SE CUMPLEN DOS MESES…
Se cumplen dos meses del estado de alarma.
Y comenzada ya la transición o «desescalada», entramos en la siguiente etapa de este proceso. Etapa que posiblemente durará otros dos meses.
Todo empezó en realidad durante Enero y Febrero, en lo que ahora sabemos fueron los meses de la prevención, en el caso de España, prevención fallida.
Una falta de prevención que nos metió de una semana para otra y sin que el común de la ciudadanía pudiera esperarlo, en lo que ha sido uno de los confinamientos más estrictos de Europa.
En todo caso la fase del confinamiento propiamente dicho toca a su fin, y a dos meses de la declaración del estado de alarma y estando ya en desescalada, la cuenta que tenemos sobre la mesa es de más de 27 mil muertos. En dos meses…
Muchos de ellos médicos y sanitarios que literalmente se jugaron la vida atendiendo a los enfermos con medios que ellos mismos, han denunciado como precarios. Y se jugaron la vida en esas condiciones, y muchos la perdieron…
Qué no se olvide nunca esto. De hecho sólo esto, debería bastarnos para resetear el alma de tontos enfados, peleas, reproches, orgullos vanos, inmadurez, caprichos, manías, quejas y miserias, que tantas veces tenemos entre nosotros o en nuestra vida personal; y pasar página de un manotazo despertando a un renovado e instintivo anhelo y determinación de vivir con nobleza y autenticidad. Como si cualquier otra vida no nos valiera…
Y sólo dando ese paso, ya habríamos mejorado mucho. Como personas y como sociedad.
En cualquier caso lo ocurrido con esas muertes y falta de previsión, y es de ley que así sea, debe movernos a una sana indignación y sea cual sea la razón o responsabilidad de todo ello, poner los medios para que no vuelva a pasar, y pedir cuentas a quien las tenga que dar…
Pero vamos… no hay que llamarse a engaño. La «película» que estamos viviendo no ha hecho más que empezar. Y la desescalada es una siguiente etapa, pero no el fin de este proceso. Esto no ha terminado todavía. Y es que al parecer, a pesar del alto número de contagiados, hemos adquirido tan sólo un 5% por ciento de inmunidad de grupo. Y el resto de la población, un 95%, casi toda, sigue siendo vulnerable al virus. Un virus cabrón que funciona casi como una ruleta rusa, y a algunas personas no las hace a penas nada, y a otras (incluidas personas jóvenes y sanas), literalmente las puede matar…
En este sentido, estando lejana la adquisición de una inmunidad de grupo suficiente como para ejercer de «cortafuegos» frente al virus, estamos a expensas de la aparición de un tratamiento o una vacuna. Es así… Y mientras tanto, estamos abocados a mantener la prudencia y la distancia física. Más aún cuando puede haber personas portadoras del virus que sean totalmente asintomáticas.
Por desgracia, algunos abrazos y besos van a tener que esperar…
Es una putada lo que nos está pasando, ya lo sé, pero es mejor hacerse cargo y mirarlo de frente. Ni ignorarlo, ni esconderse. Y ser valientes, aceptarlo y afrontarlo…
De hecho, la desescalada en la que ahora estamos, es la antesala que ya barrunta lo que nos vendrá después… Y es que la llamada «nueva normalidad», será un paisaje de recesión económica. Y con ella, de destrucción de tejido empresarial y de puestos de trabajo.
Se habla de un desplome del P. I. B. equivalente al provocado en 1936 por la guerra civil. Y de tasas de paro de entre el 21 y el 24%.
Y claro está, con la recesión: la incertidumbre, la vulnerabilidad social, los planes de futuro, familiares o personales, parados o resquebrajados; la amenaza de la pobreza, de quedarse en la calle, posiblemente también la gresca política y la agitación social. Quizás incluso la intervención de las cuentas a cambio del crédito, y entonces el consecuente recorte estatal…
No sabemos. No somos economistas. Hablamos de lo que vamos leyendo y aprendiendo. Pero sí que parece seguro que la siguiente crisis y dificultad será la de la recesión económica. Y España no la podrá esquivar.
Para más inri, todo ello ocurrirá mientras el virus sigue entre nosotros, y el riesgo a un rebrote en otoño, se podría dar.
Siendo así y cómo hemos dicho antes, hay que hacerse cargo… Esto no termina aquí, y la segunda parte de esta película se nos viene ya mismo encima.
Hay así que saber ser valientes e inteligentes. Y ni dejarse amilanar. Ni hacer tonterías…
Estar tranquilos pero alerta. Seguros y decididos. Pero prudentes y pacientes.
Esta es nuestra vida ahora y en los días que están por llegar. Y es lo que hay. Mejor aceptarlo y afrontarlo. Mirarlo a los ojos e ir a por ello, paso a paso. Con aplomo, decisión y capacidad de adaptación. También con esperanza y ánimo resuelto. Bien sabemos que al final, todo se pasa… Y qué leches! «al mal tiempo, buena cara»!
No es cuestión así de ser agoreros o de ser cándidos. Sino de ser luchadores, optimistas y realistas. Las tres cosas. Y a partir de ahí, dar lo mejor de nosotros mismos y punto. Que la ocasión bien lo merece…
Y resistencia, y coraje, y si me apuráis, Honor… Y mucho calor humano, que muchos lo van a necesitar…
Los psicólogos lo llaman «crecimiento pos traumático». Y es hacer de las dificultades, desgracias, desengaños, errores, culpas y heridas; palancas de madurez, fortaleza y corazón. De ganar musculo en el alma y hacernos más nobles, más fuertes, y más auténticos. De mejorar como personas y por ende, mejorar nuestras vidas y nuestra relación con los demás.
Y es que siempre, ahora con la pandemia, y antes sin ella, el argumento primero de la vida, siempre fue el mismo: Sea cual sea la circunstancia, luchar por mantener nuestro «centro interior» y vivir empoderados de nosotros mismos. Una y otra vez… Una y otra vez. Pase lo que pase. Y desde ahí, todo lo demás… Ayudando a quien podamos y dónde así se de, a que otros puedan recorrer también ese mismo camino de esclarecimiento y conquista.
Y ahí la lucidez, la conciencia de sí, la presencia de ánimo, la grandeza de alma y el honor, la libertad interior…
Aprendiendo a cada paso del camino. Con el acierto y con la equivocación.
Ser «capitanes de nosotros mismos» y ayudar a otros a serlo de su «propio barco».
Siempre ha sido así. Y con la que se nos viene encima… quién no sea capaz de recordarlo, no sólo dejará pasar una ocasión providencial para ponerse con ello, sino que además, esta desgracia que estamos viviendo le pasará por encima desgarrándolo por dentro, o quizás peor aun, terminándolo de embrutecer…