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Cultura Celta

La Tradición Guerrera de la Hispania Céltica

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La Tradición Guerrera de la Hispania Céltica

Se acaba de publicar la segunda edición de nuestra tesis doctoral. Publicada en Almuzara bajo el título de “Los Celtas: Héroes y Magia”. Un estudio por un lado, sobre qué cosa fue la Hispania Céltica: su etnogénesis, paralelismos y diferencias con el resto de la céltica europea, así como su diversidad interior entre áreas plenamente celtizadas, mayormente en la España interior y mesetaria; y áreas de celtización más débil y más unidas al antiguo sustrato indoeuropeo protocelta, en áreas de las España atlántica. Como por otro, sobre la cosmovisión que sostendría su cultura y tradición guerrera. Basada en el paradigma del Héroe, y en el “pensar mágico del Mundo”. Adquiriendo aquí especial relevancia la magia guerrera de la licantropía y el “furor”, rasgo muy característico del mundo celta y en general, del arcaico mundo indoeuropeo y sus diversas pervivencias: de la céltica hispánica a la Iliada, de las sagas vikingas y los berserk, a Rudra y los Maruts en los Vedas…

Un estudio sobre cómo nos gusta decir: “la urheimat hispánica”. El “zócalo base” de los españoles, como el propio Cervantes recogió en su Numancia y en otro de nuestros libros: “Hispanofilia”, hemos tratado; y que aquí, a modo de estudio profuso y detallado, hemos querido que quede publicado. Para inspiración de quien a pesar del mundo moderno, sigue creyendo en ancestros y raíces…

LOCOS POR NUESTRA HISTORIA

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El canal «Locos por nuestra Historia» ha tenido a bien que participáramos en sus ponencias/tertulias on line. En este caso para hablar sobre nuestro estudio sobre la tradición guerrera de la Hispania céltica, publicado en Almuzara bajo el título «LOS CELTAS: HÉROES Y MAGIA». 
 
Un placer… Pudimos comentar los contenidos esenciales de nuestro libro en lo relativo a los principios, valores, y creencias del mundo hispano céltico y por ende del mundo Indoeuropeo de la Edad del Hierro, y en animada tertulia buscar qué enseñanzas para los tiempos actuales nos puede trasladar ese antiguo universo de mitos heroicos y pensamiento mágico de la céltica europea, a los desnortados y decadentes tiempos modernos…. 
 

Principios, Valores y Creencias de la Hispania Céltica

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En “Mistérica Radio Secreta”, con Pedro Ortega y Belén Doblás, en uno de los podcast más interesantes que podrás encontrar en la red.

Conversando con ellos sobre las cuestiones más esenciales y prinpales a saber respecto de la céltica hispánica; su realidad, historia, visión del Mundo y legado. A partir de nuestro libro “Los Celtas: Héroes y Magia”, en la editorial Almuzara. Libro que queda aquí recogido en sus líneas principales.  También destiladas las enseñanzas que para los hombres y mujeres del siglo XXI,  puede aportar tan lejana raíz en el conocimiento de nosotros mismos, y en la manera más noble y libre de vivir, afrontar y dar sentido a nuestra existencia. Sabiduría perenne desde la lejana Hispania Céltica para los tiempos oscuros del Kali Yuga…

Prinpios, Valores y Creencias de la Hispania Céltica

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Enseñanzas espirituales de la Hispania Céltica

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Las culturas bárbaras  de la Edad del Hierro en Europa y más concretamente en la antigua Hispania, como ocurre en muchas ocasiones con las sociedades premordernas y ancestrales, pueden llegar a ser algo más que un mero objeto de estudio para los historiadores. En su concepción del Mundo, la vida y la muerte; aparecen con frecuencia perlas de sabiduría perenne que aún hoy día impelen al camino del auto conocimiento y la fuerza interior. Perlas que señalan una manera de afrontar la existencia que precisamente en los tiempos que corren, brillará por su ausencia. Siendo así… es más ahora que antes que quizás estemos necesitados de esa “antigua visión del Mundo”.

Es desde esta perspectiva que planteo aquí mis propios estudios de tesis doctoral trascendiendo así la mera divulgación histórica, y apuntando a ese horizonte de Tradición Perenne.

La ponencia se llevó acabo en las ya legendarias tertulias del profesor de la UCLM Fernando Ruíz de la Puerta en la librería toledana Hoja Blanca.

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El Túmulo, el Druida y el Lobo

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El túmulo del bosque oscuro

Brynn Celli Du… “El túmulo del bosque oscuro”. En los confines de Gales, en la antigua isla de Inis Mona (hoy día Anglesey), donde quizás estuvo el mayor santurario druídico de Europa…

Hasta allá fuimos “en peregrinación”. A pasear meditabundos por los mismos lugares que visitaron los druidas celtas encontrándose con ruinas más antiguas que ellos mismos…

Lo que ya era viejo en tiempos de los celtas lo es aún más a día a hoy, y allá donde ellos creyeron encontrar ecos de una sabiduría perenne, podemos llegar nosotros ahora y atisbar un halo imperecedero, como de algo tan anterior como espiritualmente superior a cualquier ingenio moderno de la civilización contemporánea.  

En lugares así parece posible encontrar regalos que son como señales…

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El Túmulo:

“Detiene entonces al caballo, y mira en todas direcciones buscando la capilla. Extrañamente, no ve nada parecido por ninguna parte, excepto una pequeña elevación (…) un montículo suave (…). Se acerca y da la vuelta alrededor del montículo, deliberando consigo mismo sobre qué puede ser. Encuentra una apertura en el extremo (…) ve que está cubierto por grandes rodales de yerba, y que es todo hueco por dentro”.

Sir Gawain y el Caballero Verde (87)

Dólmenes, cromlech, mehires… vestígios de la primera Europa. Anterior al mundo que retratan la Iliada y la Odisea y anterior a la Edad del Hierro, a los celtas, a los druidas, a los duros godos, a Roma… Tumbas erigidas con grandes rocas formando pliegues y colinas huecas en cuyo interior, se enterraron durante siglos nuestros antepasados más lejanos. Mausoleos cubiertos de manto esmeralda cuyas puertas están siempre orientadas conforme al recorrido anual del Sol. Puertas que todavía hoy estremece cruzar…

“El túmulo del Bosque Oscuro” se encuentra en los confines de Britania, del País de Gales, en la antigua Inis Mona, la “isla de los druidas”. Verde, lluviosa, a penas habitada, concentra una cantidad sorprendete de restos megalíticos a los que acompañan leyendas de añejo sabor a cuento de hadas…

Hasta allá fuimos. Buscando quizás que el paraje y su historia hicieran de espejo de nuestra alma. Para abundar en quienes somos y dar los pasos que debíamos dar, si queríamos seguir avanzando en nuestra singladura vital. Un presente nos estaba esperando allí…

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El Druida:

Holy HeadSin otro amigo amigo en los bosques y montañas que su propio caballo, ni otro compañero de viaje que Dios, llegó Sir Gawain al norte de Gales. Conservando a su izquierda la isla de Anglesey cruzó los vados de las tierras llanas junto al mar y paso después al confín de Holy Head (Cabeza Santa) (…) donde había poca gente que viviera en el temor de Dios y el amor a los Hombres”

Sir Gawain y el Caballero Verde (30)

Es Tácito quien nos informa de cómo los druidas tenían en Inis Mona, su santuario principal. Una suerte de “isla sagrada” en la que cultivaban y salvaguardaban las “esencias” de su Tradición, y desde donde predicaron el alzamiento contra Roma.

Allí donde termina la propia Inis Mona, un estrecho brazo de mar la separa de la “isla santa” de Holy Head. Verdadero confín de Gales y Anglesey.

En Holy Head y entre verdes e idílicas campiñas, se erigen menhires que parecen señalar a la montaña de “Cabeza Santa”. Mácizo granítico al borde del mar que destaca sobre el resto de la isla como su punto más elevado. También como su punto más “magnetico” y llamativo. Subir a su cumbre se impone al viajero a no ser que tenga el corazón dormido…

Holy HeadDesde lo alto de Holy Head se contempla a un lado el oceano y al otro la propia isla de Inis Mona y el Pais de Gales, hasta donde alcanza la vista. Una vez en la cima se tiene la sensación de estar en el lugar más sagrado de la región. En la “montaña santa” de las leyendas artúricas, también en el paraje en el que esos druidas que nos cuentan las fuentes clásicas habitaban el lugar, subian a contemplar la puesta de sol… tan espectacular hoy día como hace dos mil años…

Brynn Celli DuCae la noche y las sombras cubren Holy Head, los viajeros vuelven a su lugar de hospedaje y reflexionan sobre lo visto y experimentado durante día; sobre druidas, túmulos, montañas sagradas y mares que parecen el fin del Mundo… En su bolsillo uno de ellos, guarda un regalo que le ha sido entregado en Brynn Celli Du. Un presente que es en sí mismo un llamada y un destino…

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El Lobo:

“Así pues, te doy este ceñidor adornado con hilo de oro, que es verde como mi atuendo, a fin de que recuerdes este encuentro cuando andes entre príncipes y te sirva de testimonio de la aventura de la Capilla Verde, ocurrida entre esforzados caballeros”.

Sir Gawain y el Caballero Verde (96)

El túmulo del bosque oscuro
”

Te adentras en el túmulo y un estrecho pasillo hecho de rotundas rocas te conduce a una sala circular donde el paso del tiempo, ha abierto una pequeña ventana por la que se cuelan rayos de luz. A un lado de la sala se levanta una gran roca oscura y alargada con forma de menhir, que parece el guardian del lugar. Te quedas en silencio, contemplado respetuoso y en la penumbra el sitio en el que estás. Al rato sales de nuevo al exterior, pero allí la chica que te acompaña se convierte en “instrumento de la Providencia”, y como si fuera una de esas “damas” de las leyendas medievales que indican “al héroe” por donde debe seguir, te dice que vuelvas al interior, que has estado dentro poco tiempo…

El túmulo del bosque oscuro
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Vuelvo al interior, “el guardian” en forma de menhir, aún silencioso e inmovil, parece como si con su presencia pudiera estar diciendo algo… reparo entonces en que hay pequeñas ofrendas en los quicios de las rocas que levantan el túmulo. Monedas, lazos, plumas… Cual es mi sorpresa al descubrir entre ellas un pequeño lobo plateado aullando a la luna…

Un lobo aullando, en el interior del “túmulo del bosque oscuro”, en Inis Mona, la isla de los druidas…

El Guerrero Espiritual tiene algo de lobo en un mundo de perros y ovejas… “convertir el asco en acero y salir a la vida a encontrar a tus iguales” es lo que canta su Aullido.

El aullido del Lobowww.elaullidodellobo.com

 

 

 

DRUIDESAS

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Mujeres Druidas - Druidesas La forja y la espada, Gonzalo Rodríguez

¿ DRUIDESAS ?

Nuestro anterior artículo sobre la isla Inis Mona y los druidas ha generado que algunos de vosotros nos hayáis preguntado por la existencia de «druidesas». Por el acceso de la mujer a la condición druídica.

No es una cuestión que a día de hoy esté resuelta y las referencias que recibimos de las fuentes clásicas y el registro arqueológico, resultan en ocasiones contradictorias. En todo caso nosotros nos aventuramos a plantear que muy posiblemente sí que existieron, si bien quizás de una manera minoritaria o subsidiaria y un modo difícil de dilucidar…

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Hay que pensar en este sentido que en las sociedades célticas de Britania, encontraremos mujeres de papel preponderante en el ámbito político y militar; caso de la reina rebelde Boadicea o de la reina Cartimandua, esta última aliada de los romanos. Del mismo modo y tal como vimos en el caso de Inis Mona, la presencia de mujeres en la isla de los druidas, apunta también a la relevancia de la mujer en los niveles más preponderantes del ámbito religioso y sacerdotal. Por otro lado, en los ciclos mitológicos irlandeses, especialmente en los que desprenden un aroma más antiguo y pagano, la figura de la «druidesa» parecerá ser hasta cierto punto cosa habitual. Si bien mayormente referida a la función de «vate» o «profetisa».

Las fuentes clásicas también parecerán apuntar en esta dirección, poniendo además el acento precisamente en la función de «vate», «profetisa» o «maga/hechicera», de la «druidesa». Esto aunque César, en sus «Comentarios a las Guerras de las Galias», no mencione la existencia de mujeres druidas en ningún momento.

Encontramos así cómo en el siglo III una «druidesa» gala le predice a Diocleciano: «no serás emperador hasta que mates un jabalí» (Vopisco. Numeriano XXX, 14, 2). Y efectivamente fue así, pues Diocleciano se hizo emperador después de matar con sus propias manos a Aper («jabalí»), prefecto del pretorio…

Del mismo modo en el 235 d.C. una druidesa predice la muerte cercana del emperador Alejandro Severo: «Una druidesa, cruzándose en su camino, gritó en lengua gala: ve, pero no esperes vencer ni confíes en tus soldados» (Lamprido. Vida de Alejandro Severo LX).

Más sintomática es la anécdota recogida en tiempos de Aureliano (Vopisco. Vida de Aureliano XLIV) en la que se nos cuenta cómo: «Aureliano había consultado a druidesas galas, con el fin de saber si el Imperio seguiría siendo de sus descendientes».

Es decir, en una época ya tardía, como sería el Bajo Imperio, y en un momento en que posiblemente la religión de los druidas estaba ya mayormente laminada de las Galias, la «druidesa» seguía sin embargo vigente, en su función de «vate», y con prestigio suficiente como para ser consultada por los emperadores de Roma…

Al mismo tiempo, la referencia sobre Aureliano nos habla de «druidesas», en plural, lo que nos hace pensar no tanto en que consultara a varías mujeres, como en que consultó a una «escuela» o «cónclave» de «druidesas».

En definitiva, es muy poco lo que podemos saber de la figura de la «druidesa», si bien hay pistas suficientes como para suponer su existencia verdadera. Posiblemente con status o funciones propias y diferenciadas del druida propiamente dicho, y quizás también más volcadas a la magia y la adivinación. Si bien con la información que disponemos hoy día, es difícil aventurarse más allá…

En todo caso, cuando en las leyendas irlandesas encontramos que la hija del gran rey Cormac, Ailbe, fue la primera mujer juez de Irlanda; o que en Irlanda hasta el siglo VIII, las mujeres propietarias de un terreno, estaban obligadas al servicio militar, la idea de la mujer como mera comparsa pasiva del hombre, resultará insostenible para las sociedades de cultura céltica.

Siendo así, aún con cualidades y funciones diferenciadas, creemos que la figura de la druidesa no puede negarse y su presencia en el imaginario romántico del mundo celta, no sería una impostura, sino un vago recuerdo de una antigua tradición…

 

La Conquista Romana de Hispania: Viriato y Numancia

en Cultura Celta/Historia por
LA CONQUISTA ROMANA DE HISPANIA: VIRIATO Y NUMANCIA

Su división en pequeños estados y su orgullo local no les permitía unirse en un lazo común, lo que les privaba de fuerza suficiente para repeler conjuntamente una agresión venida de fuera. Así pues, si hubieran logrado juntar sus armas uniéndose en una confederación potente, los romanos no hubieran llegado nunca a dominar sus tierras… De hecho los romanos, venciendo una a una todas la tribus de Hispania, tardaron en todo caso mucho tiempo, unos doscientos años, en poner finalmente Hispania bajo su poder.

Estrabón. III, 4, 5

Bandas guerreras, saqueos y ciudades asediadas, “druidas” predicando el alzamiento contra Roma, traiciones y engaños, resistencias heroicas frente a enemigos implacables, generales derrotados, líderes admirables, elefantes cargando contra los muros de Numancia y cónsules romanos derrotados frente a las armas de Viriato…

 

La conquista romana de Hispania duró dos siglos y supone uno de los episodios más fascinantes y sugestivos de nuestra historia. La propia saga de Roma avanzará al compás de las guerras que lleva a cabo en Hispania y aquellos belicosos hispanos, tendrán finalmente en Roma y a pesar de la lucha a brazo partido que llevaron a cabo contra ella, el molde el que su sangre y espíritu quedará conformado.

 

Los pueblos y gentes de España no pueden saber de sí mismos sin saber de la “Hispania Bárbara” de íberos, celtíberos, lusitanos, cántabros o vettones. Tampoco pueden saber de sí mismos sin saber de Roma y de cómo ésta, a costa de un esfuerzo formidable de doscientos años, llegó a integrar a nuestros ancestros en su Imperio.

 

Saber quiénes somos y conocer nuestra historia, pasará así indefectiblemente por conocer la Conquista Romana de Hispania. De ahí en gran medida venimos, su olvido no es falta sino contra nosotros mismos…

 

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  • La conquista romana de Hispania comenzará al albur de la Segunda Guerra Púnica, entre Cartago y Roma. En torno al 218 a.C. y con la presencia del cartaginés Amílcar y su hijo Aníbal en Hispania, para hacer de ésta base de operaciones del rearme de Cartago frente a Roma. La conquista cartaginesa de Arsa (la actual Sagunto), ciudad íbera bajo la protección de Roma, será el detonante de la guerra y tras ésta y una vez derrotado Aníbal, Hispania se convertirá en el nuevo objetivo de Roma.

  • Entre el año 205 a.C. y el 195 a.C. se lleva así a cabo una primera etapa de la conquista de Hispania, tratándose de asegurar para Roma y fundamentalmente, los territorios de la Península que anteriormente estuvieron en la órbita de Cartago. Es en este periodo cuando se documentan las campañas de Catón en la Celtiberia (por primera vez un romano frente a Numancia) y la rebelión ilergete de Indíbil y Mandonio. Treinta mil infantes y cuatro mil jinetes ibéricos se enfrentan a los romanos en el entorno del río Ebro. La victoria fue sin embargo romana y la derrota indígena estrepitosa, y los propios Indíbil y Mandonio murieron heroicamente en batalla. La conquista romana de Hispania daba comienzo así con la épica de los grandes episodios históricos…

  • Durante los siguientes 15 años (entre el 194 y el 179 a.C.), Roma tratará de estabilizar las fronteras uniendo la Hispania Citerior y Ulterior a través del interior Peninsular. Es en este periodo cuando Roma conquista Toledo a los carpetanos y hace preso a su rey Hilerno. También cuando por primera vez se enfrenta realmente a los celtíberos. Con ocasión especialmente reseñable en el 179 a.C. Con Tiberio Sempronio Graco haciendo frente a un ejército celtibérico de más de treinta mil hombres en el entorno del Moncayo (a decir de los epigramas de Marcial la “montaña sagrada” de la Celtiberia).

La victoria sin embargo volvió a ser romana y ésta trajo el periodo de paz más largo para Hispania desde el desembargo de Amílcar en nuestra tierra. En un ya lejano 240 a.C.

  • Durante más de veinte años (entre el 178 y el 154 a.C.) Hispania no conoció nuevos alzamientos ni conflictos y en el futuro, cuando se reanuden las guerras, los propios hispanos apelarán a los tratados de paz firmados con Graco, buscando poner fin al enfrentamiento armado. Los romanos en cualquier caso habían conseguido cumplir el plan que trazó Catón para Hispania; apoderándose de las zonas que anteriormente estuvieron bajo influencia cartaginesa, y asegurando las fronteras mediante inclusión del interior Peninsular a costa de carpetanos y celtíberos lusones, lobetanos y olcades.

  • Llegado sin embargo el año 154 a.C. comenzará de nuevo la guerra en Hispania. Lusitanos en la Ulterior y celtíberos en la Citerior se alzan en armas en la que será quizás la guerra más ardua de Roma en nuestra tierra. Veinte años en los que la figura de Viriato en el ámbito lusitano, y la ciudad de Numancia en el ámbito celtibérico, generarán reveses tremendos para Roma. Hasta el punto de que sendos ejércitos consulares enviados contra Viriato y contra Numancia, serán respectivamente derrotados por lusitanos y celtíberos. A estos veinte años de guerras en los que Roma mordió el polvo en diversas ocasiones y frente a nuestros antepasados, hemos dedicado nuestros siete capítulos de esta serie. Allí recogemos pormenorizadamente los pormenores de esta guerra.

Roma finalmente se impuso a Viriato y a Numancia, bien lo sabemos todos, pero no estará de más recordar la gesta de los guerreros hispanos frente al ejército más poderoso del Mundo…

  • Tras estos veinte años de guerras (154-133 a.C.) Hispania vivirá otra época de paz que se prolongará hasta el año 113 a.C. Son años en los que Roma se dedicará a desarrollar su poder administrativo en Hispania, enviando una comisión senatorial de diez miembros, que llevará a cabo un plan para el aprovechamiento sistemático y racional de las posibilidades agrícolas, ganaderas, mineras y comerciales de Hispania.

Esta nueva situación de una Hispania pacificada, fuente de riquezas y solar de expansión para la nobleza terrateniente romana, coincidirá con las crisis sociales en Roma, semilla de las futuras guerras civiles. Guerras que repercutirán también en Hispania, y que finalmente provocarán el desmantelamiento de la República, y la llegada del Imperio.

Este periodo será también el de la llegada de emigrantes itálicos a Hispania. Emigrantes que asentándose principalmente en la Bética, configurarán uno de los pilares de la futura aristocracia provincial, favoreciendo el desarrollo de una honda romanización en el sur Peninsular.

Si señalar que durante este tiempo, concretamente entre el 123 y el 121 a.C., se conquistarán las islas Baleares. Conquista que se llevará acabo alegando como excusa el carácter de refugio de piratas que tenían las islas.

  • Llegado en todo caso el año 113 a.C. lusitanos y celtíberos volverán a las armas otra vez, y de nuevo las guerras “celtibérico-lusitanas”, se convertirán en una preocupación para los gobernadores romanos.

En este caso y por un lado, tendremos de nuevo los recurrentes saqueos lusitanos sobre la Turdetania, a modo de razzias; y por otro, la rebelión de unos celtíberos que viendo cómo los temibles cimbrios, llegados del norte Europa, entraban en la Celtiberia y los romanos huían espantados, toman ellos mismos las armas y derrotan a los “bárbaros del norte” (año 104 a.C.).

Por desgracia es un periodo escasamente documentado, si bien cabe destacar la presencia de nuevo de un ejército consular en la Celtiberia (año 98 a.C.), en una campaña que se prolongará cinco años.

Por su parte, las rapiñas lusitanas se sucederán años tras año aún a pesar de las represalias romanas, y será también necesario un ejército consular que entre los años 96 y 93 a.C., se adentrará en la Lusitania y conseguirá poner fin a las bandas de saqueadores.

  • Entre los años 92-82 a.C. encontraremos un nuevo periodo de paz que se prolongará esta vez diez años, si bien llegado el 82 a.C. Hispania entrará en un largo y agotador periodo de conflictividad. Esta vez sin embargo, no tanto alzándose en armas contra Roma, como participando como actor interesado en las Guerras Civiles de ésta. Son primero las Guerras Sertorianas, desarrolladas en el solar hispano e instigadas por los propios lusitanos. Y después las guerras de César contra Pompeyo, con clientelas celtíberas y en general hispanas en ambos bandos. Dándose aquí el episodio épico de la batalla de Munda, en el año 45 a.C.

  • Un periodo que se alargará entre el 82 y el 45 a.C. y el que se intercalarán épocas de relativa paz, en las que encontraremos sin embargo, los últimos alzamientos vacceos, y la significativa campaña del propio Julio César contra los lusitanos, en el año 61 a.C. Campaña con la que se pondrá fin definitivamente a la rebeldía lusitana y en la que César, llegará a sitiar una suerte de monte sangrado de la Lusitania, consagrado a “Hermes”. Entiéndase aquí que dicho “Hermes”, no será sino la interpretatio romana de una divinidad indígena, de la que no nos llega su verdadero nombre.

  • Finalizada la parte hispana de la guerra entre César y Pompeyo, y tras un periodo durísimo en que se han sumado los diez años de las Guerras Sertorianas, las campañas de César en Hispania, las últimas insurrecciones vacceas, y la lucha contra los pompeyanos, Hispania parecerá estar agotada… Siendo así que se vivirá un largo periodo de paz que esta vez se prolongará entre el 43 y el 29 a.C. Siendo ese último año cuando estallará el episodio final de la conquista romana de Hispania, las Guerras Cántabras, que se prolongarán diez años y que serán verdaderamente “la batalla final” de la Hispania “bárbara”, frente a las legiones de Roma.

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Doscientos años y muchos acontecimientos, batallas, anécdotas y personajes… Nosotros humildemente en nuestro blog queremos homenajear esa época de nuestra historia acercándonos al episodio quizás más significativo de la resistencia indígena: las guerras de Viriato y de Numancia.

Guerras recogidas en siete capítulos sucesivos en los que con un cronograma como guía, podremos seguir año a año los pormenores de una lucha tan heroica como trágica.

Aquellos fueron nuestros antepasados. Básicamente los españoles de hoy día y más allá de nuestras diferencias regionales, somos descendientes genéticos de ellos. Tengámoslos entonces en la memoria. Quizás podamos aprender algo de quiénes somos y a partir de ahí, de qué debemos hacer…

Viriato y Numancia VII: La caída de Numancia

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La conquista romana de Hispania Viriato y Numancia

LA CAÍDA DE NUMANCIA

La conquista romana de Hispania: Viriato y Numancia. Parte VII

-Último Capítulo-

Con la caída de Numancia concluye quizás la fase más dura y complicada de la conquista romana de Hispania. 20 años de guerras consecutivas tanto en la Hispania Ulterior como en la Citerior contra lusitanos y celtíberos respectivamente. Siendo arrastrados en esta lucha otros pueblos hispanos como los vetones, los vacceos, los galaicos o los turdetanos. 20 años en los que tanto Numancia como los lusitanos, estos últimos gracias a su “campeón” Viriato, consiguieron resistir y vencer a los ejércitos de Roma e incluso obtener de sendos cónsules derrotados, el reconocimiento de su independencia.

 

Pero la “voluntad de poder” de Roma siempre fue superior a la de todos sus adversarios y de mano de un frio, ambicioso y duro Escipión, Numancia se enfrentará a su dramático final. Un final que al igual que el de Viriato, será digno de toda una epopeya o de una gran producción cinematográfica. Un momento épico y conmovedor de nuestra historia y de la vida de nuestros ancestros que merece la pena conocerse y ponerse en valor. El propio Cervantes así lo sintió y recogió en su obra literaria y nosotros humildemente lo homenajeamos a través de este blog…

 

134 a.C.-

*La situación de independencia de Numancia terminó por ser insostenible para el senado romano, que tiene desde hace 20 años en la pequeña ciudad celtibérica, un antagonista formidable que una y otra vez doblega su orgullo. Se convencen así de que es imprescindible enviar un hombre fuerte a Hispania a poner fin a la “insolencia” de los celtíberos. El más apropiado para tal labor será Escipión. Destructor de Cartago en la Tercera Guerra Púnica y veterano de las guerras de Hispania con prestigio entre los indígenas, al haberse enfrentado 17 años antes y en duelo singular, al “campeón guerrero” de la ciudad vaccea de Intercatia. En este sentido era la persona ideal para el cargo: General victorioso de valor contrastado, de larga carrera militar y conocedor del carácter y dificultad de la lucha contra los celtíberos. Sin embargo, la legislación romana prohibía hacer procónsul a una misma persona en un plazo inferior a diez años, y este impedimento legal dificultaba la elección de Escipión que había sido procónsul durante la Tercera Guerra Púnica. En todo caso, la situación en Numancia se había convertido en algo tan problemático y generador de descrédito para el senado, que excepcionalmente se suspenderá dicha ley, y por procedimiento extraordinario (extra ordinem), se le designará procónsul de la Hispania Citerior. Aun así y en previsión del poder cada vez más creciente de Escipión y de los generales victoriosos respecto del senado (recordemos años después lo que supondrá Julio César), no se le concedió ejército ni se le permitió hacer levas, debiendo arreglarse con el ejercito acampado en Hispania y los propios aliados y voluntarios que lograse atraer a su expedición. Contando aquí con que Escipión, “legendario” destructor de Cartago, preparaba entonces un fabuloso ejército personal lleno de aliados llegados de todas partes, digno del estado mayor de un mismísimo Alejandro Magno…

Debemos tener en cuenta, que en África y el Mediterráneo oriental, Escipión era considerado por muchos un líder de prestigio digno de la mayor admiración, y para otros era cuando menos, un gran amigo. Recibirá así apoyos de Antíoco de Siria, Micipsa de Numidia y Átalo de Pergamo. Al tiempo que de la propia Roma, se le unirán un nutrido grupo de leales entre los que figurará lo más selecto de la sociedad romana: Cayo Mario, futuro vencedor de cimbros y teutones; Cayo Graco, hermano y futuro continuador de la obra de Tiberio Graco (hijos del Tiberio Graco que hizo campaña en Hispania en el 179 a. C.); Yugurta, futuro rey de Numidia y azote de Roma durante la guerra que lleva su nombre; el poeta Lucilio, los escritores Rutilio y Asellio, y el historiador y genio táctico en asedios Polibio. En definitiva, tal como hemos dicho, un estado mayor “digno de un Rey”. Con sus más allegados y relevantes apoyos formará también la que llamará “compañía de los amigos”, cohors amicorum, y con este flamante ejército desembarcará en Hispania, dispuesto a someter la pequeña pero indomable ciudad de Numancia…

Una vez en Hispania, su primer objetivo fue disciplinar y devolver la moral a las tropas romanas acantonadas en la Citerior. Las cuales, tras tantos años de derrotas, humillaciones y tres últimos años de inactividad, habían caído en la más indigna de las molicies. Así según Apiano (Iber. 85) llegado al campamento romano lo primero que fue “expulsar a todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y sacrificadores, a quienes los soldados, al haberse vuelto temerosos a causa de los reveses, solían consultar continuamente”. Imponiendo seguidamente una disciplina a rajatabla tanto en el régimen alimenticio, como en la forma de vida. Muchos detalles de esta disciplina nos han llegado; como prohibir dormir en nada que no fuera un jergón de paja, siendo el propio Escipión el primero en dar ejemplo; limitar la alimentación a carne hervida y asada, obligar a ir a pie en todas las marchas, no consintiendo a ningún soldado ir subido en las mulas de carga; prohibir que los soldados se ayudasen unos a otros en darse baños, ungüentos o masajes, o tratar a la tropa sin piedad para los casos de debilidad, con duros castigos de azotes con varas de sarmiento. Comentando según sus propias palabras que “aquellos generales que eran severos y estrictos con sus tropas eran útiles para los suyos, mientras que los relajados y amigos de las concesiones, lo eran para los enemigos (Apiano. Iber. 85).

Según la leyenda Escipión se vistió con el negro y áspero sagum de los celtíberos mientras duró la campaña, y al ser preguntado por aquellos negros y bárbaros ropajes, al parecer respondió que vestía así en señal de luto por la ignominia de los soldados que le habían tocado en suerte… En cualquier caso Escipión consiguió volver la tropa a la disciplina, y los mantuvo ocupados en diversos entrenamientos de cava de zanjas, levantamiento de muros y empalizadas, marchas en formación y recogida de aprovisionamiento. Aún así este primer año de campaña Escipión no atacará Numancia, y se limitará a entrenar el ejército y foguearlo en acciones puntuales contra puntos de abastecimiento de la ciudad celtibérica, aldeas amigas de los numantinos, y algunas escaramuzas con los vacceos cerca de Palentia. En general al igual que sus predecesores, antes de marchar sobre Numancia, cargó contra los alrededores con vista a destruir sus posibles suministros y evitar la llegada de ningún auxilio desde el exterior a la ciudad. Llegado el invierno, Escipión no se alejará de la zona y lo pasará en el entorno de Numancia, donde recibirá la llegada de Yugurta y sus doce elefantes y arqueros y honderos. Escipión ya estaba preparado para la guerra, y con cerca de 30000 hombres se disponía a poner fin al problema numantino rindiendo por hambre la ciudad. Consideraba en este sentido “que era más conveniente no trabar combate con hombres que luchaban por desesperación, sino conquistarlos por hambre después de haberlos sitiado” (Apiano. Iber. 90).

133 a.C.-

*Comenzó el sitio a la ciudad rebelde, y en una sola noche los bien entrenados soldados de Escipión levantarán un primer parapeto provisional que les servirá después para construir la circunvalación definitiva que cerrará la ciudad por todos lados, con siete campamentos rodeándola. En menos de un mes se levanto una segunda línea consistente en un profundo foso con terraplén y empalizada, y detrás de ésta se elevó un muro de tres metros de altura, cuatro de ancho, y nueve kilómetros de longitud. Éste muro dispondrá de cerca de trescientas torres y estará jalonado por los siete campamentos anteriormente mencionados. En la actual colina del Castillejo construirá Escipión su propio campamento y parapeto de observación. Numancia había quedado estrangulada, e incluso los ríos que la rodeaban, el Duero y el Merdancho, quedaron inhabilitados para buceadores o barcazas mediante un sistema de maderos erizados de garfios y entrelazados con cadenas que hacían imposible su tránsito. Los siete campamentos se comunicaban entre sí por un sistema de banderas y luces nocturnas, que permitían acudir en defensa de un punto del cerco en el caso de ser atacado; lo que unido a las barreras de empalizadas, foso, terraplén, segunda empalizada, muralla y tropas romanas, hizo imposible para los numantinos romper el cerco. Aún así Retógenes, líder numantino, apodado Caraunio y veterano de las guerras celtibéricas (ya se enfrentó a Roma en el 143 a.C. en la campaña de Metelo), conseguirá romper el cerco “una noche sombría” (Apiano. Iber. 94) y acompañado de cinco leales y otros tantos caballos, correrá a pedir ayuda a las ciudades cercanas. Ciudades con la que según Apiano (Iber. 94) tenían lazos de parentesco. La ayuda les llegará de la ciudad de Lutia, centro de cierta opulencia situado de Numancia a trescientos estadios (Ap. Iber. 94). Los jóvenes de Lutia se pusieron así del lado de Retógenes, pero los ancianos de la ciudad, temerosos de Escipión, acudieron en secreto a darle noticia de lo que estaba ocurriendo. Éste marchó de inmediato contra la ciudad celtibérica exigiendo la entrega de los conspiradores. En principio los ancianos se negaron, pero frente a las amenazas de Escipión de arrasar la ciudad hasta los cimientos se le hará entrega de los jóvenes rebeldes hasta un número de 400, a los que Escipión castigará cortándoles las manos. Al amanecer del día siguiente Escipión ya estaba de vuelta en su campamento y las esperanzas de Numancia, se agotaban…

La situación comenzó a ser desesperante en el interior de la ciudad arévaca y vistas las circunstancias a las que estaban siendo empujados, los Numantinos encabezados por un líder de nombre Avaro, acudieron a Escipión a solicitarle una salida pacífica y condiciones moderadas de rendición: “Avaro habló con énfasis sobre la opción y el valor de los numantinos y añadió que ni siquiera ahora estaban equivocados, al haber sufrido tantos males por sus hijos, sus mujeres y la libertad de la patria” y añadió “Oh Escipión, es especialmente digno que tú, un hombre colmado de tantas virtudes, perdones a este pueblo ardiente y valeroso y que nos ofrezcas condiciones más humanas que nuestros presentes males (…) que ya no está en nuestras manos sino es las tuyas o bien recibir la ciudad si ordenas algo moderado, o desdeñarla para destruirla en combate” (Apiano. Iber. 95). Escipión se mostrará sin embargo inflexible y exigirá la entrega total de todas las armas. Pedir la entrega de las armas, al igual que ocurrió en las negociaciones de Viriato con Lepido, suponía atentar contra las más altas concepciones de la mentalidad indígena, que parece cifrar en la posibilidad de empuñar un arma, la posibilidad de seguir sintiéndose libres y dueños de su destino (“los caballos y las armas les son más queridos que su propia vida” Trogo Pompeyo 44, 2, 3.) En consecuencia, las condiciones no fueron aceptadas y los numantinos, locos de desesperación, asesinaron a Avaro al comunicarles éste la decisión de Escipión. Tan trágico episodio nos mostrará cómo llegado este punto, en el interior de Numancia, la desesperación era absoluta, y cómo según el propio Apiano (Iber.95), los numantinos ya ni siquiera confiaban unos en otros. Pues el asesinato de Avaro, parece ser que respondió a la sospecha de que Avaro había obtenido de Escipión, su propia seguridad personal.

Finalmente el horror final llegó a Numancia de mano del hambre y tal fue la carestía, que se vieron obligados a comerse a los muertos, y en una vuelta de tuerca aún más siniestra, a practicar el canibalismo, comiéndose los más fuertes a los más débiles (Apiano. Iber. 96).

Destruido el espíritu de la ciudad, con una población posiblemente llegado este punto enfrentada, debilitada y desesperanzada, se decidió ya sin otra posibilidad la rendición frente a Roma. Escipión ordenará entonces que se le entreguen las armas un día en un determinado punto. Y que al día siguiente la población se entregue en otro. Sin embargo los numantinos dejarán pasar un día más antes de entregarse, pues la mayoría de ellos “aspiraban a la libertad y deseaban quitarse la vida ellos mismos” antes que caer en la esclavitud. Solicitarán así a Escipión un día más para poder suicidarse (Apiano. Iber. 96). “Tan grande era el valor y el amor a la libertad en esta ciudad bárbara y pequeña” (Apiano. Iber. 97)…

Nos encontramos aquí y al igual que ocurrió en el asedio de Sagunto, con un caso de suicidio colectivo y renuncia a la vida sino es en libertad e independencia. El mismo caso que ya hemos recogido en capítulos anteriores en la campaña de Bruto en Galicia, y que volveremos a encontrar más adelante en el asedio de Calagurris y en las guerras Cántabras. Una resistencia heroica y lucha desesperada, y un suicidio final antes que aceptar la pérdida de la libertad. La vida no es entendida así como un fin en sí mismo, y sin la posibilidad de ser dueños de su propio destino, muchos de los indígenas preferirán morir. Es en este punto donde se recogerá la muerte de Retogenes y sus leales, muerte que ejemplificará de manera épica y notoria la ética heroica y agonística de los pueblos de la Hispania prerromana:

“Retógenes, jefe numantino, rendida ya la ciudad, ordenó a sus hombres luchar a muerte por parejas frente a una gran hoguera mientras él observaba con su espada clavada en el suelo. Los vencedores, tras arrojar los cuerpos de los compañeros muertos al fuego, dirigieron sus armas contra ellos mismos y también se arrojaron al fuego. Finalmente Retógenes también se clavó su propia espada y acto seguido se arrojó al fuego con el resto de sus camaradas”

Floro 1, 34, 11.

 

*

Al tercer día, los últimos supervivientes se entregaron a Escipión, y aquí el dramatismo es tal que creemos que lo mejor es dejar hablar al propio Apiano: “penosos de ver y completamente transformados en su aspecto, con los cuerpos sucios y llenos de pelos, uñas y mugre, despidiendo un hedor insoportable, con ropa igual de mugrienta y no menos fétida. A la vista de sus enemigos parecían dignos de compasión por esta circunstancia, pero sus miradas eran terribles, pues todavía en ellas se veía la expresión de la cólera, del dolor, del esfuerzo, y de la conciencia de haberse devorado mutuamente” (Iber. 97).

Escipión eligió cincuenta de ellos para sus “fastos triunfales” en Roma, vendió el resto como esclavos, se ganó el apodo del “Numantino” (Apiano. Iber. 98) y repartió la ciudad entre los pueblos vecinos, mayormente pelendones, pero también arévacos. Roma finalmente había vencido…

Concluía de este modo la Guerra de Numancia, de manera tan trágica como épica, igual que pocos años antes terminó también la guerra de Viriato, y si bien ni mucho menos concluía aquí la conquista romana de Hispania, estos 20 años de saqueos, campañas, victorias, derrotas, asedios, paces, traiciones, valor y heroísmo, dejaban en la memoria uno de los capítulos más impresionantes y sugestivos de la Historia de España.

*

Desde un lejano 154 a.C. y los primeros saqueos lusitanos en la Ulterior, hasta el 133 a.C. y la rendición agónica de Numancia, se sucedieron así veinte años de guerras contra lusitanos y celtiberos, en la Ulterior y Citerior respectivamente, con dos epicentros diferenciados para cada uno de los escenarios: Por un lado Viriato en el caso lusitano. Y por otro Numancia en el caso celtibérico.

Para el caso lusitano y cómo hemos podido comprobar a lo largo de esta serie, el conflicto irradiará a otros pueblos prerromanos incluyendo a vettones, turdetanos, galaicos y diversas tribus y gentes del área Ulterior y la submeseta sur, como pudieran ser los carpetanos. Estando el origen del conflicto vinculado a las constantes razzias de los lusitanos sobre el sur Peninsular, al parecer en diversos casos, en connivencia con algunas ciudades y facciones turdetanas, que ven en la acción de los lusitanos, una oportunidad de sacudirse el yugo romano. Al mismo tiempo la deslealtad de los gobernadores romanos a su palabra y a sus pactos (recordemos a Galba), así como una muy posible necesidad de expansión territorial de los lusitanos, terminarán por configurar el cóctel explosivo del que surgirán las guerras lusitanas y la figura de Viriato.

Por otra parte y para el caso de Numancia, el origen del conflicto parecerá surgir de un territorio (el celtibérico), que cortado en dos por la frontera romana, da lugar a que Numancia, ubicada más allá de dicha frontera, se convierta en referencia, refugio y bastión desde el que luchar por la independencia celtibérica frente a Roma. El hecho de que la guerra numantina comience con el conflicto de las murallas de Segeda, en territorio celtibérico pero dentro de la frontera romana en la Hispania Citerior, así como el hecho de que irradie constantemente al territorio vacceo, área celtibérica lejana a las fronteras de Roma en la Península, nos pone en la pista del alcance ideológico que pudo suponer la resistencia a la ocupación romana, para el conjunto de los pueblos celtibéricos.

Es aquí que no estará de más señalar la relación que desde el 154 a.C. se dará entre las acciones de los lusitanos en la Ulterior, y las de los celtíberos en la Citerior, invitando los primeros a alzarse contra Roma a los segundos, en una muestra de conciencia de alteridad de ambos pueblos, respecto del invasor romano. El caso de Viriato incitando a los celtiberos a liberarse del yugo romano es el más claro ejemplo al respecto: “Viriato incitó a los arévacos, titos y belos, que eran tribus especialmente belicosas, a la defección de los romanos. Y éstos iniciaron otra guerra por su propia cuenta, la que llaman numantina debido a una de sus ciudades, y que se convirtió en un conflicto largo y penoso para los romanos” (Apiano. Iber. 66).

Uno y otro conflicto van así de la mano y estarán en cierta medida relacionados. Implicando entorno suyo toda una serie de pueblos, unos ajenos a Roma; caso de lusitanos, vetones, galaicos, arévacos, vacceos o cántabros. Y otros ya en áreas sometidas a Roma y divididos en rebeldes y pro romanos, caso de turdetanos, carpetanos, belos, titos o lusones. Unos y otros poniéndonos en la pista tanto de la solidaridad y colaboración entre ellos, como en la pista del choque entre los que se avenían a la conquista romana y los que la enfrentaban.

En cualquier caso la derrota de Viriato y de Numancia supuso el definitivo sometimiento de la Celtiberia, la Beturia y la Turdetania; así como la apertura del expansionismo romano a la Lusitania (incluyendo también aquí el territorio vetón), Galicia y las llanuras vacceas de la Celtiberia más occidental. Todos ellos territorios hasta ahora mayormente ajenos al poder de Roma y que a partir de este momento, quedarán al alcance directo de su expansión.

Dicha expansión y como todo en la conquista Romana de Hispania, será igualmente cosa ardua y complicada, y tras un periodo de paz bastante extenso de casi 20 años, la guerra volverá a los territorio de Lusitania y Celtiberia.

En esta ocasión, dará la impresión de que la generación que oyó contar desde niño la historia de la resistencia heroica de Numancia, o que creció oyendo leyendas y cánticos sobre las gestas de Viriato, tomará ahora las armas y se enfrentara a Roma; dando lugar a un nuevo periodo de guerras que si bien mal conocido y documentado, se prolongará otra vez en un extensísimo periodo de casi veinte años. Destacándose aquí la reanudación de las razzias lusitanas sobre el sur Peninsular un año sí y otro también, y la derrota a manos de los celtíberos de los “terribles cimbrios”, que habiendo entrado en Hispania para someterla a saqueo y depredación, llegados a la Celtiberia, encontraron en arévacos y pelendones, la horma de su zapato…

Posteriormente y tras otro periodo de paz de alrededor de diez años, aún quedarán ánimos entre celtíberos y lusitanos para tomar de nuevo las armas, si bien ahora implicándose en las guerras civiles de la República. Primero en la correosa y dura guerra Sertoriana, y posteriormente en las luchas de Pompeyo y César. Debiendo recalcarse aquí las batallas de Ilerda y de Munda, ambas acaecidas en Hispania.

*

Tras las guerras civiles, Hispania quedará agotada de tantos enfrentamientos y luchas y celtíberos y lusitanos ahora sí, quedarán definitivamente pacificados, viviéndose años de recuperación y sobre todo de consolidación del fenómeno de lo hispano-romano. El interior de Hispania se abría así a la romanización y era ya solo al norte, en tierras de cántabros y astures, que se mantenía la amenaza “bárbara”…

Serán las “Guerras Cántabras”, último episodio de la conquista romana de Hispania, entre el 29 y el 19 a.C. Diez años de dura guerra con el mismísimo emperador Augusto adentrándose en las fragosidades de la Cornisa Cantábrica…   Otro capítulo más de la apasionante de la Historia de España que por ahora, dejaremos para otra ocasión…

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Viriato y Numancia VI: Numancia derrota a Roma

en Cultura Celta/Historia por
Casco moncayo - Horcas Caudinas

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La Conquista Romana de Hispania: Viriato y Numancia. Parte VI

Tras la muerte de Viriato Roma se adentrará en el noroeste de Hispania. En las tierras de los galaicos. Allá se enfrentará a los brácaros y se vivirán episodios de gran dramatismo y heroicidad debido al carácter indómito de este remoto pueblo de los confines de Hispania.

 

Al mismo tiempo Roma tratará de poner fin a la rebeldía de Numancia enviando un ejército consular contra la pequeña ciudad celtibérica. El resultado será el de una de las derrotas más estrepitosas y vergonzosas de la historia de Roma. Numancia se proclamará vencedora y al igual que hizo anteriormente Viriato cuando derrotó al ejército consular de Serviliano, ofrecerá un acuerdo de paz en el que ser reconocida como “amiga libre e independiente de Roma”.

 

La victoria de Numancia hará virar entonces a los ambiciosos gobernadores romanos hacía el interior de la Meseta y el pueblo vacceo. Donde de nuevo y en esta ocasión en el asedio de Palentia, los romanos encontrarán en los duros celtíberos, la horma de su zapato…  

 

 

137 a.C.-

*Concluida la guerra de Viriato en el 138 a.C. el sucesor de Cepión en la Hispania Ulterior, el procónsul Décimo Junio Bruto, en gran medida como efecto colateral de la guerra contra los lusitanos, emprenderá una campaña contra los galaicos y el noroeste Peninsular.

Los pueblos galaicos habían guarecido a Viriato durante su huida de Cepión, formaban parte de un mundo ideológico y cultural similar al de Viriato, y posiblemente algunos de ellos se habían integrado también como miembros de su ejército. En este sentido y a decir de Apiano (Iber. 71), tras la muerte de Viriato y durante el 137 a.C. numerosas partidas de bandidos procedentes del territorio galaico se dejaron caer por territorios de la Lusitania y el sur Peninsular. La situación se hacía complicada para el procónsul, tanto por la movilidad de estas bandas y su número, como por la extensión del territorio abarcado  (desde el Betís hasta el Limia, pasando por el Tajo y el Duero). Esto le llevará a decidirse por atacar directamente las ciudades de procedencia de los saqueadores. Tratando de provocarles la necesidad de volver a sus hogares para defenderlos.

En su campaña por el noroeste Bruto cruzará la Lusitania saqueando todo a su paso y llegado al río Letes cruzará al otro lado, continuando su campaña por territorios hasta ese momento desconocidos para Roma[1]. Alcanzará así el corazón del territorio galaico luchando contra los brácaros en el torno del río Nimio, dándose épicos momentos de heroísmo, con las mujeres armadas luchando junto a los hombres, muriendo sin replegarse, dar la espalda o proferir gritos o lamentos, y en el caso de las mujeres capturadas, dándose muerte ellas a sí mismas y a sus hijos antes que aceptar el cautiverio (Apiano. Iber. 72).

[1] Aquí se contará una anécdota muy interesante (Estrab. III. 153)… Este río Letes del noroeste de Hispania, era confundido por los romanos con el legendario río Lete. Río de los confines del Mundo y en los entornos del Hades que al cruzarlo, provocaba en los mortales el olvido de quienes eran y cuál era su lugar de procedencia, perdiendo para siempre la memoria. El propio Décimo Junio Bruto pondrá fin al miedo supersticioso que paralizaba a sus hombres cruzando él mismo el río y llamándolos entonces por su nombre. Éstos, viendo que su general mantenía la memoria cruzarán también al otro lado (Plin. H.N. IV. 22 s. 35) Adentrándose a partir de ahí en el interior de Galicia.

La campaña de Bruto concluirá con la toma de Talabriga (ciudad galaica que tras aliarse con Roma después se rebelará),  y supondrá una primera vía de penetración de Roma en el noroeste Peninsular así como un primer contacto con los pueblos del norte de Hispania. No volviendo a aparecer “Galicia” en los planes de Roma hasta la campaña de Julio Cesar  del 61 a.C. (originada también en un conflicto con bandas de saqueadores lusitanos). Más adelante y ya con las Guerras Cántabras Galicia se incorporará definitivamente a Roma, si bien como todo el norte y noroeste Peninsular, con un grado medio y bajo de romanización.

*En definitiva, tras la guerra contra Viriato, los romanos como reflujo de ésta, atacarán Galicia, de la que probablemente surgen parte de las bandas de saqueadores que genéricamente Roma denomina lusitanos. Término que parecen referir para los romanos todo el mundo de la cultura castreña del centro-oeste y noroeste Peninsular. Algo parecido ocurrirá con la cultura meseteña a la que genéricamente designa como celtibérica. El fenómeno se vuelve a repetir en el último tramo de la conquista romana de Hispania, donde Roma englobará genéricamente como cántabro y astur, a todo lo referente a los pueblos en armas del norte Peninsular.

Por otra parte, tenemos que entender, que todos estos pueblos: lusitanos, vetones, galaicos,  cántabros, astures… serían pueblos de una celticidad arcaica que  usando la terminología de Almagro-Gorbea (1993 y 1995), podremos denominar “indoeuropea protocéltica”. Ese arcaísmo y por ende alteridad respecto de la celticidad más plena de los pueblos del interior de Hispania, parece ser reconocida por los  propios romanos no solo con esas generalizaciones que hemos señalado, sino también con la insistencia de las fuentes clásicas en afirmar el carácter más bárbaro y atrasado de los pueblos del norte y noroeste Peninsular.

  Del mismo modo, esa celticidad “más plena” que encontramos en la Meseta (y con esto queremos decir más afín a los modelos de celticidad que podemos encontrar en las Galias), no dejará de ser una celticidad genuinamente hispánica, dotada de características específicas propiamente celtibéricas. Destacando el hecho de que se dé impregnada de aportaciones culturales y étnicas del mundo ibérico. De ahí la terminología “celtiberos”, tanto como celtas de Iberia, como celtas “iberizados”. Siendo el ejemplo más claro de esto último, el uso del alfabeto ibérico por parte de los celtíberos.

En este orden de cosas y entre los cántabros, Peralta Labrador (2000) encuentra sobre un fondo protocéltico, desarrollos culturales posteriores derivados de la influencia del mundo celtibérico de la Meseta. Estas zonas de conexión entre un mundo y otro, de una misma raíz indoeuropea pero diferente nivel de celticidad, debieron crear un panorama muy heterogéneo con diversos grados y modelos más o menos arcaicos de dicha celticidad. Modelos que en cierta medida y como hemos indicado, parecerán poder recogerse en las propias fuentes clásicas.

*Pacificada la Hispania Ulterior, Roma tenía ahora las manos libres para centrarse en la Citerior, en la que cómo hemos podido ver en anteriores capítulos, los celtíberos, soliviantados por los éxitos de Viriato y las predicaciones de Olíndico, se habían alzando en armas de nuevo y desde el 143 a.C.  estaban poniendo las cosas muy difíciles a Roma…

*

*En la Hispania Citerior, mientras Bruto atacaba a los Galaicos, Roma enviaba un nuevo procónsul de nombre Cayo Mancino. El gobierno de Mancino en la Citerior supondrá un desastre antológico para las armas de Roma, siendo comparado y recordado por los romanos como un episodio tan vergonzoso como el legendario capítulo de las Horcas Caudinas[2].

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[2] El episodio de las Horcas Caudinas, acaecido en el 321 a.C., supuso uno de los momentos más humillantes de la historia de Roma, y siempre fue recordado así como ejemplo moralizante para la ciudadanía romana:   En el año 321 a. de C. y en las luchas de Roma contra los samnitas,  un ejército romano intentó pasar los Apeninos por un estrecho desfiladero cercano a la ciudad de Caudio conocido como de las Horcas Caudinas. Los samnitas cortaron la salida del desfiladero con rocas y árboles y rodeando a los romanos, los metieron en una ratonera de la que para salir con vida, tuvieron que aceptar unas condiciones humillantes de rendición.

Los soldados romanos fueron desarmados y obligados a vestir únicamente con una túnica, debiendo pasar inclinados uno en uno por debajo de una lanza horizontal dispuesta sobre otras dos clavadas en el suelo. Desde entonces el propio dicho de “hacer pasar bajo las Horcas Caudinas” hará referencia a tener que pasar por unas condiciones de rendición humillantes.

Roma volvía así a atacar Numancia, esta vez con todos los efectivos de un ejército consular en lo que parece una campaña, para acabar definitivamente con el problema de la rebeldía numantina.

Mancino se dirigió directamente contra Numancia. Frente a la ciudad arévaca levantará un cerco, pero las salidas de los numantinos le provocarán numerosas bajas y finamente se verá obligado a replegarse sobre su campamento. Allí le llegará el rumor de que vacceos y cántabros acudían en ayuda de Numancia. Asustado pasará la noche sin hogueras y tratará de huir alcanzando los restos del antiguo campamento de Nobilior (campaña del 154 a.C.). Allí será bloqueado por los celtíberos sin darle escapatoria posible. Acorralado y con las posiciones sin fortificar los celtiberos le amenazarán con acabar con todos y no dejar ni uno vivo si no se aviene a pactar unas condiciones de paz definitiva con ellos.

Importante aquí resaltar este detalle: La propuesta de los celtíberos de teniendo al ejército romano a su merced no aniquilarlo, sino ofrecer un pacto para la paz. Al igual que Viriato, una vez conseguida la victoria total sobre Roma y sobre un ejército consular, los indígenas Hispanos no pasarán a cuchillo hasta el último romano, sino que mediante un acto de buena voluntad, y un perdón de la vida de los derrotados, tratarán de llegar a un status quo de igualdad con Roma. De “amigos libres del pueblo romano”. Tal como anteriormente hizo Viriato tras derrotar el ejército de Serviliano.

De nuevo el valor de los gestos denotará su peso en la concepción ideológica indígena, y la búsqueda de la paz será entendida como reconocimiento de la independencia indígena en relación de amistad con los romanos. Mancino capituló y Numancia se proclamó vencedora (de igual manera que Viriato frente a Serviliano en el 140 a.C.). Los numantinos se llevarán los bagajes y el armamento del ejército romano como botín y como detalle anecdótico, se recogerá que los numantinos se llevarán también los libros de cuentas del questor de Mancino. Éste al enterarse, volverá sobre sus pasos hasta territorio arévaco, donde será tratado con gran referencia, devolviéndosele, no solo sus libros, sino todo lo que quisiera del botín de guerra que les habían arrebatado (de nuevo el peso de los gestos, en este caso la generosidad como valor y gesto debido del vencedor). Graco, que así se llamaba el questor, en un rasgo de piedad muy propio de algunos romanos, se llevó solo el incienso utilizado en los sacrificios públicos (Plut. Tib. Grac. IV).

Por desgracia para los numantinos el Senado no aceptará la capitulación. Mancino defenderá su postura frente al senado alegando las vidas que había salvado y argumentó que Roma en el tratado con Numancia no perdía ninguna de sus posesiones en Hispania, y que en todo caso reconocía la independencia de la ciudad arévaca, la cual además quedaba como amiga de Roma. Para el senado las explicaciones de Mancino no fueron suficientes, y obligaron a Mancino a rendirse personalmente y entregarse él mismo a los numantinos, pues ellos, el Senado, no reconocía ninguna capitulación frente a Numancia. Mancino será llevado desnudo y atado frente a la ciudad arévaca y allí será abandonado a su suerte… Los celtíberos, en un rasgo de nobleza y dignidad, no lo aceptarán e ignorarán a Mancino, siendo devuelto llegada la noche al campamento romano. Mancino fue expulsado del Senado y retirada la ciudadanía romana. Más tarde llegó a recuperarla llegando a ser pretor. Al final de sus días se costeo una estatua en la que aparecía desnudo recordando el lamentable suceso…. (Plinio, NH. XXXIV. 18)

*Roma rechazó la capitulación de Mancino, pero al igual que con la falsa paz de Quinto Pomeyo, Numancia a pesar de no conseguir con sus victorias y buena voluntad una paz definitiva y un reconocimiento de su independencia, si obtendrá unos años de estabilidad sin conflictos directos con Roma. Así durante casi tres años consecutivos, los siguientes gobernadores de la Hispania Citerior no atacarán el territorio arévaco, que se habrá ganado un merecido respeto. Solo cuando una ambicioso Escipión consiga hacerse cónsul y organice su propio ejército, Numancia volverá a enfrentarse con Roma…

*Merece la pena destacar aquí cómo, en las guerras de Roma contra lusitanos y celtíberos, Viriato en el 140 a.C. y tres años después Numancia, consiguen derrotar respectivamente al ejército que se ha enviado contra ellos obteniendo una capitulación del procónsul que lo dirige. Y en ambos casos, pudiendo aniquilar al ejército romano, ofrecen sin embargo y con un acto de buena voluntad, un pacto de paz que les permita vivir en independencia y como amigos libres de Roma.

Obviamente este interesante paralelismo entre dos áreas y pueblos diferentes de la Hispania céltica y rebeldes ambos frente a Roma, nos estará dando claves de su universo ideológico. De su manera de entender la guerra y la victoria.

*

Ese mismo año de la derrota de Mancino, Emilio Lépido será enviado a la Hispania Citerior para sustituirle. No atacará a Numancia pero sí se lanzará sobre el territorio vacceo a saquearlo y obtener botín, haciéndose acompañar del gobernador de la Hispania Ulterior, Décimo Junio Bruto, quien regresaba en ese momento de su campaña victoriosa contra los Galaicos.

El senado hará gestiones para evitar esta campaña de saqueo deliberado del territorio Vacceo, pero el ambicioso Lépido, igual que anteriormente hizo Lúculo, no atenderá a razones, y atacará la capital vaccea de Palentia. Pondrá sitio a la ciudad, pero la situación se complicará progresivamente, con una ciudad que se niega a rendirse, que trata de impedir en lo posible el avituallamiento romano, y que consigue que la sombra del hambre se cierna sobre el campamento de Lépido y Bruto. Finalmente es condiciones muy precarias, Lépido tuvo que levantar el asedio en plena noche, pero percatados los vacceos, saldrán tras él causándole muchas bajas y obligándole a abandonar a heridos y enfermos. Debido a su desobediencia y lo desastroso de su campaña contra los vacceos, Lépido fue destituido y multado por el Senado.

136 a.C.-

*A Lepido le seguirá en el gobierno de la Hispania Citerior, Furio Filón, que entregará a Mancino a los numantinos, y que tampoco se atreverá a atacar la ciudad arévaca, contentándose con saquear las cosechas vacceas.

135 a.C.-

*El sucesor de Furio, Calpurnio Pisón, hará el mismo papel que el anterior. No afrontará el problema numantino, y tras saquear el territorio vacceo del que obtendrá escaso botín, invernará en la Carpetania (suponemos en Toledo o en Complutum, en la actual Alcalá de Henares).

*Desde el 137 a.C. Numancia permanece en paz, y tras dos años consecutivos robando grano a los vacceos el ejército romano en la Hispania Citerior, se debilitará y abandonará. En este estado de indisciplina lo encontrará Escipión cuando llegue a Hispania dispuesto a rendir la pequeña ciudad arévaca

*

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Viriato y Numancia V: El fin de Viriato

en Cultura Celta/Historia por
La Conquista Romana de Hispania: Viriato y Numancia.20 años de guerras

La Conquista Romana de Hispania: 20 años de guerras

La Muerte de Viriato y el fin de la resistencia lusitana 

La conquista romana de Hispania duró cerca de doscientos años. Dos siglos en los que a lo largo de un arduo proceso los pueblos célticos, ibéricos y celtibéricos pasaron a formar parte de Roma. Durante ese tiempo se sucedieron grandes episodios históricos así como grandes momentos de épica y heroísmo: la Segunda Guerra Púnica, las Guerras Celtibéricas y Lusitanas, las Guerras Sertorianas, la Guerra de César y Pompeyo, las Guerras Cántabras… Y quizás en todo este proceso y como paradigma de la resistencia indígena a la conquista romana, las luchas de Viriato y de Numancia. Lusitanos y Celtíberos frente a los invasores romanos de mano respectivamente, de un líder guerrero y de una ciudad, tan pequeña como indomable…

 

En este quinto episodio de nuestra crónica sobre “Las guerras de Viriato y de Numancia”, llegamos quizás a uno de los momentos más trágicos y conmovedores de las luchas contra Roma en la península Ibérica: Viriato se encontrará con que Roma no acepta los términos de la paz e independencia que ha conseguido con sus victorias, y la guerra se reanudará con renovado ahínco y determinación. Perseguido hasta los confines de Hispania y obligado a tomar decisiones tan duras como dolorosas, Viriato finalmente se avendrá a un nuevo intento de negociación. Siendo entonces que la vileza de Roma así como la bajeza humana, se unirán en una traición digna de una obra shakesperiana…

 

La presente crónica no pretende ser exhaustiva o académica y si bien se elabora desde el rigor, su vocación es fundamentalmente divulgativa. En este sentido y en orden a facilitar la lectura recogeremos al final de cada parte las fuentes bibliográficas pero no las trasladamos al texto más que puntualmente.

 

*

139 a.C.-

*Tal como vimos en el anterior capítulo, Viriato había conseguido con su victoria sobre el ejército consular de Serviliano, el reconocimiento de su independencia así como el status de “amigo del pueblo de Roma”. Sin embargo, poco iba a durar el pacto de paz y la alianza entre romanos y lusitanos, pues el propio hermano de Serviliano, Cepión Máximo Emiliano, repudiará los tratados firmados con Viriato, y hostigará al senado hasta conseguir de éste la ruptura del pacto y la reanudación de la guerra.

Llegado a Hispania como nuevo procónsul y con un renovado ejército, hará la guerra abiertamente y sin remisión, atacando y tomando en primer lugar la ciudad de Erisana (posiblemente la actual Azuaga, en Bajadoz), aliada de Viriato durante años y escenario en el que Serviliano, había cosechado su estrepitosa derrota. Seguidamente Cepión, con fuerzas mucho mayores que las que en ese momento disponía Viriato, saldrá en su persecución.

Aquí hay que pensar, que tras el tratado de paz que Viriato consigue así como tras su reconocimiento como amigo de Roma, su ejército habría sido en gran medida desmovilizado. Los largos años de guerra y fatigas, la victoria sobre Serviliano, y la aparente paz e independencia conseguida, habría movido al grueso de sus hombres y por decirlo así, a “volver a sus casas”.

Es así que llegado Cepión, con un nuevo ejército consular y decidido a reanudar la guerra, a Viriato no le habría quedado otra opción que huir…

Viriato huirá a través de la Carpetania destruyendo todo a su paso y buscará refugio entre los vetones, posiblemente en su “santuario” y base de operaciones del la actual sierra de San Vicente. Desde allí y haciendo gala de nuevo de su astucia, conseguirá engañar a Cepión, al que hará creer que se disponía a entablar batalla campal con él, para sin embargo y mediante una hábil maniobra, escapar “con menosprecio y tan rápidamente que ni siquiera pudieron darse cuenta sus perseguidores, de hacia dónde había salido huyendo” (Apiano. Iber. 70).

Viriato escapará entonces más al norte, refugiándose entre los galaicos, siendo que hasta allí lo perseguirá Cepión, asolando a su paso los campos de éstos y de los vetones. Lo apurado de la situación y la persecución de Cepión incluso hasta territorio galaico, moverá a Viriato a buscar algún tipo de negociación, ejerciendo de mediador el gobernador de la Hispania Citerior, Pompilio Lenas. En la negociación los romanos exigirán a Viriato la entrega de rehenes y desertores, y se entenderá aquí que esos desertores, no serán sino antiguos soldados auxiliares y aliados hispanos de Roma, avenidos a abandonar las filas de ésta para a unirse al ejército de Viriato y luchar con él, contra sus antiguos amos.

Viriato, en lo que quizás pudo ser su gran error, accederá a las solicitudes de los romanos, ejecutando eso sí él mismo y previamente, a algunos de estos desertores. Por decirlo así, prefiriendo matarlos él, antes de que los matasen los propios romanos. Nos podemos imaginar aquí lo traumático del episodio, tanto para Viriato como para sus hombres, en lo que debió ser uno de los momentos más bajos para todos ellos…

Cabe señalar también aquí, cómo entre los desertores ejecutados por Viriato, estará su propio suegro, Astoplas, antigua aliado de Roma que tras el matrimonio de su hija con el rebelde lusitano, se unió a las filas de éste.

Astoplas debía pertenecer a algún tipo de élite terrateniente favorecida por los romanos en el sudoeste de la Península, y destaca la anécdota de las riquezas de las que hizo gala en las bodas de su hija con Viriato, y de cómo éste, manifestó su indiferencia hacia la riqueza puramente material de su suegro:

“Cuando con motivo de su matrimonio se exhibieron copas de oro y toda clase de vestidos y lujosos bordados, (Viriato) apoyado en su lanza los contemplaba sin ningún signo de admiración o sorpresa, sino que mostraba más bien un sentimiento de desdén (….) dejando caer muchas observaciones sobre (…) la necedad de enorgullecernos de los dones inestables de la fortuna”

Diodoro de Sicilia XXXIII, 7, 1-2.

 

Cepión en todo caso, no quedará satisfecho con el sacrificio de los desertores y exigirá una vez resuelto éste asunto, la entrega incondicional de las armas. Esto obviamente supuso demasiado para Viriato, las armas eran el símbolo de su condición guerrera, su libertad y su dignidad, y la entrega de las mismas era algo por lo que ningún caso estaba dispuesto a pasar. Recordemos aquí las fuentes romanas al hablar de los pueblos hispanos y su relación con las armas, los caballos o la guerra:

“Les era preferible morir luchando con gloria a que sus cuerpos desnudados de sus armas fueran entregados a la más abyecta esclavitud”

Diodoro de Sicilia, V 33, 25.

“Los caballos y las armas le son más queridos que su propia vida”

Trogo Pompeyo 44, 2, 3.

Viriato romperá así las negociaciones y marchará de nuevo a esconderse a las montañas y zonas más salvajes y abruptas, suponemos del noroeste y oeste de Hispania. La información a partir de aquí es bastante confusa pero parecerá que Cepión no cejará en su persecución y que Viriato, de nuevo mediante su astucia y técnica de guerrillas, conseguirá ir escapando si bien posiblemente cada vez más aislado y debilitado.

Finalmente ese mismo año, y regresado al que había sido su santuario y guarida durante todos estos años de guerra (el “Monte de Venus” en la actual sierra de san Vicente de Toledo), Viriato se enfrentará de nuevo a los romanos. Tras sucesivos choques en los que Viriato no termina de ser derrotado, pero en los que tampoco logra poner fin a la “caza al hombre” a la que se ha visto sometido, Viriato se decide a pasar de nuevo a las negociaciones.

Según Apiano (Iber. 74), Viriato envió a negociar con Cepión a “los más leales de sus amigos: Audax, Ditalcón y Minuro”.

Naturales de la Bética, concretamente de Urso (Osuna), los tres parece que pudieran ser antiguos auxiliares hispanos del ejército romano en la Turdetania, que al inicio de las guerras de Viriato, habrían abandonado las filas romanas para unirse a las tropas del rebelde lusitano. Cosa que por otra parte debió darse con cierta profusión en muchas áreas de la Hispania Ulterior.

En todo caso, la épica y tragedia de la historia de Viriato alcanza aquí uno de sus momentos más dramáticos, pues por motivos que se nos escapan pero en los que seguro estuvo presente la entrega de desertores a Cepión en la anterior negociación, Audax, Ditalcón y Minuro, serán “corrompidos” por Cepión y traicionarán a Viriato matándolo mientras dormía ( Apiano. Iber. 74).

Apiano lo cuenta así: “corrompidos por Cepión mediante grandes dádivas le prometieron que darían muerte a Viriato. Y lo asesinaron de este modo: Viriato solía dormir poco a causa de sus preocupaciones y esfuerzos, y la mayor parte de las veces descansaba armado, para que al despertarse estuviera dispuesto inmediatamente a todo. Así pues, sus amigos podían visitarle durante la noche. A causa de esta costumbre, Audax y sus secuaces y después de vigilarle, pudieron entrar en su tienda en el primer sueño, como si en efecto algo importante urgiera comunicarle, aprovechando entonces para degollarle. Como estaba protegido por la armadura no era posible matarle por otra parte del cuerpo. A causa de lo certero de la herida pudieron escapar hasta Cepión sin que nadie se diera cuenta de lo ocurrido (…) Los sirvientes de Viriato y el resto del ejército, cuando llegó el día y pensando que todavía descansaba, se sorprendieron por lo inhabitual de su sueño, hasta que algunos se dieron cuenta de que aunque armado yacía cadáver (…) lo que les dolió de manera más especial fue no poder encontrar a quienes lo habían hecho (Iber. 74).

La tragedia se consumaba y tanto los traidores como el propio Cepión, dejaban su nombre grabado en los anales de la indignidad y la vergüenza. En este sentido el propio senado de Roma se avergonzó de lo ocurrido y rechazó la acción como indigna, negando el triunfo a Cepión.

* Viriato fue honrado por sus hombres con un auténtico funeral guerrero digno de héroe homérico, unas extraordinarias exequias que las propias fuentes romanas no pueden sino detenerse a detallar: “Tras haber adornado a Viriato del modo más espléndido le prendieron fuego sobre lo alto de una pira funeraria y le inmolaron numerosas víctimas. Por secciones la infantería y la caballería marcharon alrededor del cadáver mientras entonaban cánticos al modo bárbaro para después sentarse todos en torno a él hasta que el fuego se extinguió. Una vez concluido el ceremonial iniciaron un certamen de combates singulares sobre su tumba” (Apiano, Iber. 75).

Obviamente, la información que se nos da aquí sobre el universo de creencias del mundo prerromano en Hispania en riquísima. Trasluciéndose toda una concepción épica, heroica y guerrera de la vida, la muerte, el mérito y la ejemplaridad, que no puede sino hacer eco tanto con el mundo que Homero retrata en su Iliada (recordemos los funerales de Patroclo), como con el mundo que se recoge en las sagas vikingas y la antigua Escandinavia. De igual manera, un universo análogo de creencias éticas, estéticas y espirituales en torno a la figura del guerrero y el ideal del héroe, podrá encontrarse en los cantares de gesta del medievo europeo. De Roldan al Cid, de los Nibelungos a la muerte del rey Arturo. Evidentemente en este caso, todo ello recogido con las correspondientes vestiduras del cristianismo medieval.

Dará la impresión en este sentido, que desde la lejana Edad del Bronce y pasando por las culturas bárbaras de la Edad del Hierro, hasta llegar a la Edad Media, una misma idea de fondo se habría mantenido viva entre los pueblos europeos. Una idea que hace de los valores heroicos y guerreros, un puntal fundamental de su concepción del mundo.

Por otra parte, es de suponer que el funeral de Viriato se habría llevado a cabo en algún lugar de la actual sierra de san Vicente, en la provincia de Toledo. Sierra donde se encontraba ese “monte de Venus” que sirvió de refugio y “cuartel de invierno” a Viriato, durante sus ocho años de guerra contra Roma. También lugar donde tuvo sus últimos enfrentamientos con Cepión.

Por desgracia, no tenemos todavía información arqueológica al respecto, pero sería interesantísimo poder encontrar los posibles restos del funeral, léase aquí víctimas, cremaciones, armas, etc…

Cabe destacar los elogios de los propios autores romanos a la figura de Viriato. Elogios a través de los cuales se traslucirá no ya la admiración para con el enemigo vencido, si no también la ejemplaridad de éste para con el ideal de virtus de la propia Roma:

Viriato consiguió que durante los ocho años que duró su guerra contra Roma, un ejército constituido de elementos diversos nunca se le rebelara y siempre fuera sumiso y resuelto a la hora del peligro. Fue el que más dotes de mando tuvo entre los bárbaros, y el más atrevido ante todo y por delante de todos, y el más presto y generoso en el reparto del botín. Pues nunca aceptó tomar una parte mayor aunque continuamente se le animase a ello, e incluso lo que tomaba se lo entregaba a quienes más se habían destacado en la lucha”.

Apiano. Iberia. 75.

“Viriato estaba satisfecho con cualquier comida que tuviese y cualquier bebida le satisfacía; la mayor parte de su vida la paso al raso y estaba satisfecho con lo que la naturaleza le daba. En consecuencia, era indiferente al calor o al frió (…) satisfacía todas sus necesidades con cualquier cosa que encontrase a mano como si fuese la mejor (…) llevaba adelante la guerra no por la búsqueda de ganancias personales, o de poder, o movido por la ira, sino por el placer de las hazañas de la guerra en sí misma; pues se consideraba a la vez amante de la guerra y señor de la guerra”

Dión Casio XXII, 73, 1-4.

 

“Viriato consideraba la autosuficiencia su mayor riqueza, la libertad su patria, y la supremacía derivada del valor su más segura posesión”

Diodoro de Sicilia, XXXIII; 7, 3.

“Viriato en el reparto del botín nunca tomaba una parte mejor que la de sus compañeros y de lo que tomaba, le obsequiaba a los soldados que más se lo merecían o más lo necesitaban”

Diodoro de Sicilia, XXXIII 33, 21.

*Ese mismo año de la muerte de Viriato, el gobernador de la Hispania Citerior, Pompilio Lenas, no se atreverá atacar a Numancia y la concederá un breve descanso que durará lo que su gobierno. Sin embargo esto no le impedirá saquear los territorios vacceos para impedir los aprovisionamientos de grano de la ciudad arévaca, y saquear el territorio Lusón, del que en todo caso y al parecer, no conseguirá obtener botín. Por otro lado y cómo ya hemos visto, en vista de su inoperancia en la Citerior, servirá como negociador en la Ulterior en la guerra contra Viriato.

Esta misma línea de actuación la mantendrá al año siguiente, no llegándonos información alguna de nuevos enfrentamientos con Numancia.

En este sentido, a pesar de esas malas artes de Pompeyo que hemos podido ver en el anterior capítulo, los numantinos conseguirán dos años de relativa paz. Quizás en parte porque el senado mientras resuelve el litigio “Numancia vs Pompeyo”, o una vez resuelto éste, no estima oportuna una gran campaña contra Numancia. Quizás también porque ni hay efectivos suficientes ni preparados, como para reanudar la guerra en toda regla, contra la pequeña pero indomable ciudad arévaca.

138 a.C.-

*Muerto Viriato, los lusitanos nombran un sucesor en la persona de Taútalo, y al año siguiente, harán campaña tratando de saquear la actual Cartagena. Cepión los derrotará al cruzar los lusitanos el Betís y Taútalo, muy inferior al romano, se entregará con su ejército a Cepión, con la esperanza de ser reconocidos como súbditos de Roma. Cepión les arrebatará las armas y su sucesor Décimo Junio Bruto, los repartirá tierras reasentándolos en Valentia (no la de la costa levantina si no en el actual Portugal).

Era el fin de la guerra de Viriato, iniciada en el 147 a.C. y concluida nueve años después en el 138 a.C. Un conflicto que a su vez se remontaba a mucho antes y a las razzias lusitanas en la Hispania Ulterior y la Turdetania. Razzias que habrían comenzado en el 154 a.C., que ya se habían dado en momento tan temprano de la presencia romana en Hispania como el 195 a.C., y que suponían uno de los rasgos característicos de las luchas de Roma contra los lusitanos.

Posteriormente los lusitanos volverán al tablero de las luchas de Roma en Hispania con las Guerras Sertorianas (78-72 a.C.). Esta vez una guerra civil romana trasladada a la península en la que los lusitanos, jugarán un papel fundamental. Constituyéndose parte importante del ejército sertoriano, así como haciendo del “rebelde romano”, líder de la “disidencia” hispana frente a los mandatos del senado de Roma.

Finalmente será en el 61 a.C. y de mano del propio Julio César, que se dará el “último acto” de las luchas de Roma contra los lusitanos. Esta vez con el legendario general romano gobernando en sus años de juventud la Hispania Ulterior, y haciendo campaña contra los lusitanos, en reprimenda de nuevo a los saqueos y razzias de éstos. César los perseguirá y sitiará en torno al llamado “Monte de Hermes” (la actual sierra de la Estrella y posible “montaña sagrada” para el mundo lusitano), continuando después su persecución contra los últimos rebeldes lusitanos hasta Galicia y posiblemente el entorno de la actual Ría de Vigo y las Islas Cíes. Allí doblegará los últimos rescoldos de la resistencia lusitana.

Desde el año 195 a.C. al 60 a.C. un larguísimo periodo de guerras y enfrentamientos en el que los lusitanos, acompañados en muchas ocasiones por vetones y galaicos, y durante las guerras de Viriato, por rebeldes antiromanos de la Turdetania y la Carpetania, se constituirán como unos de los enemigos más formidables y pertinaces de la historia de Roma. Un pueblo hispano entonces del que sabiendo que está en nuestras raíces, podemos estar orgullosos de su espíritu guerrero e indomable independencia. Teniéndolo presente como enseñanza y ejemplo de nuestro pasado, para la formación del carácter de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

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