La Tradición Sapiencial siempre advirtió de eso que a día de hoy llamamos distopía… La Tradición la llamó “Kali Yuga”; “La Edad Oscura”. Y esta distopía de la que advirtió la Tradición, no es otra cosa que la propia Modernidad…
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En el mundo moderno, a un desarrollo económico técnico sin precedentes, le acompaña una bancarrota espiritual también sin precedentes. El mundo del progreso económico técnico será así el de un progreso decadente al que a los más altos y bien hallados avances materiales, les acompañará la proliferación del tipo humano vaciado de toda solidez espiritual y abocado por ende a ser el Hombre más desnortado, neurotizado, alienado, afectado, deprimido, ansioso, idiotizado y débil de mente, que haya conocido la humanidad…
Y eso es lo realmente distópico. La civilización del progreso material es a su vez la de la alienación, necedad y vulgaridad generalizada y sobre todo y peor aún, encumbrada. Convertida en regla y estándar.
No es que falte inteligencia para todo tipo de ingenios tecnológicos y avances científicos, o inteligencias agudas para el manejo de las finanzas o la dialéctica política de parlamentos y noticiarios. Es que hay ausencia total de Sabiduría y Honor. Y por ende de grandeza de alma y nobleza. Y eso, que el “moderno”, tanto desconoce sino incluso desprecia, en la única levadura verdadera que puede dar sentido y fortaleza al alma. Y todo lo demás, viene después… Lo demás puede ser necesario, pero no es lo importante…
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El mundo moderno discurre así a través de un material humano de bajísimo nivel y conciencia de sí, aspiraciones meramente materiales y pequeño burguesas, y modos entre horteras y abiertamente vulgares o mediocres. Un tipo humano de una vida interior disfuncional y alienante cuya alma, parecerá estar siempre presta al desasosiego, la ansiedad, el desánimo, el enfado fácil y gratuito, la sensación de carencia o vacío, la abulia, el insomnio, la polarización o directamente, la fatuidad o la bajeza…
Vamos… un ser humano ajeno al ideal de Virtud que cultivó la Tradición, y en el que el auto conocimiento y gobierno de sí, más allá de nuestra propia ignorancia, miedo, necedad o interés, era el argumento principal de la vida.
La Modernidad se despliega de este modo dando la espalda a la sabiduría y la forja del carácter y la personalidad; apostando por contra por un tipo humano meramente externo, material, afectado y emocional, a la par que interesado y calculador, al que nada le dicen ni sabe, ni de la nobleza de espíritu y grandeza de alma, y ni del “temor de Dios” …
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Una calamidad de ser humano… Y es normal que sea así. La Modernidad es la primera de las civilizaciones humanas que ha sacado deliberadamente de la ecuación toda referencia a “Dios”. Y no ya a Dios, en el sentido teológico de éste, sino a la propia idea de Trascendencia. Es así una civilización abiertamente anti metafísica, anti sapiencial, y que además siente alergia por todos los “dioses fuertes” del pasado: Sabiduría, Honor, Nobleza, Fuerza, Coraje, Verdad, Lealtad, Fidelidad, Respeto, Humildad, Palabra,Devoción, Patria, Raza, Tradición, Espíritu, Virilidad, Feminidad, Amor, Heroismo, Vergüenza, Honra, Belleza, Orden, Jerarquía, Justicia, Agradecimiento, Perdón…
Un mundo imbécil e idiotizado, en el que los avances en prosperidad y confort material, parece que tenemos que pagarlos cultivando un tipo humano digno de desprecio… Un Hombre que para más inri, se regodea en su miseria espiritual y alienación, como si éstas fueran un logro de la civilización…
Efectivamente el mundo moderno, es en sí mismo la distopía.
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Y mientras, mientras ufanos celebramos “la muerte de Dios y el olvido del Espíritu”; mientras dejamos atrás todo horizonte de Trascendencia y Sentido; las ideologías, eso sí, se despliegan como “asuras” entre las gentes, endemoniando los entendimientos y los pareceres: Liberalismo, Socialismo, Nacionalismo; libre mercado, lucha de clases, auto determinación. Todo es economía, todo es política; y si no, ciencia y tecnología. Así una capa sobre otra, y vuelta a empezar, sin un instante de contemplación, quietud interior y profundidad. Y así es imposible la Sabiduría… Y sin ella, todo poder y libertad, no son sino una pantomima.
¿Distopía?
El mundo moderno es la distopía. Y de ella no se puede salir dando marcha atrás. El meridiano cero de la media noche del Mundo ya se ha cruzado y efectivamente, la Tradición tenía razón. El Kali Yuga ya está aquí…
Todo lo que es disparatado, absurdo, confuso, ambiguo, feo, retorcido, mediocre, vulgar, meramente cuantitativo, sin fondo ni altura, es puesto en el frontispicio de la civilización, y desde ahí, se pretende avanzar, obviamente, hacia ninguna parte…
Y sin embargo, lo llaman “Progreso”. He ahí la distopía. Llamar progreso a la decadencia…
Es por eso que hay que hacerse cargo, y si en el alma notamos la llamada del Espíritu, la Trascendencia, la Sabiduría y el Honor, y la Libertad que es fruto de la Verdad y de la conquista de uno mismo; debemos entender que este mundo moderno no es nuestro mundo. Y que debemos superarlo y dejarlo atrás.
No busquemos respuestas entonces en la Modernidad, ni es sus cachivaches tecnológicos, discursos ideológicos, sistemas filosóficos, o idolatrías materiales. Busquemos las respuestas en la Tradición Sapiencial. Verdadero antagonista de la Modernidad y antídoto y tratamiento seguro para su sanación y superación.
Y aquí, y para estos mal hadados tiempos del Kali Yuga, la vía que la Tradición anunció para cuándo llegará la Edad Oscura. La vía de la Mano Izquierda. Esa que convierte esta “media noche del Mundo” y “muerte de Dios”, en oportunidad para un renovado despertar. En prueba especialmente valiosa y fértil para quien esté dispuesto a “Cabalgar el Tigre” y hacer que la “bestia del fin del Mundo”, responda a sus espuelas…
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Este mundo distópico de la Modernidad es una manzana podrida y por sí mismo colapsará. Usémoslo entonces y mientras tanto como “campo de batalla” para forjarnos como “Guerreros Espirituales” en la “Tierra Baldía”, apostando desde ya, por ser los más lúcidos, despiertos, fuertes y libres de nuestro tiempo. Pero hagámoslo al margen del proyecto moderno de sociedad, con el que nos relacionaremos “desde fuera”, sin terminar de pertenecer. Sin tratar de cambiarlo o dirigirlo, pero si creando “nuestra propia sociedad” al margen de ésta, conforme a la vía de la Tradición, y de acuerdo al ideal de la “mannerbünde”. De la “Hermandad Guerrera”. Una sociedad de hombres y mujeres fuertes y espirituales, devotos de la Sabiduría y el Honor, que conformen una sociedad “dentro de ésta” pero ajena a su nihilismo y rumbo. Capaz de participar de ella si es necesario, pero sin terminar nunca de pertenecer. Pues su mundo, no es el nuestro…
Y que dicha “Hermandad Guerrera” se fortalezca al margen del juego político de nuestro tiempo, y se sostenga doctrinalmente por sí misma; al margen de los paradigmas e ideologías del mundo moderno. Y que crezca y madure, y nos cobije y enseñe, forme y ayude, mientras en torno nuestro, todo termina de pudrirse y reventar…
Así nos juramentamos. Y que así sea…
¡Fuerza y Honor!
DISTOPÍA, TRADICIÓN, Y MANNERBÜNDE por Gonzalo Rodríguez está licenciado bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Recuerdo que llevaba la biblia a la facultad de bellas artes porque tenía un hambre de conocer en los aspectos más espirituales ante los hechos de que en la actualidad del arte sólo se fiaba en los artistas de “la tautología de Wittgenstein” con apariencias del discurso rico en la retórica y vacío en la dialéctica… en la facultad está muy contaminado del materialismo pseudo marxista… es una estrategia para que se pueda “potenciar el discurso bajo el renombre del Arte Conceptual y el Arte Público”. Y claro: cuando te ve que lees “cosas cristianas” y dibujas con influencias del “Dalí Fascista” ya se considera que no formas parte del grupo de arte de la “izquierda posmoderna”… Y hasta con el realizar deporte tanto en lo físico como en lo espiritual entonces ya exclamaba que era incompatible con los rasgos cruciales del perfil de los “bohemios”!! Una realidad realmente distópica, infantil y de gran esquizofrenia neurótica…