El sábado 15 de septiembre del 2018, se cumplen 10 años de la caída de Lehman Brothers y el inicio subsiguiente de la llamada Crisis del 2008.
Crisis que ha marcado nuestro tiempo y cuyas consecuencias seguimos viviendo a día de hoy. No es exagerado decir así que a partir de la caída de Lehman Brothers y estallido de la crisis, cambiamos de fase histórica. Una fase histórica que todavía hoy día estamos recorriendo y en la que a lo largo de los últimos diez años, han ido quedado sobre el tapete una serie de cartas que queramos o no, son la partida y el desafío que tenemos que jugar…
Muy someramente, sin entrar en detalle y como cosas que simplemente consideramos que en gran medida están a simple vista pasamos a enumerarlas. Aunque sólo sea para diez años después hacer balance y tomar conciencia del momento en el que estamos y lo que tenemos en frente…
1-Destaca en primer lugar la precarización de la clase media. Precarización que ha ido acompañada de un aumento inusitado de los “súper ricos”. Una llamada “aristocracia del dinero” que durante los últimos diez años se ha enriquecido exponencialmente mientras la clase media veía precarizados sus ingresos y condiciones laborales y de vida. Esta precarización de la clase media ahora mismo y tal como la tenemos en frente nuestro, parece haber llegado para quedarse. Como si fuera un rasgo ineludible de nuestra época que a corto y medio plazo no parece que vaya a cambiar.
2-Conforme se producía ese proceso de precarización del conjunto de la ciudadanía y las grandes fortunas sin embargo crecían, se han destapado sucesivamente nauseabundos casos de corrupción. Corrupción a nivel de partidos, comunidades autónomas, ayuntamientos, Casa Real… En partidos del separatismo, de la socialdemocracia, de la derecha liberal… Una corrupción que siendo así parecerá haber sido sistémica. Imbricada en la propia estructura política del país.
3-La indignación, la desafección, la búsqueda de alternativas habrá provocado la aparición de nuevos partidos políticos llamados “emergentes” que en teoría, habrían llegado para sanear y refrescar el status quo de la política española. Diez años después tanto de Ciudadanos como de Podemos, no podrá decirse que hayan puesto sobre la mesa una alternativa realmente novedosa… El primero se ofrece en gran medida como una variante más de la democracia liberal burguesa. El segundo como una suerte de “Izquierda Unida 2.0”. De izquierda “neo marxista” un paso más allá en la “escolástica de izquierdas” que el propio PSOE. Algo que ya existía en la oferta política española antes de la crisis del 2008 y que si bien se ofrece con un software realmente remozado, mantiene un hardware tan poco novedoso como el del resto de partidos.
4-También durante estos diez años habrá estallado el conflicto con el separatismo catalán. Aupado por las oportunidades de populismo, demagogia y sentimentalización de las adhesiones políticas que ofrecía la crisis, el separatismo en Cataluña ha sabido con tremenda habilidad poner su desafío sobre la mesa de manera continuada, fehaciente y con apoyo masivo que no mayoritario de la ciudadanía catalana. El resultado no puede ser hoy día más desalentador… Con Cataluña partida casi en dos en torno a dos posturas irreconciliables y enfrentadas y España misma abocada una situación de difícil solución de la que no parece pueda salirse, sin que alguna de las partes quede traumatizada.
5-Todo ello ha ido a caballo de una creciente sensación de hastío… De hastío hacia la clase política. Hacia el sistema; como de desafección, de agotamiento, de resentimiento… Traduciéndose en gran medida con la puesta en solfa del sistema del 78 y de los pactos de la Transición; así como con un revisitar interesadamente la Guerra Civil. Como si fuera una cuenta pendiente en la que supuestas afrentas e indignidades de hace más de 40 años, debieran ahora ser solventadas. Sosteniéndose en ocasiones un discurso de parte con “buenos y malos” que para más inri, pretende prolongarse a día de hoy. Como si las banderías de la Guerra Civil fueran la tramoya oculta de la política española actual, y todos pudiéramos ser sospechosos de “criptofranquistas”, o en su caso, de “frentepopulistas”. Esa misma polarización en torno a estas cuestiones de la Guerra Civil será un rasgo no menor de ese hastío, desafección y a su vez disfuncionalidad, de la política española actual. Dejando caer sobre la misma, una cierta sensación como de fin de ciclo. También quizás como de necesaria de catarsis colectiva…
6-Estos mismo puntos y procesos que venimos señalando y salvando las distancias, habrán tenido lugar conforme a su circunstancia concreta correspondiente, en la mayor parte de los países de nuestro entorno: El fenómeno Trump, el Brexit, el auge de los llamados partidos populistas y de “extrema derecha”, lo ocurrido en Grecia, en Italia, en Portugal, la Alemania de los “mini jobs”, la Rusia de Putin… Todo ello conforma escenarios diferentes pero mancomunados en el hecho de haberse desarrollado y gestado durante los últimos diez años, así como de suponer cada uno a su manera, un cambio de fase. Un cambio de fase que nos sitúa en un nuevo escenario histórico en el que los paradigmas que teníamos en frente nuestro hace poco más de diez años, hoy día estarían obsoletos…
7-Unido a todo lo anterior no podemos dejar de reseñar determinados fenómenos que en los últimos tiempos han alcanzado un punto inusitado de virulencia, poniéndose sobre la mesa como pruebas ineludibles con las que todos los países de un modo u otro, tienen que lidiar:
Estamos hablando del fenómeno de la inmigración masiva, de la inmigración ilegal, de la inmigración proveniente de fuera de Europa. De grupos humanos de antropología y etnología muy diferente a la europea, provenientes de países hundidos económicamente y en situación de miseria; y estamos hablando del problema de la integración y sostenibilidad de dichas masas de inmigrantes extra europeos en nuestro continente.
Y estamos hablando también del fenómeno del yihadismo. De la “Guerra Santa” trasladada al solar de Europa, muchas veces a través de esos mismos inmigrantes. En ocasiones con años e incluso generaciones de aparente integración y vida en países europeos. Y estamos hablando del correspondiente terrorismo atroz y sin escrúpulos que atenta contra gente inocente en un mercado navideño, en las Ramblas de Barcelona o entre los asistentes a un concierto de Rock… Todo ello en nombre de un nihilismo de vestiduras religiosas de corte fanático que no puede ni debe dejarse de estudiar. Como un fenómeno quizás especialmente significativo de las problemáticas de nuestra época y con el que vamos a tener que lidiar ineludiblemente.
Y también aquí hay que hacer referencia al cambio climático y la contaminación del medio ambiente. A los estragos que sobre el medio natural despliega reiteradamente el mundo moderno y que como amenaza de catástrofe apabullante, se ciernen sobre el conjunto del planeta, especialmente en el ámbito del calentamiento global. Amenaza que durante los últimos diez años parece haberse mostrado ya como evidencia incontestable así como problemática que desborda las posibilidades de respuesta de un sistema que por su propia lógica, está obligado a un crecimiento constante de difícil sostenibilidad.
Y hay que mencionar el auge de las nuevas tecnologías y las redes sociales. Auge que ha tenido en los últimos diez años y a través mayormente de los smartphones, un desarrollo y expansión sin precedentes que nos acerca, sobre todo en las generaciones más jóvenes, a un auténtico cambio antropológico… Cambio en torno a la formación de las identidades personales, la sexualidad, el ocio, el trabajo, las adicciones, el consumo, el individualismo, el uso de la información, la música, el estudio, la atención consciente y las distracciones, la capacidad de análisis y la concentración, la pornografía, la pareja, la sociabilidad digital y sus trampas… Todo un universo nuevo que ha llegado para quedarse y del que todavía no somos del todo conscientes del cambio que puede llegar a suponer a casi todos los niveles.
Y ciertamente podríamos seguir y mencionar también elementos más episódicos pero significativos como el del estallido de la guerra en Siria, en Ucrania, la debacle del chavismo, el papel de China, de Corea del Norte… Pero todo ello sería muy profuso y escapa a nuestras posibilidades.
Si subrayamos entonces que todo esto que venimos comentando, se desarrollará en un Mundo cuyas herramientas intelectuales e ideológicas para hacerlo frente, parecerán seguir lastradas con paradigmas de un modelo de sociedad, cultura y civilización, que puede haber quedado atrás… Es decir, el liberalismo, el marxismo cultural, la socialdemocracia, los populismos, el nacionalismo… Serán todos ellos actores de nuestro tiempo y a su vez herederos o consecuencia del proyecto ilustrado de civilización. Siendo entonces que en todos ellos, se traslucirá la misma sospecha de falta de verdadera alternativa. De ausencia de un nuevo paradigma que sea capaz de hacerse cargo de la fase histórica en la que hemos entrado, toda vez que ésta, ha podido dejar obsoletos los horizontes de futuro que hasta ahora nos habíamos dado… Obviamente al aparente agotamiento del proyecto moderno e ilustrado de civilización y cultura que propone Occidente, no podrá contraponerse como alternativa, las “hordas de Gog y Magog” del integrismo religioso. Del islamismo hoy día, pero también de cualquier otra forma de fanatismo religioso que pudiera surgir. Por decirlo así, “los obsesos de Dios”, no podrán ser nunca la respuesta…
El panorama es así, a un lado y a otro de la línea de civilización, el de la decadencia. El agotamiento. El fin de ciclo. El interregno… El de un mundo que termina pero que todavía no anuncia qué será lo que puede venir después, qué nuevo horizonte de sentido podrá darse. Quedando entonces y mientras estemos así, como en suspenso. Mientras entorno nuestro, los efectos deletéreos de la decadencia, parecerán seguir avanzando…
8-En definitiva, “la promesa está agotada”… la promesa de prosperidad y bienestar que más a la izquierda o más a la derecha, se hizo a generaciones enteras durante los años 80, 90 e incluso 2000, de cómo sería la vida, del mundo que se iban a encontrar, de la sociedad a la que iban a pertenecer, de la civilización en la que estaban insertos, ha terminado… Quien crea que España y Europa se parecerán y serán continuación los próximos años, de aquello que conocieron en su infancia y primera juventud, deben darse cuenta cuanto antes, de que no será así… Se ha producido una fractura y un salto. Hemos entrado en una nueva fase histórica en la que además, al igual que se agotan las líneas de civilización por las que discurría hasta ahora el acontecer de Occidente, no surgen todavía nuevas líneas que señalen cual será el nuevo rumbo. Cuál será el siguiente paradigma u horizonte hacia el que mirará nuestra civilización. Es como si nos hubiéramos quedado en suspenso; con ideas, planteamientos e ideologías obsoletas, mientras en torno nuestro el escenario cambia radicalmente, sin desvelar aún un nuevo norte. Y mientras tanto la decadencia lo va corroyendo todo paulatinamente…
Surge así para toda una generación una sensación de nostalgia, de “buenos tiempos que no volverán” y de “recuerdos de lo que pudo ser y no fue”. También una sensación de generación perdida, de jóvenes, que ya van dejando de serlo, para los que las promesas rotas del cambio de ciclo, son especialmente próximas y lacerantes. Por ser los últimos que vivieron mirando a un horizonte que se deshizo frente a sus ojos, justo cuando estaban a punto de acercarse a él…
Pero también hay otras generaciones para las que este escenario de agotamiento y decadencia es lo único que conocen y nada saben del mundo previo que ahora ha quedado atrás. Es el Calling up the millennials que convoca a los más jóvenes a participar desde ya y cuanto antes en la necesaria regeneración. El do the hard things a través del cual puede darse la vuelta a la tortilla si unos y otros, los recién llegados y los “veteranos”, son capaces de hacer piña y ayudarse mutuamente “a cruzar al otro lado”…
Porque se impone la búsqueda de “otra cosa”. De un nuevo paradigma. De una “idea” realmente revolucionaria. De una ética, estética, estilo, camino, vía, planteamiento, discurso y espíritu, que sea realmente alternativo. Que esté liberado y descondicionado del nihilismo contemporáneo. Que muy al contrario se empodere en este interregno para hacerlo capítulo necesario y hasta querido para un nuevo resurgir. Una búsqueda de verdadera alternativa que se configura como la labor más importante a la que deben entregarse los intelectuales, pensadores y “guerreros espirituales” de nuestro tiempo. Pues no bastará con concebirla, reencontrarla y actualizarla sino que además, parece que será imprescindible poder también encarnarla…
De ello precisamente, va la época que estamos viviendo…