Lobo:
“Así pues, te doy este ceñidor adornado con hilo de oro, que es verde como mi atuendo, a fin de que recuerdes este encuentro cuando andes entre príncipes y te sirva de testimonio de la aventura de la Capilla Verde, ocurrida entre esforzados caballeros”.
Sir Gawain y el Caballero Verde (96)
Te adentras en el túmulo y un estrecho pasillo hecho de rotundas rocas te conduce a una sala circular donde el paso del tiempo, ha abierto una pequeña ventana por la que se cuelan rayos de luz. A un lado de la sala se levanta una gran roca oscura y alargada con forma de menhir, que parece el guardian del lugar. Te quedas en silencio, contemplado respetuoso y en la penumbra el sitio en el que estás. Al rato sales de nuevo al exterior, pero allí la chica que te acompaña se convierte en “instrumento de la Providencia”, y como si fuera una de esas “damas” de las leyendas medievales que indican “al héroe” por donde debe seguir, te dice que vuelvas al interior, que has estado dentro poco tiempo…
Vuelvo al interior, “el guardian” en forma de menhir, aún silencioso e inmovil, parece como si con su presencia pudiera estar diciendo algo… reparo entonces en que hay pequeñas ofrendas en los quicios de las rocas que levantan el túmulo. Monedas, lazos, plumas… Cual es mi sorpresa al descubrir entre ellas un pequeño lobo plateado aullando a la luna…
Un lobo aullando, en el interior del “túmulo del bosque oscuro”, en Inis Mona, la isla de los druidas…
El Guerrero Espiritual tiene algo de lobo en un mundo de perros y ovejas… “convertir el asco en acero y salir a la vida a encontrar a tus iguales” es lo que canta su Aullido.
El Túmulo, el Druida y el Lobo por Gonzalo Rodríguez está licenciado bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.